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Fotografía de Manuel Canepa |
POR ISIS CÓRDOBA
Leira Araújo nació en Guayaquil en 1990, es escritora y actriz, ganó
una mención de honor en la segunda edición del festival Desembarco Poético 2014. Aunque
ya había sido publicada antes en varias antologías —como R.E.M, de Dadaif Cartonera (Guayaquil) y Del Ahogado El Sombrero (Cali), y Los Desenchufados y Pandemonio, de Camareta Cartonera (Guayaquil)— en febrero de
este año publicó su primer poemario llamado Caníbales.
Es tu primer poemario, ¿cómo ha sido la experiencia de
publicar?
Es dar el paso que faltaba con el texto. Ves al texto
forjarse en ti y sientes la necesidad de exteriorizarlo, de editarlo, de
procesar las emociones y darle valor estético. Para mí, no puede ser visceral
en su totalidad. Publicar es increíble por la recepción, porque la poesía
siempre toca a quien menos te esperas, y de cierta forma conoces a otros
artistas que están creando textos impresionantes, llegan los festivales, etc.
¿Cómo nació el libro? ¿Se fue gestando a partir de una temática en común o nace de la
recopilación de poemas creados por separado?
No, en este caso la mayoría fueron creados en el mismo
período y a partir de una escritura orgánica. Cuando escribo lírica siempre es
como extender mi brazo, es algo que se hace con el cuerpo entero. Sólo hay un
poema, “La teoría de la casa”, que fue escrito antes, pero quise incluirlo por el tono que se maneja en el poemario,
además del apego emocional que tengo con él.
¿Podrías comentarme acerca de ese apego emocional?
Cuando estuve en Estados Unidos visité una casa que fue
diseñada por un arquitecto llamado Frank Lloyd Wright y él tenía diseños en los
cuales las construcciones se adaptaban al ambiente y no al revés, pensaba en
los aspectos psicológicos, en cómo crear sensaciones en el huésped y en las
personas que se mantenían fuera de la casa. Entonces, cuando visité esta casa,
empecé a pensar en cómo las personas nos parecemos mucho a los objetos y un poco lo analicé desde el punto de
vista del cuerpo humano como una arquitectura nueva, creada desde lo simbólico;
como, por ejemplo, hasta qué punto dejo que entren personas a mi vida u otras
veces cierro la puerta, y pensé en cómo los pensamientos se convierten en
distintos ventanales o ventanas de acuerdo a la situación.
Háblame acerca del título de tu poemario
Caníbales se refiere a muchas cosas: a la persona, a la
visión del monstruo, a la forma en la cual nos relacionamos. Nos vivimos
alimentando de muchas cosas, pero al final, son ellas las que se alimentan de
nosotros, de nuestras pequeñas partes, a veces, las que necesitamos para vivir.
Es una alusión a las pérdidas.
¿Cómo fue el proceso de edición y publicación?
Primero surgió el contacto con María Paulina Briones, ella y
Andrés Zerega han hecho un excelente trabajo con Cadáver Exquisito Ediciones,
tanto así que me convertí en una groupie de la editorial y de la empresa
cultural Casa Morada. Todo coincidió. Gané una mención en el Desembarco Poético
(octubre de 2014) con el poemario y nos conocimos porque estaba invitada a
varias lecturas. De allí fue la recepción del texto por parte de María Paulina
y de la parte de diseño se encargó
Andrea Fernández (Studio Design).
Si tuvieras que dar alguna sugerencia a tus lectores sobre
cómo leer tu poesía, ¿cuál sería?
Que lo hagan de la manera más impulsiva posible en un primer
contacto. Que si hallan alguna referencia, se sometan al juego. Nada más.
¿Crees que el haber expuesto tu trabajo a una edad temprana puede causarte conflictos en el futuro?
Para nada, aparte no me considero tan joven; si te das
cuenta hay mucha gente veinteañera produciendo poesía, sólo que no todos
publican.
¿Qué es para ti la poesía?
¿Puedo dar la definición del género lírico? Pues la poesía
para mí es como el áleph, allí convergen todos los puntos, allí nace y muere la
expresión humana. Desde otra perspectiva, para mí la poesía es la creación
humana que, por su carácter móvil, no morirá.
¿Qué sensaciones aspiras a que tu lector perciba en tus
poemas?
Lo dejo a libre albedrío pero como ruleta rusa: pavor,
melancolía, risa que viene del sarcasmo. No sé, creo que en literatura lo que
más me gusta es la incertidumbre.
Trabajas el tema del amor en tus poemas, ¿consideras que
aún hay forma de trabajarlo sin caer en el cliché?
Sí, pero el cliché es el enemigo del amor. Creo que lo
trabajo más desde un erotismo muy naif y no es intencional. El otro día me
dijeron que mi voz lírica hablaba de
sexo como algo nuevo. Nunca es explícito, porque no creo en la explosión
pornográfica de elementos. El amor se cuela, no es puesto como necesidad en el
texto.
Sé que escribes también narrativa, ¿tienes algún proyecto para publicar algo de esta
línea a futuro?
Tengo guiones ya adaptados visualmente y muchísimos
cuentos que no sé cuándo verán la luz. Es un gran signo de interrogación al
final de la página.
