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lunes, marzo 20

Solange Rodríguez: "Elegir la docencia es dejar el cinismo"

POR NELLY MARRIOTT

La escritora Solange Rodríguez Pappe (Guayaquil, 1976) nunca quiso ser profesora. De muy joven, quería ser doctora y no seguir el camino de su padre: un profesor que disfrutaba de su trabajo. Veinte años después, sin embargo, piensa diferente. Como académica, en febrero del presente año ganó el premio Matilde Hidalgo en la categoría de Arte y Cultura. Este reconocimiento está dirigido a docentes que hayan contribuido con méritos al arte nacional y posean una trayectoria admirable y de inspiración. Rodríguez es cuentista, cronista y gestora cultural; ha publicado seis libros: Tinta sangre (2000), Dracofilia (2005), El lugar de las apariciones (2007), Balas perdidas (2010), Caja de magia (2013), y La bondad de los extraños (2014). Aparece, además, en varias antologías internacionales. En el 2010 obtuvo el premio Joaquín Gallegos Lara en la categoría de cuento.

Solange Rodríguez es considerada una figura destacada de la ficción latinoamericana según la universidad de Louisville, Kentucky. Ella fue invitada por esta universidad para participar en la "Conference on Literature and Culture" que se hace desde 1990, donde participan alrededor de cuatrocientos escritores y críticos literarios de todo el mundo. Rodríguez también dirige talleres literarios y es gestora en diferentes espacios de la ciudad de Guayaquil. Ha sido invitada para representar a Ecuador en varias ferias del libro, entre ellas las de Guadalajara, Buenos Aires, Santiago de Chile, Lima, Bogotá y La Habana, aparte de las de Quito y Guayaquil.

"La docencia es una investigación y la investigación es un alimento permanente de la escritura. Todo va de la mano", señala Rodríguez. Ella llegó a la cátedra por la comunicación y por financiar la carrera universitaria que cursaba, en literatura. Actualmente, piensa que la docencia es un camino de aprendizaje y rejuvenecimiento para quien lo imparte. Menciona que su aspiración es ser coherente, no llevar una bandera de posición moral, política, social o de buena conducta. Más bien, se considera una persona entusiasta, lo que equivale al amor por lo profundo y radical, y en este caso, amor a lo que hace. "En este camino he conocido, por ejemplo, a maestras unidocentes que viajan horas todos los días para trabajar con 60 alumnos en un espacio pequeño. Sé de profesores que ayudan a que sus alumnos sean sensibles y se conmuevan con el arte aunque sus recursos sean limitados. Esos son docentes loables, gente que merece mi absoluto respeto", indica la galardonada.

Para la escritora fue una sorpresa recibir el premio y menciona que se siente afortunada de estar asociada a la figura de Matilde Hidalgo puesto que la considera una mujer formidable y valiente. "Creo que hay personas con una enorme obra y trayectoria que lo merecerían cien veces más que yo, pero los premios son eso, obra del azar. Esta vez me tocó a mí". Solange Rodríguez recibió este premio por su creatividad, su innovación y su excelencia en la educación superior que fue calificada en distintas evaluaciones por parte de sus alumnos.

Entre sus últimos proyectos académicos está la materia que dicta en la Universidad de las Artes en Guayaquil, se llama "Lectura y Escritura del Relato". Invitó a sus estudiantes a involucrarse con la tradición de narrar historias volviendo al sistema del cuento original, que es expresar en voz alta una historia que se destaque por su carácter anecdótico. Este ejercicio se desarrolló en un centro literario abierto al público. "Se trata de, en lugar de escribir, contar. El acto de escuchar activa partes del cerebro donde están los recuerdos, que no se activan con la lectura", indicó la escritora. En este evento, varios de los alumnos contaron, desde su propia experiencia, ficciones que han estado con ellos durante toda su vida. Historias de fantasmas, de hadas y duendes, eventos sobrenaturales que han sido trasmitidos por sus mayores de generación en generación. Uno de sus estudiantes comentaba que al principio se sentía incómodo al estar frente a un público contando las historias de su abuela, pero Rodríguez remarca que "el aprendizaje está para incomodar, para sacarte de tu zona de comodidad donde no estás experimentando nada nuevo". Al final, las sonrisas con las que culminaban los jóvenes demostraba el éxito del ejercicio y la creatividad e innovación con las que la premiada dirige sus asignaturas.

Solange Rodríguez señala que todos los días, en la profesión como maestra, es consciente de la brecha generacional que existe entre ella y sus alumnos, y el temor es que algún día esa brecha sea tan enorme que se vuelva insalvable. No obstante, piensa seguir trabajando con sus estudiantes, ya que los considera sus pares, y abrir un grupo de investigación para examinar y documentar el cuento ecuatoriano. "Elegir la docencia es dejar el cinismo que viene con la edad y volverse un humanista. Creo que es de valientes y de personas con un corazón y una convicción enormes de que el futuro no nos puede traer más que cosas mucho mejores". También menciona que desde este momento de su vida presiente que aún falta mucha más escritura y movimiento. Por este motivo, espera lanzar este año una antología personal de sus relatos.

Solange Rodríguez Pappe trabajó como profesora de literatura en el colegio Liceo Los Andes y luego en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, donde también dio clases de comunicación social. Continuó sus estudios de cuarto nivel en la Universidad Andina de Quito con una especialización en literatura fantástica. Actualmente, trabaja como docente de tiempo completo en la Universidad de las Artes.
Fotografía de Amaury Martínez

domingo, marzo 5

Cabeza contra cabeza

POR NELLY MARRIOTT

El nombre nace como un adjetivo provocador, un palíndromo fonético. Significa frente a frente, una cabeza contra otra. Cecilia Velasco, fundadora y editora de la nueva revista cultural tête-à-tête, descubrió que, por derivación, también se refiere a un sofá para dos con respaldares opuestos. Ella dice que “la idea es (hac)ser(se) 'afrancesado', con la ironía y el cinismo de reconocerlo”.

Tête-à-tête sugiere utilizar todo lo sensorial para captar las diferentes expresiones del arte. La primera edición, llamada #0, fue lanzada el 16 de enero del presente año y las reacciones que tuvo el público fueron preguntas estimulantes con mucha apertura. Para leer la revista se necesita paciencia, ir desplazándose de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. No solamente hay textos sino también imágenes y videos. Para que los lectores puedan absorber todo el contenido, sin embargo, deben contar con un servicio de internet veloz; esto es por la gran cantidad de información que incluye el audio y lo visual.

Tras el lanzamiento, su fundadora espera recibir más comentarios, artículos de desconocidos, obras de arte singulares. Colaboraciones que se caractericen, según Velasco, por tener la suficiente sustancia como para permitirse parecer inocuas. "Ansiamos alguien que fotografíe o haga moda desde un sentido contestatario, pero de valor estético. No nos estorba la frivolidad de la moda, pero tampoco creemos que sea patrimonio de élites conservadoras". Además, por supuesto, espera atraer auspiciantes.

La edición #1, lanzada el 24 de febrero, confirma la postura que Cecilia Velasco propuso desde el inicio de la revista. Esta segunda publicación reúne a artistas mujeres, no solo en poesía, como Carmen Váscones, sino también en música, como Paola Proaño. En lo audiovisual, presentan un flashback de celebridades llamado The Blondies Project, realizado por María Dolores Sevilla. También, un texto sobre la película Alba, de la cineasta Ana Cristina Barragán, y pinturas de la artista plástica Paula Barragán.

¿Cómo se inició Tête-à-tête? Cecilia Velasco cuenta que fue un arranque de ideas y diatribas que nacieron de la frustración, pero resultaron en propósitos y obras. Aunque armar la página web fue lo que más tiempo consumió: el proceso duró alrededor de dos meses, los últimos de 2016. Las primeras colaboraciones que llegaron fueron las de la artista visual Pilar Flores y las de la fotógrafa Marcela García. "Una vez editado el vídeo promocional y ajustado detalles, lanzamos la página", mencionó Cecilia. Asegura que el fin no es la urgencia por generar contenido, sino la búsqueda de material para ser releído.

El diseño de la página principal es novedoso: el índice o tabla de contenidos está fusionado en una especie de prefacio editorial. En el índice aparecen también enlaces que conectan a otras páginas relacionadas con los temas tratados. "La parte digital es un trabajo artesanal pero costoso aún. Si resiste la metáfora, somos como los copistas medievales que no sabían que ya existía la imprenta", agrega Velasco.

El financiamiento inicial se dio a través del sitio web Indiegogo, donde se permite promocionar una idea creativa publicando la cantidad de dinero que se requiere. En internet se puede lograr con más facilidad lo que antes era imposible: convertirse en un medio de transmisión de ideas de la noche a la mañana y en este caso con quinientos dólares. Luego, las colaboraciones fueron auspiciosas, y  el capital inicial se consiguió en poco tiempo. Sin embargo, la revista no tiene asegurado su futuro, lo recaudado en Indiegogo servirá para los próximos doce meses. Los colaboradores, por lo pronto, donaron su creatividad.

La revista busca a gente cuestionadora pero sin complejos para reactivar las inquietudes y generar el diálogo sobre los temas propuestos. Se intenta rescatar la crítica literaria y artística de los grupos convencionales con fuerza patriarcal. Y se busca que este medio digital refleje el feminismo como un signo de modernidad y humanismo. Tête-à-tête, desde su contenido, su diseño y su estructura, es un proyecto ansioso por exponer a escritores y artistas contemporáneos dirigidos a un espacio plural.

miércoles, noviembre 23

Mónica Ojeda: "La infancia es el lugar del horror"

POR AMANDA PAZMIÑO

La escritora y profesora de literatura Mónica Ojeda, autora de La desfiguración Silva (Premio Alba de Narrativa 2014) y de El ciclo de las piedras (Premio Nacional de Poesía Desembarco 2015), trae una propuesta atípica en la narrativa ecuatoriana. Su segunda novela —Nefando, publicada en España por Candaya— es un artefacto que tiene la fuerza de un río desgarrador que conduce al lector a lo más primitivo y desolador que puede ejecutar un humano: la violencia. Abre las puertas para habitar con agallas el origen del dolor a través de un videojuego perverso creado para la deep web. Nefando marca su objetivo desde el inicio: previene al lector que va a vislumbrar lo perturbador, lo que no se quiere ver porque resulta extremadamente doloroso, lo aterra, le permite palpar la violencia, la muerte que se dibuja lenta y silenciosamente. Su efecto inmediato es que el lector se cubra de impotencia, se le estruje la sensibilidad y quiera leer saltándose ciertas partes. 

La infancia se define como una prueba de resistencia. Vemos a través de los protagonistas cómo fueron víctimas de sus padres —las primeras relaciones humanas— pero sobreviven en el presente. Coloca sobre la mesa las posibilidades de la perversión como un acto de albedrío individual que nace de la violencia y la multiplica. Se plantea mostrar que la crueldad extrema existe y forma parte de lo más insondable de la humanidad.

Ojeda desenvuelve descripciones dinámicas que tienen un valor fuertemente denotativo y metafórico. Entonces leemos: "ojos laguna"; "manos Kingman"; "hubo tinieblas, no cisnes"; "vulva Gasparín"; "mordidas de las hienas heridas de moral". Y se nombran los discursos sobre al arte que buscan deconstruir los límites de la corporalidad como un lugar más de enunciación que atiende a aspectos de indagación de lo humano.

Los personajes son seis jóvenes que reflexionan sobre lo humano anexado a los límites y posibilidades del lenguaje y del cuerpo desde la complejidad del mundo contemporáneo. Recalco la precisión de Ojeda para crear voces de ambos sexos, para escribir el sentir y la dinámica de pensamiento que tienen sobre el mundo personajes que pertenecen a sexualidades disidentes, como el caso de Iván, quien sueña con tener un cuerpo de mujer. Esta posición remite a una postura política en la que no se olvida ninguna voz, que agudamente busca empatizar con sus personajes, sin descartar la metafísica de su existencia, la problematización del ser, y estando en contacto con el mundo y la vejación de las relaciones primeras que suceden en la infancia.

A continuación, Mónica Ojeda nos cuenta su experiencia con Nefando, los intereses de su escritura, los riesgos asumidos y sus lecturas previas.

¿Qué cercanía y qué distancia tiene el erotismo con la muerte (ambos abarcan dos pulsiones humanas) desde la escritura del cuerpo?
Justamente Bataille escribe sobre esta relación entre sexo y muerte en El erotismo. El nexo que los une es lo inexorable del cuerpo tanto en el sexo como en la muerte; y allí donde el cuerpo no puede ser eludido ni sublimado, este se nos revela en toda su desnudez. El velo de gracia de las palabras se dinamita frente al desenfreno de la sexualidad y la violencia última de la muerte. Se trata de la sensación de vértigo por la que pagas un boleto a una montaña rusa: buscamos, queremos y deseamos experiencias corporales extremas que nos recuerden que estamos vivos. La consciencia de lo que acarrea esa experiencia es la escritura del cuerpo.

Inscribir una novela dentro de la novela es un recurso que permite acercarse a la visión del escritor, su meta en el texto, sus conflictos resueltos y comprender la soledad fructífera que conlleva escribir. ¿Por qué motivos específicos aplicó este recurso en Nefando? ¿Lo usaría en una próxima novela?
En este caso está allí como un portal a la mente de un personaje. Este personaje es una joven escritora y me pareció que incluir la nouvelle pornográfica que ella escribe dentro de Nefando era una forma de profundizar en su mirada sobre el mundo y en sus inquietudes. Por lo tanto, su inclusión surgió como una necesidad narrativa que me planteaba el mismo artefacto que estaba creando. Pienso que cada texto tiene sus requerimientos propios y lo importante es saber responder a ellos y no imponerle a lo que escribes formatos que no le aporten mayor cosa. Por eso no me negaría a volver a usarlo, pero tampoco lo planeo.

¿Es la escritura de Nefando una necesidad de respuesta a las lecturas e investigaciones que ha realizado en la deep web? ¿Cómo fue este proceso de investigación?
No es un ejercicio de respuesta. La literatura es un pésimo lugar para recoger certezas; para eso viene mucho mejor la investigación académica (y yo diría que ni siquiera). Nefando fue un intento de ensayar miradas múltiples sobre lo que me inquietaba hace dos años: la violencia como experiencia física y mental, los límites del lenguaje, el cuerpo enmudecido o paralizado, lo abyecto, etcétera.  

Es interesante el planteamiento de un personaje que ve la programación como "arma por antonomasia de la desobediencia civil" y la determinación de otro en que "lo revulsivo merece ser articulado". ¿Considera que existe competencia de discursos en cuanto acción política entre el lenguaje virtual y la escritura? 
Creo que existe una pregunta sobre los límites de la escritura, o lo que se puede esperar de ella, en la novela. El lenguaje C de los programadores, que también es una escritura, se contrapone a la escritura literaria como un lenguaje que hace aparecer y desaparecer cosas: que viola la privacidad, que construye portales y abre puertas de forma inmediata. La escritura literaria de Kiki también hace eso, pero de otra manera; por lo tanto, aunque son escrituras contrapuestas y muy disímiles, creo que hay un nexo entre ambas: la capacidad que tienen de crear espacios en donde nuestra empatía puede extenderse.

¿Por qué ve la poesía como un medio para expresar lo epifánico, lo revelador y lo que busca trascender a través del tiempo? Un retruécano del segundo capítulo lo propone: "Ombligo de la sed del mundo era su piel: ombligo de la piel del mundo era su sed".
Porque la poesía desnuda las palabras y las devela como lo que realmente son: maremotos en la mente. El uso común y cotidiano de las palabras es enajenador; actúa vaciando las palabras de cualquier efecto y dejándolas inermes, incapaces de suscitar nada dentro de nosotros. La poesía vuelve a cargar las palabras de un sentido fresco, nuevo, que nos abre y nos deja frágiles ante semejante descubrimiento. Por eso para Kiki la poesía es un portal por donde re-describir y renombrar el mundo.

¿Cuáles son las verdades a las que llegó respecto a la infancia de los seis protagonistas mientras escribía Nefando?
No conozco más verdad que la mía, y para mí la infancia es el lugar del horror. Jamás la entendí como el paraíso perdido al que todos quieren regresar, sino como una edad en la que se está expuesto a múltiples violencias porque, seamos honestos, nunca serás más frágil y más precario que cuando eres un niño. Así, también, a esa edad eres un agente de violencia y de crueldad extrema, pues aún estás aprendiendo a desarrollar tu empatía hacia los demás. La infancia es el territorio de lo innombrable, ese tiempo en el que careces de lenguaje para narrar tus propias experiencias traumáticas. Por eso a veces somos incapaces de entender lo que nos ha sucedido cuando éramos pequeños: porque no podemos articularle un sentido.

¿Son los escritores que menciona, cita y homenajea todos los que apoyaron a la construcción de Nefando o de su poética en general?
De alguna forma, sí, pero no son los únicos. Por supuesto, toda la tradición de literatura pornográfica aportó a Nefando.

¿Cuáles fueron sus influencias de la tradición novelística ecuatoriana?
No sé si llamarla influencia, pero sí siento que sigo una línea escritural en Nefando, por ejemplo, que me puede emparentar con escritores como Efraín Jara Idrovo en su Sollozo por Pedro Jara: una búsqueda de articulación de lo inarticulable, un ejercicio de "palabrar" el grito. Me siento más cercana a la poesía ecuatoriana que a su narrativa, confieso.

Hay valor y convicciones muy fuertes en su escritura, ¿tomaría el riesgo de nuevo de navegar en la deep web?
Sí, ya lo hice una vez y volvería a hacerlo. La deep web no me asusta, sino las personas. Las personas de los foros me aterran, pero aun así quiero entenderlas para entenderme. Mi miedo, llegué a pensar, quizás sea encontrar algo de ellos en mí. Pero quizás hay algo de ellos en todos nosotros.

martes, octubre 18

Montserrat Martorell pudo ser dealer de casino



La escritora chilena Montserrat Martorell estuvo de gira por Ecuador presentando su novela La última ceniza (Oxímoron, 2016) y de paso respondió a nuestras Matapreguntas, no sin antes contarnos una historia: "Estuve casi tres meses viajando por Asia con una mochila de ocho kilos. Recorrí once países. En la mitad del trayecto llegué a Vientián, capital de Laos. No sé cómo (o quizás sí) terminé comiendo en casa de una familia que preparó un banquete en mi honor. Terminada la velada, el hombre, el único hombre que había en la casa, me pidió que fuera a una habitación. Cerró la puerta. Allí empezó con los trucos de magia. Era realmente bueno. Soy un artista, me decía. Como tú. La diferencia es que tú eres blanca y yo soy negro. Era dealer de casinos de juegos. Quería que yo fuera su cómplice para azotar el mercado europeo. Por supuesto que no, por supuesto que no, le dije. Yo solo soy escritora".

Martorell presentó su novela en la Universidad de las Artes el pasado 9 de septiembre y dialogó con Alfredo Palacio, Director de la Escuela de Literatura. En Quito, presentó su obra en la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, en el área de la mujer, y este miércoles 19 de octubre a las 19h00 la presentará en la Librería Rayuela.


¿A qué escritor resucitarías? ¿Y para qué?

No lo pienso dos veces. Julio Cortázar es el nombre, Julio Cortázar es el hombre. Mi fascinación por él y por su escritura empezó cuando tenía doce años. Desde ahí siempre he tenido la fantasía de coincidir en alguna vida. Hace muy poco tiempo, algo así como unos meses, fui a verlo al cementerio de Montparnasse y le confesé algunos secretos que él devolvió con nuevas respuestas.

¿Ser o no ser?

Siempre ser. Por eso escribo. La escritura es eso: existencia, vida, presente, pasado y futuro, siempre junto y revuelto, siempre inabarcable.

¿Cómo te gustaría ser leída?

Desde el corazón. Para mí la literatura tiene que nacer de la cabeza, pero sobre todo del corazón y en ese tránsito que se da de lo racional a lo emocional empiezan a nacer ideas, nociones y sensibilidades que son siempre muy personales e íntimas. Yo entiendo al lector como a un descubridor, como un hombre, como una mujer imaginaria que siempre saben más que uno sobre estas cosas.

¿Qué cantas en la ducha?

Joaquín Sabina, siempre... porque ya sabes que "lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks".

¿Qué título le pondrías a tu autobiografía?

Viva la vida. Siempre me gustó ese cuadro de Frida Kahlo. Y a mí siempre me gustó vivir.

Los perros ladran, Sancho…

Siempre. Y mucho y a veces muy mal también. Yo creo que a la vida hay que meterle ruido, que hay que hacer las cosas con pasión, que hay que crear y crear y leer y leer y viajar y viajar y amar y amar y saltar y romperse y renacer y al final de todo, si los perros ladran, es porque estamos cabalgando...

¿Qué harías si encontraras el Aleph de Borges?

Miraría para todas partes. Sobre todo para atrás. Soy una nostálgica del pasado, de lo que hubo, de todo aquello que no podemos recuperar, de las cosas que hemos amado, de los amigos que hemos querido, de los viajes y de las noches que no tienen final y de la historia que solo nosotros conocemos.

¿Qué cuentan las ovejas para poder dormir?

Probablemente a nosotros saltando detrás de nuestros propios reveces...

Tu cita favorita:

"El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".
—Las ciudades invisibles, Italo Calvino.

Estás a punto de morir, escribe tu último tuit:

¿A dónde se fueron los pájaros azules?

martes, octubre 11

Fabio Morábito: "La poesía es un apartamiento frente al uso prosaico e irresponsable del lenguaje"

POR ALEYDA QUEVEDO ROJAS

Fabio Morábito (Alejandría, 1955) es un hombre de profunda mirada y en sus obra está, cantada/narrada, su biografía. El mar, la madre, el viaje, el amor a Ethel, Milán, México. Un continuo peregrinaje, el no tener casa, volar, echar raíces. Los idiomas que laten y no se hablan con tanta frecuencia: el italiano, que late y duele como si se tratara de una extremidad que podría perderse en cualquier momento; la apropiación del castellano, que también late y duele pero desde la exploración y la libertad.

Había leído de Morábito varias decenas de poemas y un libro de relatos, Caja de herramientas. No lo conocía personalmente, nunca había visto su estampa mediterránea y bastante atlética hasta nuestro cálido y fluido conversatorio (con recital incluido) en la última feria del libro de Guayaquil ante un auditorio lleno que lo escuchó atento y emocionado. De ese encuentro nace esta entrevista especial para los lectores de Matavilela.

Abro esta entrevista con un poema de La ola que regresa (volumen que contiene su poesía reunida) que revela la música de su poesía, la que he devorado con absoluta concentración y devoción, como si de entrar a nadar en el mar a media noche se tratara. Cierro con otro poema que nos muestra al poeta de aguda y profunda mirada, al poeta que sabe, a fuerza de oficio, disciplina y entrega, dominar los pulsos y engranajes más complejos de la literatura. Morábito es un escritor que nos lleva de la mano por el sonido de la poesía y el arte de la contemplación. Su palabra es como una ola que regresa al alma con tanto brillo que es imposible extraviarse.

EN EL PASILLO,
mientras leo,
se abre una puerta y se cierra,
se abre y se cierra,
y yo espero que se acabe su agonía.
Dicen que cuando el aire
abre y cierra una puerta,
alguien muy cerca está en peligro.
Hay que prestar oído,
cerrar el libro que leíamos
y unirnos a ese rezo;
no levantarnos a cerrar la puerta,
sino quedarnos quietos y oír, oír
hasta sacarle alguna música al crujido. 

***

¿Cuál es el andamiaje y la estructura que traza en sus relatos, qué cosas son importantes comunicar? ¿Y qué maestros del relato admira y lee con fervor?
No trazo ninguna estructura, me guío por el instinto, dejo que la historia me muestre sus caminos y trato de elegir lo menos posible, aunque es forzoso hacerlo, y ahí está lo delicado, tomar las decisiones correctas. No tengo a ningún maestro como referente central. Hay tantos y tan buenos cuentistas...

¿Cree que la poesía tiene un poder sobre la sociedad? Siempre ha sido una forma esencial de expresión en la historia de pueblos y civilizaciones enteras: India, Grecia, Persia, África. La poesía ha estado incluso antes que la escritura. ¿Qué lugar le concede en este momento de globalización e hiperindividualismo? ¿Cree que la poesía tiene un poder moral en las sociedades actuales?
La poesía es, antes que nada, un apartamiento frente al uso prosaico y hasta cierto punto irresponsable del lenguaje. En ella el lenguaje alcanza su mayor potencia expresiva, no por lo que dice, sino por el poder igualitario que se da entre las palabras. En un poema todas las palabras, hasta las partículas más triviales, son importantes y necesarias. ¿Por qué? Porque no sólo dicen, sino también suenan. El sonido subvierte la primacía del puro significado y mezcla de nuevo las barajas. El oído es el gran igualador que rescata cualquier significado aparentemente intrascendente. Ese es el poder de la poesía, y no me consta que haya cambiado a lo largo del tiempo, siendo, como es, un poder mínimo, pero crucial. 

¿En qué idioma piensa, en español o en italiano? Sé que escribe en español, pero ¿cuál es su relación con el italiano, qué sucede con su idioma materno?
Pienso en español, pero el italiano me ronda con ciertas expresiones, ciertas imágenes, ciertos sonidos. Es un intruso tenaz, que no se deja expulsar fácilmente de mi cabeza.

¿Qué nos entrega la poesía, que quizá ninguna otra forma de arte o expresión artística nos da?
El asombro de que de la herramienta más pobre, que son las palabras, pueda surgir una emoción profunda. Increíble.

¿Qué escritores ecuatorianos conoce y ha leído?
No he leído a ninguno, me apena decirlo.

El ensayo y la traducción son dos disciplinas que también practica. ¿Qué reflexión le merece cada uno de esos oficios que completan su perfil de escritor? ¿Qué se pierde y qué se gana en el proceso de la traducción?
La traducción de poesía está condenada al fracaso la inmensa mayoría de las veces, pero existe la posibilidad de alejarse lo bastante del texto original como para crear un recinto autónomo que, sin aspirar a reproducir perfectamente el poema, lo evoque, lo adultere, lo manosee de alguna forma, hasta restituirnos algo de la emoción del original. El que no se atreve a traicionar no podrá traducir con provecho.

***

IN LIMINE
Por el perdón del mar
nacen todas las playas
sin razón y sin orden,
una cada mil años
una cada cien mares.

Yo nací en una playa
de África, mis padres
me llevaron al norte,
a una ciudad febril,
hoy vivo en las montañas,

me acostumbré a la altura
y no escribo en mi lengua,
en ciertos días del año
me dan mareos y vértigos,
me vuelve la llanura,

parto hacia el mar que puedo,
llevo libros que no
leo, que nunca abrí,
los pájaros escriben
historias más sutiles.

Mi mar es este mar,
inerme, muy temprano,
cede a la tierra armas,
juguetes, sus manojos
de algas, sus veleidades,

emigra como un circo,
deja todo en barbecho:
la basura marina
que las mujeres aman
como una antigua hermana.

Por él que da la espalda
a todo, estoy de frente
a todo con mis ojos,
por él que pierde filo,
gano origen, terreno,

jadeo mi abecedario
variado y solitario
y encuentro al fin mi lengua
desértica de nómada,
mi suelo verdadero.

domingo, septiembre 11

J. M. Coetzee: "El mundo anglosajón ha sido barrido por una marea de histeria sobre la pedofilia"


J. M. Coetzee, el indescifrable nobel sudafricano, pasó por la reciente feria del libro de Guayaquil demostrando que detrás de su apariencia de piedra hay una persona curiosa, atenta y amable. Con una obra extensa —trece novelas y varios libros de ensayos— caracterizada por la experimentación formal, el cuestionamiento constante del realismo y la reescritura de libros de otros autores, Coetzee nunca ha dejado de pensar en su tierra, su herencia cultural y su pertenencia a la compleja sociedad anglosajona. 

En Guayaquil, Coetzee leyó una conferencia sobre la censura cuya anécdota central fue su encuentro, hace unos años, con los reportes que se escribieron durante el aparhteid sobre sus primeros libros. A partir de aquello, Coetzee pasó a reflexionar sobre la mentalidad censora y sobre las consecuencias negativas de la excesiva regulación de las actividades humanas. Otro día, el nobel leyó dos capítulos de su nueva novela, The Schooldays of Jesus —secuela de La infancia de Jesús, publicada en 2013. A continuación, las declaraciones que muy cordialmente aceptó dar a Matavilela.

Ha viajado con frecuencia a Latinoamérica en los últimos años. ¿Ha sido su paso reciente por Colombia y Argentina —y ahora Ecuador— significativo de alguna forma en particular?
Todas mis visitas a Latinoamérica han sido significativas, especialmente mis últimas visitas a Argentina, donde doy un curso en la Universidad de San Martín bajo el tema "Literatures of the South" [Literaturas del sur] —en específico, sobre la literatura de Argentina, Australia y Sudáfrica.

En la conferencia sobre la censura que dio en la feria del libro, mencionó haberse impresionado por el hecho de que sus censores en Sudáfrica fueron personas normales, educadas, la mayoría profesores de literatura que intentaban proteger los libros. Sin embargo, usted envió una solicitud para trabajar en el Directorio de Publicaciones, la institución censora, y más tarde escribió un reporte sobre un libro de William Burroughs. ¿Lo hizo con el mismo propósito que sus censores, o fue más bien una forma de comprender íntimamente las dinámicas de la censura en su país?
En un punto de su historia, y con la finalidad de proyectar una imagen más liberal, el Directorio de Publicaciones llamó al público calificado a aplicar para unirse a sus varios comités de lectores, es decir, sus comités de censores. Yo estaba convencido de que "público calificado" en realidad significaba miembros del público que compartían la mirada del régimen. Así que envié mi aplicación. Estaba evidentemente calificado: hablaba afrikáans e inglés, tenía un doctorado en estudios literarios, y demás. Mi aplicación fue rechazada, como lo había supuesto. En mi mente, eso probó que la llamada a aplicar había sido hecha con mala fe. En cuanto al caso de William Burroughs, él fue un escritor importante para mí en esa época de mi vida. Envié un memorándum al directorio solicitando que su libro El almuerzo desnudo sea admitido en Sudádrica. Una vez más, fui rechazado.

Su novela La infancia de Jesús retrata un mundo ideal pero desprovisto de pasión, casi inhumano. ¿Cree que la corrección política es perjudicial para nosotros? ¿A esto se refería cuando mencionó en su conferencia que las relaciones entre hombres y niños se han vuelto imposibles de sostener?
No quiero comentar directamente mi novela La infancia de Jesús. El comentario que hice en mi conferencia se refería mayormente al mundo anglosajón, que ha sido barrido por una marea de histeria sobre la pedofilia. Los hombres —en particular los hombres mayores— son vistos con gran sospecha cuando expresan afecto por los niños. Encuentro deplorable este desarrollo histórico.

¿Haber nacido en Sudáfrica fue circunstancial o, al contrario, decisivo para su escritura?
Si no hubiera nacido en Sudáfrica, habría sido una persona diferente y por lo tanto no estaría hoy en Guayaquil, visitando la feria del libro como escritor.

Ha dicho que toda escritura es autobiográfica. En ese sentido, ¿cuál fue el motivo detrás de la publicación de Escenas de una vida de provincias? ¿Fue una forma de protegerse de los biógrafos no autorizados y del público en general?
Hay mucha información falsa sobre mí en internet. La biografía escrita por John Kannemeyer con el título de J. M. Coetzee: A Life in Writing hizo lo mejor que pudo por corregir estos errores. Lamentablemente, el libro no ha sido traducido al español.


miércoles, septiembre 7

Tálata Rodríguez: "Internet es un libro que nadie va a leer completo jamás"

Fotografía de Romina Zanellato

Hace casi dos años, durante los días de la feria del libro de Guadalajara, unos cuantos poetas jóvenes, casi todos mexicanos pero también algunos extranjeros, se reunieron en una serie de actividades paralelas bajo el sonoro nombre de “perros románticos”. Una noche, en uno de esos eventos, apareció Tálata Rodríguez con sus poemas no para leerlos, porque se los sabe de memoria, ni para recitarlos o cantarlos, sino más bien para relatarlos en una especie de rap a capela. Otro día, esta vez sí en el recinto ferial, ésta colombiana radicada en Buenos Aires presentó su libro Primera línea de fuego (Tenemos las Máquinas, 2013), un pequeño volumen de nueve poemas que incluye códigos QR que a su vez llevan a nueve videos, nueve performances, de Tálata Rodríguez.

Ante una propuesta así, uno se siente tentado a hablar de tecnología y vanguardia, por mencionar dos formas de la fantasía, pero la verdad es que, como sostiene Fabio Morábito, la poesía tiene menos que ver con la escritura que con el aliento, la voz y el sonido. Eso, nada más, es lo que Tálata Rodríguez demuestra y sobre lo que conversamos brevemente. Junto a esta entrevista, publicamos tres de sus poemas aquí.




¿Cómo comenzaste con los videos?
Ya tenía una idea de cómo hacerlos porque mi mamá había hecho producción para la televisión y videoclips para bandas. Pero, en realidad, empecé a escribir los textos primero y un día se me acercó un videasta y me dijo que teníamos que hacer un video, que así se notaría cómo los digo de memoria y tal. Después desarrollé más el concepto y fui incorporando a la gente como público espontáneo. Para eso empecé a trabajar en espacios no convencionales: en una cancha de fútbol, en un taller mecánico, en el subte, en Colombia filmé en el teleférico. Lo que me interesa destacar es que más que un libro tengo un canal de YouTube. Me interesa la literatura que va por fuera del libro, de la que usualmente decimos “esto no es literatura”.

¿A qué le dedicas más atención, a la escritura o a su puesta en escena?
Me esfuerzo más en la puesta en escena. Cada video lo elaboro mucho conceptualmente, juego con todo el imaginario de otros relacionados que pudiera haber. Cuando hice el del taller, antes miré todos los videos de talleres con mujeres que encontré y todos eran de venta de lubricantes o de mujeres en bolas bailando reguetón. Un poco intento que ese lenguaje, esos símbolos de esos videos que encuentro queden plasmados de forma poética en los que yo hago.

¿Por qué te inclinaste por la poesía y no, por ejemplo, por la música?
De hecho, lo primero que hice fue letras de canciones, como una cosa personal, mi pareja era músico. Cuando me separé, me quedé sin el guitarrista que sacaba la melodía para mis letras. Así que me quedó la letra sola y me di cuenta de que el texto solo valía muchísimo y que no necesitaba apoyarlo, como si fuera una muleta, en nada. Si yo lo trabajaba, adquiría mucha más potencia a que si lo hubiera convertido en canción. El texto, así solo, puede ser poesía y música a la vez. Al final, la poesía siempre tiene musicalidad.

Cuéntame un poco de Primera línea de fuego, el libro que presentaste en la FIL Guadalajara
Tengo una experiencia previa que también es multidisciplinaria, un libro de poemas y dibujos que hice a los 5 años con mi padre. Treinta años después, hice este libro que tiene mucho que ver con el primero, como un desarrollo más en lo contemporáneo.

Pero sigue siendo un libro de formato convencional
Sí, pero no, porque tiene códigos QR que se escanean y sale un video. Así, uno podría asistir a tres tipos de lectura simultánea: leer el poema, escucharlo recitado y ver el video.

¿Crees que el libro en papel sigue siendo la aspiración final del escritor?
No, no estoy de acuerdo. Me parece muy cerrada la idea de que la literatura es solo lo que sucede dentro de un libro; por eso mis textos son anécdotas de vida, mis héroes son personas que conocí.

¿Es un medio más, entonces?
Para mí, el libro es como un pasaporte, un documento de registro donde queda plasmado algo. Me interesa lo que va más allá, el libro es solo lo formal, porque todavía hay cierto entendimiento en torno a él como forma o estructura. No me veo en el futuro pero creo que voy a desarrollar más el canal y lo que va por fuera, juntar un nuevo público.

¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto? ¿En qué te interesa incursionar?
Estoy trabajando en un nuevo poemario que editaré con Mansalva el próximo año. En general, quiero trabajar con material residual, con mails, con la papelera de reciclaje, con chats y mensajes de texto. Para mí, el chat es una nueva dramaturgia, los emoticonos son un nuevo esperanto, internet es un libro gigante que nadie terminó de escribir y nadie va a leer completo jamás.

jueves, agosto 18

Mara Pastor: "No soy de la especie que canta en la ducha"


Desde Puerto Rico, la escritora Mara Pastor (San Juan, 1980) respondió nuestras #Matapreguntas para esta semana. El año pasado, ella fue una de las invitadas al Festival de la Lira de Cuenca, uno de los encuentros de poesía más importantes de la región. Acompañamos sus respuestas con unos cuantos poemas de Arcadian Boutique, uno de sus últimos libros.


¿Cuál fue el último libro que leíste?

Palabras de pescadores: entrevistas con pescadores comerciales de Puerto Rico: 1991-1995, de María Benedetti.

¿Qué libros has robado?

Sus brazos labios en mi boca rodando, de Sergio Loo.

¿A qué escritor resucitarías y para qué?

A Sherezade, para que nos salve a cuentos.

¿Qué cantas en la ducha?

No soy de la especie que canta en la ducha. Declamo epitafios a seres queridos que aún no han muerto. Es un aprendizaje de la ausencia.

¿Qué harías con un Gregorio Samsa en tu familia?

Permitirle ser el insecto que devino. Instagramearlo anclado en el techo, orgullosa.

¿Cuál ha sido tu peor trabajo? 

Cuando tuve que traducir diez libros de matemática en tres meses. Valió la pena, pero sufrí.

¿Cuál es tu secreto peor guardado?

Mi imprudencia. Es silvestre. No avisa.

¿Qué te gustaría hacer que no tenga que ver con la literatura? 

Telepatía con otras especies.

¿A qué autores jóvenes recomiendas?

Javier Peñalosa y Mariana Rodríguez (México), Robin Myers y Noel Black (USA), Legna Rodríguez y Jamila Medina (Cuba). Y de mi país, a los jovencísimos poetas ponceños Carlos Eduardo Silva, Ivelisse Álvarez y Anthony Hernández.

¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?

El día que perdí aquello, un libro de entrevistas sobre cómo personalidades famosas españolas habían perdido la virginidad. Lo tomé del librero de mi padre porque en la portada tenía el dibujo de una niña mirando una flor, así que por mucho tiempo pensé que todos escribían de cómo habían perdido una flor. Tenía 5 o 6 años.

jueves, agosto 11

Juan Pablo Castro: "Me gustaría vivir en una hamaca"

Fotografía de Diego Pallero
Juan Pablo Castro Rodas (Cuenca, 1971) acaba de publicar La curiosa muerte de María del Río, la novela con la que el año pasado ganó el premio Miguel Donoso Pareja de la feria del libro de Guayaquil —en cuya próxima edición el libro será presentado.
La novela y el reconocimiento que ha conseguido no son ninguna sorpresa, puesto que Castro Rodas viene alimentando su carrera literaria con otros logros como el premio nacional de cuento José Félix López, otorgado por el núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Antes, su novela Los años perdidos estuvo nominada al premio Rómulo Gallegos, uno de los más importantes en lengua española.

A continuación, las respuestas que Castro Rodas dio a nuestras #Matapreguntas.


¿Cuál fue el último libro que leíste?

El rey del mundo, de David Remnick.

¿Qué libros has robado?

He robado tapacubos, letreros de pare y chocolates para las novias, pero nunca un libro.

¿A qué escritor resucitarías y para qué?

Al poeta Manuel Zavala Ruiz, para que me enseñe a recitar en francés.

¿Qué cantas en la ducha?

Escucho a humoristas, así que tiendo a reír.

¿Qué harías con un Gregorio Samsa en tu familia?

Ya vivo con él.

¿Cuál ha sido tu peor trabajo?

Vendedor de sombreros de paja toquilla.

¿Cuál es tu secreto peor guardado?

El secreto está a la vista de quien lo busque.

¿Qué te gustaría hacer que no tenga que ver con la literatura?

Vivir en una hamaca.

¿A qué autores jóvenes recomiendas?

Ya no creo en las listas.

¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?

Ivanhoe, de Walter Scott.

miércoles, agosto 3

Pablo Montoya: "La literatura es una condena y un consuelo"

Fotografía de Adriana Agudelo-Toro

Seguimos con los invitados a la feria del libro de Guayaquil. Esta vez, Pablo Montoya (Barrancabermeja, 1963) aceptó responder nuestras #Matapreguntas. Entre libros de cuentos, ensayos y poesía, este autor colombiano publicó también la novela Tríptico de la infamia, con la cual ganó el premio Rómulo Gallegos de 2015.


¿Cuál fue el último libro que leíste?

Hace un tiempo que no leo libros, sino que los releo. El ejercicio de la relectura, a mi edad, es la mejor opción para no sucumbir al desencanto y al tedio. El ultimo libro que releí entonces es María, de Jorge Isaacs. Fue mi tercera lectura de esa novela y quedé gratamente impresionado.  

¿Qué libros has robado?

Solo una vez robé un libro. Fue en Tunja, en 1986, una biografía sobre Nietzsche, editada por Salvat. Me pillaron y el administrador del almacén me humilló de tal manera que hasta ahí llegó mi carrera de ladrón de libros. Además, ese administrador insensato me insultó delante de mi suegra de entonces. La verdad es que mientras ella escogía unas vituallas, yo me escondí el libro. Y si no fuera por los ruegos de ella me habrían cortado las manos. 

¿A qué escritor resucitarías y para qué? 

Si no me gusta hablar mucho con los escritores vivos, ¿para qué resucitar a los muertos? Además, pienso que el mejor modo de revivir a un escritor es leerlo. 

¿Qué cantas en la ducha?

Jamás canto en la ducha. Me baño con agua fría y en vez de cantar, brinco para soportar mejor el embate del frío. 

¿Qué harías con un Gregorio Samsa en tu familia?

¿Para qué otro Gregorio Samsa en casa? Conmigo basta y nos sobra. Con otro más, mi familia se desbarataría irremediablemente. Y digo esto porque siempre he pensado que Samsa es como el artista, el creador, la conciencia, la piedra en el zapato de la casa.  

¿Cuál ha sido tu peor trabajo? 

Tocar flauta en el metro de París. Lo hice durante casi un año, entre 1993 y 1994. Era un trabajo ilegal, por supuesto. Aprendí mucho en ese oficio marginal, en el que me codeaba con los mendigos y los vendedores de periódico, pero no quisiera volver a hacerlo. 

¿Cuál es tu secreto peor guardado?

No tengo ese tipo de secretos. Y si los tuviera, jamás se los diría a ustedes.  

¿Qué te gustaría hacer que no tenga que ver con la literatura?

La literatura para mí es una condena y un consuelo. Es grata y terrible. Además, ocupa casi todo el tiempo y el espacio de mi vida. He pensado que cualquier cosa que haga tendrá inevitablemente su relación con la literatura. Pero sé que terminaré, como lo aconseja el Cándido de Voltaire, ocupándome de la jardinería.  

¿A qué autores jóvenes recomiendas?

A Rimbaud. Escribió toda su poesía entre los 13 y los 17 años. 

¿Cuál es el primer libro que recuerdas haber leído?

El primer libro que me movió el piso, es decir, que me hizo pensar que yo quería ser escritor, fue Demian, de Hermann Hesse. Lo leí cuando tenía catorce años. Imagínense, cuando empecé a leerlo, yo tenía en la cabeza la idea de ser médico. Al terminarlo, todo ese proyecto, en el que estaba involucrada toda mi familia, se había vuelto pedazos.