POR: TATIANA LANDIN.
«Hollywood es un lugar donde te pagan mil dólares por un
beso y cincuenta centavos por tu alma. Lo sé porque rechacé la primera oferta
bastante a menudo y cobré siempre los cincuenta centavos.» Este es el
testimonio de Marilyn Monroe en My Life, publicada en 1974 gracias a la ayuda del guionista Ben
Hecht. ¿Qué más se puede decir de ella? Trabajar el mito, la divinidad y el
homenaje no solo de una estrella de cine sino de la gran lectora que pocos
conocen.
Freud, Proust, Pushkin, Flaubert, Robert Frost, Lewis
Carroll, Oscar Wilde, Khalil Gibran y Bertrand Russell son algunos de los
autores que figuraban en la biblioteca de la actriz, y que se suman a los cuatrocientos libros que conformaban su biblioteca.
En el mercado ecuatoriano ya circula Sólo ella se llama
Marilyn Monroe (Relecturas de una diosa)
publicado por Últimoround. El proyecto incluye poemas, cuentos, crónicas y ensayos, “para desarrollar este acoso textual”, como menciona su
antologador y prologuista Raúl Serrano. Entre los veinticinco autores ecuatorianos que colaboran en este
proyecto figuran: Marcelo Báez, Carlos Eduardo Jaramillo, Jennie Carrasco,
Aleyda Quevedo, Huilo Ruales, entre otros artistas que rinden tributo a este icono de la cultura universal.
Al respecto del libro, Raúl Serrano tiene mucho que decir:
¿Cómo nace el proyecto que se cristaliza en este libro
múltiple?
Como surgen todas las pasiones: como un acto irracional.
Ocurre que durante mucho tiempo buscaba la forma de expresar esa pasión que se
llama Marilyn Monroe, hasta que en 2010 empecé a configurar este proyecto con
la idea de publicarlo en 2012 para celebrar los 50 años de su supuesta
desaparición física. Digo supuesta porque lo cierto es que ella nunca se ha
marchado ni se ha marchitado. Además, estos textos así lo evidencian, que la
diva no sólo pertenece a un país, a una historia (efectos de la magia del
arte), sino que ella también es parte de una memoria que nos resulta común y
convergente.
¿Por qué lo publica una editorial cuencana?
Porque los escritores morlacos, Carlos Vásconez, Presidente
de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay, y el director de publicaciones de la
misma institución, Cristóbal Zapata, tuvieron la insensatez (propia de los
creadores) de sumarse, apenas les hablé del proyecto, a este homenaje a Norma
Jeane. Su entusiasmo se expresa en el resultado: una edición que sin duda es
digna de Marilyn.
¿Todos los
colaboradores eran admiradores de la actriz o fueron elegidos por voluntad del
antologador?
Todos, incluyendo a las mujeres, son admiradores y
admiradoras ciegas de la diosa, incluso también invité a aquellos a los que su
magia no los había aún perturbado, pero algunos prefirieron excusarse. Los
elegí desde la idea de la pluralidad de voces y visiones con las que quería
urdir estas relecturas. Además, la propuesta fue que en sus textos dieran
cuenta de manera libre cómo la figura, la vida, el mito, el cine de Marilyn,
marcó para siempre sus vidas. El caso de mi amigo Modesto Ponce resulta
particular, pues él no era un devoto de la diva, pero luego de plantearle la
invitación a que entre en sus misterios, terminó por volverse una suerte de
converso.
¿Los autores
quedaron en libertad de hacer cualquier clase de texto (aunque podía haber
sido obvio que el poeta haría un poema y el cronista una crónica)
Esa fue la propuesta. Cada quien podía escribir de Marilyn
asumiendo las estrategias expresivas que a bien tuvieren. De ahí que el libro
sea heterogéneo. Además, el que participen escritoras y escritores de varias
generaciones pone en evidencia el hecho de que la Diosa ha sabido traspasar a
esas generaciones y todas las limitaciones que se le quiso imponer desde el
poder de las grandes empresas cinematográficas y, también, desde el político.
Vale decir que son pocos los textos éditos, el grueso fueron concebidos
exclusivamente para esta publicación.
¿Reconocería su estudio de introducción como un trabajo
académico?
Creo que lo académico es un recurso, pero nunca un fin en sí
mismo, mucho menos una camisa de fuerza. Lo que traté ahí fue de dar algunas
pistas, ciertos elementos poco examinados a la hora de juzgar la presencia de
Marilyn en el contexto de la cultura universal del siglo XX; además de
desmitificar afirmaciones que de tanto repetirlas se pretendió, por parte del
poder hegemónico, de convertir en supuestas verdades, como eso de “la rubia
tonta”, “banal”, “superficial”, o de la “diosa del sexo”, que es una expresión
repudiable, acuñada por el mercado para explotar, como todo lo que el mercado
capitalista explota, de manera deshumanizada la figura de la gran actriz que es
Marilyn, y el alucinante, sensible y peculiar ser humano que era.
¿Tiene preferencia por algún texto,
practica la libertad de hacer sugerencias y cambios a las colaboraciones que va
recibiendo?
Todos los textos tienen su encanto y sus méritos
intrínsecos; tratar de escoger cuál es el preferido de uno, es tarea inútil.
Sin duda que como antologador siempre tienes la libertad de, si el caso lo
requiere, formular sugerencias a los autores, porque, a la vez, llevas adelante
un trabajo de editor. Pero en este caso no fue necesario dado que los textos
son de excelente factura.
Usted esboza una
biografía de Marilyn Monroe en su introducción, ¿también participó del culto
hacia la actriz desde muy joven?
Supe de Marilyn desde los primeros años de colegio en el
cine de mi pueblo, Arenillas, en la provincia de El Oro, contemplando alguna de
sus películas hechizadoras. Ahí fue donde se me reveló con todos sus
esplendores y enigmas a cuestas, llegando en un momento dado a preguntarme si
era real o sólo era otra mentira de la pantalla. Desde entonces su presencia se
convirtió en lo que llamo “el borrador de un primer amor”, que con los años fue
creciendo y profundizándose, a tal grado que, como ocurre con los amantes
legítimos, a nadie le conté de esa pasión por esa mariposa de la que, estoy
seguro, hasta Maqroll el Gaviero, el célebre personaje de Álvaro Mutis, habría
llegado a estar poseso. Como todo amor vital e impostergable, éste siempre fue secreto.
Por eso nunca lo hice evidente, pues siempre estuve esperando que llegara el
momento de gracia para concretar esta suerte de confesión pública e impúdica
que ahora se titula Sólo ella se llama Marilyn Monroe (Relecturas de una
diosa).
¿Cómo ve la
actual realidad del libro ecuatoriano? ¿Es fácil publicar? ¿Qué hay de la distribución?
Hay algunos cambios. Lamentablemente aún existen normativas
bastantes kafkianas, como eso de que las instituciones públicas están obligadas
a “regalar” los libros dado que no los pueden vender a través de una red
comercial de distribución interna y mucho menos externa. Espero que ese y otro tipo de
trabas pronto se eliminen. Es “fácil” publicar para quien quiere
gastarse los ahorros de su vida, la herencia familiar o invertir el préstamo
que ha podido lograr en algún lado; pero para aquellos que no cuentan con esos
recursos, les resulta complicado. Es interesante señalar que en estos tiempos
postmodernos se han creado algunas editoriales alternativas en las que se
privilegia la calidad de los textos antes que nada. La distribución es un mal
que aún no ha tenido el remedio necesario. Aún siendo un país geográficamente pequeño no es posible que circulen
los libros que se publican en determinadas provincias. De ahí que el libro electrónico,
así como la existencia de las plataformas virtuales, se hayan convertido para
los nuevos creadores en una opción que de una u otra manera permiten nuevos
espacios de difusión.
¿De qué manera
cree que este libro complementa a todo lo que se ha dicho en torno a la figura de Monroe?
Estos textos, con sabor local y en clave universal, son un
complemento más. Lo que se ha dicho sobre Marilyn no dejará de ser incompleto,
pues ella como la Mona Lisa, Camille Claudel, Tina Modotti, las Señoritas de
Aviñon o Madame Bovary, siempre serán misterios abiertos. Esa es la diferencia
de Marilyn con otras divas del séptimo arte de las que todo lo que se ha dicho
sobre ellas deviene conclusivo, mientras que sobre la protagonista de obras
maestras como “Con faldas y a lo loco” o “Los caballeros las prefieren
rubias”, siempre habrá algo nuevo de que
hablar. ¿Por qué? Sencillo, porque ella es una ninfa, como dice Antonio
Tabucchi, o sea esa mariposa alucinada que en su tragedia vuelve a resucitar
una y otra vez, provocando nuevas lecturas, arrancando renovadas promesas,
destrozando todas las argumentaciones con las que se busca explicar su
condición de ser una criatura excepcional.
Si pone este trabajo junto a los otros que usted ha
emprendido, ¿qué puesto ocuparía?
El mismo lugar que ocupan los otros, pues este es parte de
las obsesiones sin las cuales no puedes cerrar los ojos antes de preguntarte si
aún sigues vivo. Creo que, y gracias a todos los amigos escritores y escritoras
que aceptaron ser parte de esta aventura, este trabajo al menos me deja como
disculpado, a nombre de tanto infame con los que la Diosa tuvo la desgracia de
cruzarse en su vida; una criatura esplendorosa que sólo quería de este mundo y
de la vida, un poco, a veces una miserable migaja de eso que unos cuantos
privilegiado no le pudieron dar cuando más lo necesitó. Pero lo bueno que a
través de la palabra, todos los autores de estos textos la han vengado y le han
restituido aquello que sólo la literatura permite de manera total y plena:
resignificar su extraordinaria condición de mito, de leyenda que no cesa ni
cesará de deslumbrar y deslumbrarnos por los siglos de los siglos… Amén.