POR DANIEL LUCAS
Jorge Velasco Mackenzie presenta su más reciente trabajo
narrativo, LaCasa del fabulante (Mar Abierto, 2014), en el que recrea un
microcosmos constituido por personajes sin voluntad, identidad o esperanza. La novela propone, además, una lectura sobre la identidad
del ser frente a sí mismo, el arrebato de la esencia del ser construida
alrededor de convenciones sociales como las del nombre, y una conciencia
de las personalidades.
LaCasa del fabulante es una propuesta novedosa en
relación a sus obras anteriores; ésta nace desde una experiencia personal que
el autor recrea con ánimos inciertos. En ella, Velasco se aleja de la ciudad
como centro narrativo; si bien la acción está ubicada en la mítica "Ciudad de los
Manglares", los conflictos suceden dentro de un espacio hermético en el que
la vida sucede sin tiempo, regida por divinidades sin nombre ni rostros. Una
casa, "La Casa", en la que no hay espejos y en la que sus habitantes tienen una
caracterización doble: son seres humanos, débiles, egoístas, pero a la vez
pueden ser monstruosos, fuertes y compasivos. Lo seguro es que todos
comparten un problema en común: "son adictos al agua, a la leche, al pan, al
aire".
"La Casa" es un lugar perdido y atormentado, una clínica de
rehabilitación para adictos a todo tipo de sustancias, incluso para adictos al
fracaso. Pero "La Casa" es también un personaje, un ser que se alimenta de la
locura de sus habitantes, un ente que succiona la esperanza de los internos,
seres humanos sin voluntad ni sueños. La novela está construida por capítulos nombrados en relación al espacio: La entrada, El salón, la Sala
de estar (locos), terminando en La recaída. Con la cualidad
adictiva de sus personajes, éste es un lugar al que hay que recorrer y conocer, un lugar con
problemas propios de adicción que termina recayendo, "¡Todo lo de La Casa se
queda en La Casa!", como sentenciado el futuro del espacio físico y sus habitantes.
Los personajes de LaCasa del fabulante están construidos desde una doble
personalidad que constituyen una conciencia de personalidades. "¿Cómo sería
valiente este Valiente cuando fue tan cobarde?", se pregunta un personaje en la
novela. Mateo es Valiente, pero Valiente no es Mateo. La conciencia de
personalidades se construye a partir de la creación de una segunda persona
dentro de un mismo ser. Mateo, el personaje
narrador, se convierte en Valiente porque en "La Casa" nadie usa su nombre real,
sino que se llaman entre sí con seudónimos. En el caso particular de
Mateo, sin embargo, este segundo nombre representa una segunda persona: "Siendo
Mateo, un día me acerqué al enano". Las referencias continúan: “Nunca debiste
ser La Vida, sino la muerte”, se dice sobre Olga. Esta segunda personalidad
recrea la cualidad o característica más representativa del personaje o aquella
que habría querido tener. El personaje narrador, Mateo, es valiente, una cualidad que está muy lejana de ser la suya, sino más
bien un anhelo de ser. Y así se cuentan los personajes: Castidad, Valor, Seda.
La narración se acompaña con historias que nacen de los
testimonios de sus personajes. Otro caso: Gaspar (Flaquedad) heredó unas tierras en Daule
en las que descubrió uranio empobrecido en una loma. La historia es triste,
Flaquedad lo perdió todo. En el pueblo le aconsejaron que tomara alcohol para
contrarrestar la radiación del mineral, lo cierto es que Flaquedad abandonó las
tierras porque al haber encontrado mineral y no poder explotarlo, el Estado iba
a reclamar las tierras y la riqueza escondida bajo ellas. De la noche a la mañana
se convirtió en un alcohólico y estaba en la calle.
LaCasa del fabulante es un lugar fantástico, lleno de tristezas y locuras.
Con personajes destinados al fracaso y, por ende, a la muerte. Todos padeciendo
un mal incurable y mortal: el olvido.