Ilustración de Andrea Fernández |
CANÍBALES
Corta por ratos la náusea que corre con sus pies atajando la
luz barata de un clóset. Están. Sus
medias trajinando dolorosamente pasan sin poder asirse de los tobillos del enano. Mi sujeto deforme es
el demonio que me quitó de la costilla Dios cuando nací.
Yo creía que al menos tendría alas y oro cubriéndome la
frente pero entre fotogramas viví el
pánico del acero quirúrgico negociando los pulmones de mi madre con frascos coloreados al azar e
intravenosas que le sacudían la infancia. Entonces ella gritaba a mi abuela, yo le gritaba a mi abuela, mi hermana
le gritaba a mi abuela, la tía le
gritaba a la abuela. Se tenía que hacer pública aquella hipótesis de que la abuela era abuela pero
era mala madre. Lo logramos. La
partimos. Nos comimos sus piernas pequeñitas y su boca que se sostenía
sobre el mentón de los besos infinitos
del 96.
Los caníbales celebramos cumpleaños y fiestas de guardar.
Somos de centro-izquierda pero le pagamos poco a la
doméstica.
Y vivimos apuntándonos con pistolas de salva hasta que la
muñeca se cansa, nos damos besos, y nos sentamos a cenar.
CIRUGÍA
Han plantado la bondad en tu cuerpo
de una manera repugnante
ya no cabe el morbo
ya nada cabe.
ANTIPOEMA
Yo recuerdo que estabas allí sorbiendo la sal mientras yo
pedía. No, yo gritaba. No, yo soñaba.
Sólo quiero que te detengas. La memoria es una pasta dental que no quiere salir del tubo. La arena se
metía en nuestros poros. Y tú eras feliz
porque yo mostraba una felicidad barata. Una felicidad de niño de 5
años, decías. Porque la felicidad es
simple, decías. Y que no empiece a llorar porque me quemo y lo único que hacías era cagarte de
risa. Había cadáveres en el agua.
Cadáveres en la tierra. Esqueletos que alguna vez fueron la materia esencial de una lancha
imposible que querías construir. Con cinco centavos, con un entusiasmo que no ha sido medido en la bolsa. Me
dijiste que era triste, que por eso me
dejaste. No sentí nada. Pero lloré. Cuando corales rotísimos me remataron los pies. Y sonreímos.
Porque yo estaba feliz de nuevo. Porque
sentí.
***
Leira Araújo (Guayaquil, 1990). Actriz, guionista, poeta y profesora de literatura. En el año 2003 ganó el premio de Teatro de la ONU; en el 2013 fue seleccionada para representar culturalmente al Ecuador en el SUSI Program de la Embajada de Estados Unidos en NY, Olean, St. Bonaventure University, Chicago y Washington D.C; en el 2014 ganó el Primer Slam Poético organizado por el aniversario de "Esquirla Poética". Colabora con distintos colectivos artísticos, perteneció a Fantoche Teatro de Grupo y escribe en medios independientes de su ciudad natal.
