POR DANIEL LUCAS
En un lugar de la serranía ecuatoriana existe un pueblo, Rioseco, una comunidad caracterizada por los excesos y la locura. En Rioseco
vive la Chelita Ramírez, una niña de apenas doce años que vuelve locos de amor
a los hombres y de celos a las mujeres.
La historia se cuenta en las obras Fetiche y Fantoche (1994)
y Maldeojo (2005) del escritor ibarreño Huilo Ruales Hualca, y trata sobre la
obsesión de un pueblo por uno de sus personajes: la Chelita. Aunque, talvez, los temas principales sean otros: la fatalidad de una comunidad, el amor, el olvido,
el odio, la locura. O quizás se trata de la convergencia de todos estos temas.
La historia la cuenta Fantoche, uno de los pocos habitantes
que le sobreviven a Rioseco luego del éxodo a propósito de la gran sequía.
Fantoche, un personaje alienado de su realidad, todavía tiene fuerzas y tiempo
para enterrar a los habitantes del pueblo que han muerto. Él, al igual que sus
vecinos cuarenta años atrás, también está enamorado de la Chelita.
Don Ramírez, padre de la Chelita, estaba cansado de que los
hombres del pueblo se mataran y se volvieran locos por su hija, de que vinieran
a pedir su mano o le traigan serenatas. Así, buscó la solución más fácil y la encerró en una torre, como la mejor de las princesas de los cuentos
de hadas. Cuarenta años más tarde la Chelita es liberada, pero ya no es la niña
inocente y hermosa sino una mujer vieja y arrugada, loca y bruja.
¿Cuál es la intención del autor en relación a los
personajes? ¿Quién está cuerdo en un pueblo donde todos parecen estar locos? ¿Cómo nació Rioseco? ¿Volverán los personajes alguna vez? Invitamos al escritor ibarreño
a conversar con Matavilela en torno a su obra y los temas que convergen en ella.
En un punto los hombres dejan de pensar en la Chela como una
persona y más bien comienzan a añorar un ideal: la belleza. ¿La belleza de la Chela representa a alguien, a quién o a
qué?
A la perfección inalcanzable, quizá porque dentro de lo
bello se halla el huevo, la larva de la muerte.
¿Consideraría usted el amor que todos los hombres sienten
por la Chela como una orgía colectiva?
Si lo de orgía es una manera de dibujar el infierno del amor
y la frustración, se lo podría ver así. Pero yo prefiero adjetivar a este multitudinario amor a la Chela en una
fascinación colectiva. En mito y leyenda. Algo así ha ocurrido entre los
hombres de varias generaciones con Marilyn Monroe, por ejemplo.
¿La Chela una bruja? ¿En qué momento la niña inocente que
jugaba con muñecas se transforma en monstruo? ¿Cuál es el símbolo escondido
detrás de esta metamorfosis?
Su belleza le conmina a la soledad y el encierro. Es el mito
de la princesa encerrada en la torre del castillo. El ojo que la desea y que no
puede poseerle termina vaciándola de la belleza y secando el deseo de poseerla.
Entonces, la bella, usa el ojo para vengarse. El maldeojo se convierte en el
arma de la vendetta. La Chela termina de malojeadora, podríamos decir.
Sin embargo, esta belleza luego se transforma. Lo bello es monstruoso. Lo sublime es grotesco. ¿A quién representa esta antítesis?
A la vida, por ejemplo, o al sueño de gloria, que
inevitablemente concluye mal. O al éxodo, la migración, el irse muy lejos del
lugar querido atesorando en la memoria y el corazón, lo bello de su pueblo, de
su infancia, de su familia. La Chela sería su símbolo. Pero esto que comento no
lo he pensado nunca.
La Chela se vuelve
loca. ¿Cuál es la “realidad real y cuerda” en una ficción donde
todos parecen locos? ¿Quién está cuerdo en Rioseco?
Nadie. Ni el lector, que cree la historia contada por el loco
del Fantoche. Y además, cree que soy yo, el autor, que la ha inventado. Todos
estamos locos, sin duda.
El mundo en Rioseco gira en torno a la Chela, tanto hombres
como mujeres viven alienados del mundo ‘real’ por estar enfocados en ella. ¿Cómo se construye la identidad de los personajes de
Rioseco? ¿A quién representan los hombres y las mujeres de Rioseco?
A ellos mismos, pues, los personajes existen porque el mundo
ficcionado es verdadero, y casi siempre mucho más que la realidad. Es más, no
creo que se deba buscar en una obra literaria su parecido o su origen con lo
existente. Son dos mundos autónomos y cada uno con su consistencia. Desde luego
que, aparte de la vida personal, las grandes obras literarias, con sus
historias y personajes, son mucho más consistentes, más completas que la
realidad. Basta como ejemplos, Crimen y castigo, de Dobstoiesky, o Moby Dick,
de Melville, o Madame Bovary, de Flaubert, y cientos de obras más, cuya lectura
nos modifica la vida para siempre. Es tan fuerte como realidad que quienes las
han leído tienen la convicción de haberla vivido, en la emoción, en el dolor,
en el amor. Sábato, contaba que soñaba con llegar a Francia para irse, directo,
al pueblo donde vivió Emma Bovary, a buscar su casa, sus huellas, su perfume.
Pero bueno, respondiendo a su pregunta de cómo se construyen los personajes de
Ríoseco, puedo afirmar que es el narrador, en este caso, el Fantoche, quien nos
cuenta la historia, nos muestra los personajes, despliega los conflictos, etc.
Yo, en tanto autor no soy más que un intermediario, una suerte de amanuense
encargado de transcribir lo que el narrador quiere contar.
¿Qué aspecto de la realidad transgrede la ficción con
Rioseco y todo lo que acontece en él?
Creo que todo, empezando porque el nombre de Ríoseco de suyo
es una mezcla de absurdo y de tragedia, pues, un río sin agua no es río. Es una
quebrada, un río más que seco, muerto. Por otra parte, el Fantoche, que es el
narrador es un personaje simple del pueblo quien nos entrega la historia entera
desde su voz, desde su ojo. Y eso es una transgresión enorme ya que puede ser
todo una monumental mentira de ese personaje loco que incluso a la divina Chela
termina por convertirle en una bruja, algo así. El resto, es igualmente un
mundo absurdo, un pueblo regido por la fatalidad del éxodo, la sequía, la
locura, el encierro. Maldeojo es una novelina que metaforiza lo que sucede en
la realidad, pero no como un retrato sino como una reinvención enteramente
imaginada y convertida en escritura.
¿La ficción de Rioseco nace de algún hecho real que Huilo
vivió, vio, escuchó?
El solo referente es que en la niñez y adolescencia, visité
con frecuencia los pueblitos abandonados, silenciosos, casi vacíos a causa del
éxodo, allá en Imbabura. Siempre me impresionó su abandono, su tristeza, su
implícita fatalidad ligada a la inercia.
¿En qué momento decidió transformar un cuento, Fetiche y
Fantoche, en una novela, Maldeojo? Esto es algo que se repite en la narración de Huilo, ¿por
qué? ¿No es esto un método para reciclar personajes?¿Van a volver los personajes en otra ficción?
A veces, los textos cortos se quedan ‘cortos’ con relación
al caudal que puede ir soltando una determinada historia o personaje. Eso es lo
que me ocurrió con esta historia que evolucionó del cuento Fetiche y Fantoche a
la novela Maldeojo. Tengo otra novela sobre Ríoseco, que la completa o la
desarrolla, pero sigue inédita y no sé hasta cuándo.
¿Estaría de acuerdo en que la ficción de Rioseco está
cargada de imágenes grotescas que transgreden el mundo ficcional? ¿Cuáles son esas imágenes? ¿Qué transgrede?
En nuestro país somos tan conservadores como en Ríoseco las
viejas chuchumecas. Apenas se descoloca algo o adopta otro funcionamiento se lo
toma como transgresión, por poco, como agresión. La literatura, por naturaleza,
viola la norma, rompe la frontera, reinventa, provoca, sacude lo políticamente
correcto. Lo bello no está en la belleza tradicional, pasiva, destinada a ser
contemplada. Lo bello está en la poesía que justamente suele encontrarse fuera
del centro, del canon, en territorio más bien marginal. En el otro lado de lo
que vemos, no en lo que tiene luz sino en las tinieblas, en la pasión, en el
miedo, en lo obsceno. Acá el lector ordinario se espanta, como si del texto le
saltara a la cara un escorpión, cuando ve una palabra procaz, aunque nadie se
incomoda si a la misma palabra se la oye, o se la pronuncia decenas de veces
diarias. En otros ámbitos menos puritanos y por supuesto en muchas obras
literarias, estas palabras escritas son tan normales, e indispensables ya que
los personajes y sus vidas son iguales que las nuestras, incluso en los lenguajes.