POR: DANIEL LUCAS
Huellas en el mar (Suburbano Ediciones, 2014) es la primera antología editada
por el peruano Doménico Chiappe, cuya característica principal es la
procedencia de sus escritores, todos ellos narradores latinoamericanos que
viven en España. Chiappe dice que a estos escritores los une haber dejado sus
huellas en el mar, y tal vez no solo sus huellas, sino su ser. Huellas en el
mar reúne a escritores de diez países, ejercitadores del cuento, que en esta
primera entrega presenta a Santiago Roncagliolo, de Perú; Karina Sainz Borgo, de
Venezuela; Cristina Peri Rossi, de Uruguay; y Antonio José Ponte, de Cuba.
Pero, ¿cómo englobar tal variedad de estilos y mundos en una
antología y extraer de ellos un tema, una trama, un conflicto general? ¿Cómo
englobar un criterio de una antología de diferentes escritores que resuma y
recoja el valor literario de una selección de cuentos?
Iniciemos, así, no por los cuentos sino por los elementos
que los constituyen. La música, por ejemplo, juega un rol importante y a veces
decisivo en la trama. El primer relato, "Principiantes absolutos", de Santiago
Roncagliolo, narra la historia de un músico y de su extraño amor por su vecina.
Él, un saxofonista divorciado, intenta rehacer su vida entre bares y conciertos
de jazz que nadie escucha y el amor que tiene por Bettina, su vecina de piso.
Él se enamoró de ella (si acaso es amor) de manera extraña: un día la escuchó
gemir mientras hacía el amor con otros hombres, su gemido, como un canto, le
llegó al alma. La narración está acompañada con quiebres en la ficción en la
que el narrador se dirige directamente al lector pidiéndole un descanso de la
historia. "Principiantes absolutos" cuenta la historia de un amor o ilusión
extravagante que únicamente tiene lugar en primavera; un amor que se
construye a partir de las estaciones del año, de la música y de los sueños de
querer ser alguien más, de querer vivir en un lugar diferente, pero lo único
que hay es la realidad dura y desesperanzadora.
La música está nuevamente presente en "Tristán e Isolda", de
Cristina Peri Rossi, cuento que narra la historia de un amor adolescente que
nace desde la melodía de una pieza musical de Richard Wagner, un amor
nobilísimo, osadísimo y bellísimo. "Tristán e Isolda" es un pre-texto que sirve
de guía para entender el cuento homónimo. Una adolescente se
enamora de su compañera de estudios, haciendo de éste un amor que rompe con el
canon moral de la sociedad occidental; es un amor carnal, apasionado y
lujurioso entre dos chicas que, una vez que se encuentran solas en casa, dan
rienda suelta a sus pasiones. El amor y el encuentro amoroso, sin embargo, son, tal vez, una mentira, un sueño nacido del amor de Tristán e Isolda; tal vez
sólo un sueño producto del amor a una pieza musical.
En una línea diferente se dirige el cuento "Almohadas", de
Karina Sainz Borgo, en el que la locura es sinónimo de libertad. Una mujer vive
el martirio de un matrimonio convencional y rutinario. Un matrimonio que ella
no quiso, donde las peleas se libraban en la mente, con odio. Un matrimonio que
bien podría ser como un hospital psiquiátrico, siempre opresor, monótono, donde
nada pasa en lo práctico y donde las almohadas son el único recuerdo de la vida
cuerda pero esclavizante.
Asimismo, "De este lado del muro", de Antonio José Ponte, narra
la historia de un muchacho que llega de visita a la casa de un pariente que
apenas y conoce. Una vieja de más de setenta años que está a punto de morir y
que ha perdido gran parte de su casa a manos de su sirvienta. La casa donde
vive la anciana ahora está dividida por un muro, en el lado más reducido de
esta división vive la señora. "De este lado del muro" es una narración sobre el
amor de familia, sobre la soledad, la amistad y cómo uno se reconoce como ser
frente al recuerdo. Y, también, sobre la vida vista desde otro lado de la vida, de
la realidad frente a la vida que vive el otro, acaso una nueva versión de "Casa
tomada", de Cortázar.
Si el hilo conductor de esta primera antología de Doménico Chiappe es la relación de pareja, se debe afirmar, entonces, que no es una
descripción del "amor-pareja" del canon de la sociedad occidental, sino del canon
de la ficción, del mundo de las letras en el que el amor nace a partir de la
melodía, de los quejidos, en el que el amor entre dos mujeres es abiertamente
aceptado y, asimismo, en el que la juventud y la adultez pueden formar lazos
afectivos.