Según el CERLALC (Centro regional para el fomento del libro
en América Latina y el Caribe) la mitad de habitantes de América no lee
libros[1]. Los estudios del centro
cuentan con datos fiables para poder implementar políticas públicas de fomento
a la lectura e indican que países como Chile y Argentina leen 5,4 y 4,6 libros
respectivamente por año contra 10,3 de España.
En el informe de la CERLALC, la cifra de libros leídos por año de
Ecuador (menos de uno), ni siquiera está incluida.
En México, un país con un promedio de lectura de 2,9 libros
por año, existen campañas de lectura muy agresivas propuestas por el estado y
por la empresa privada: “Leer para aprender”, “Menos face, más book”,
“Diviértete leyendo”[2], entre otras; están unidas para captar nuevos lectores,
pero los resultados no son alentadores.
La respuesta según los expertos se debe a que las frases no son nada
sino están apoyadas en la lectura como una actividad placentera. La propuesta estatal por ejemplo apela a la
lectura como obligación.
En Ecuador existen campañas de lectura como la de UNICEF, la
Fundación Eugenio Espejo, las de prensa escrita, pero pocas veces funcionan
como campaña, es decir, se imprime el material, se distribuye por los canales
con los que cuenta el medio, pero pocas veces se obtiene la retroalimentación
del lector. Cómo medir la efectividad de
la inversión de estas campañas si no sabemos quiénes son nuestros lectores y si
lo que estamos proponiendo interesa.
Hace tres años me dedico a la promoción lectora, con mis propios
medios, en niños, jóvenes y adultos. Mi
alcance llegaba a la ciudad de Guayaquil y sentía que no abarcaba a suficientes
lectores, por esto empecé a idear planes valiéndome de las redes sociales, y la
primera iniciativa fue medir el interés en un club de lectura vía twitcam
previo a la realización del Festival de minificción Ciudad Mínima que se
realizó en esta misma ciudad y que contó con la presencia de los escritores Ana
María Shúa (Argentina) y Fernando Iwasaki (Perú).
El club de lectura virtual supone que la persona se conecte
para comentar un texto literario previamente colgado en la página de
www.palabralab.com. Para mi sorpresa un
día martes llegamos a tener 80 personas conectadas, haciendo preguntas sobre
temas como: bestiarios, literatura fantástica, parodias, abecegramas e
instrucciones. De estas 80, hemos
conformado un grupo de 20 personas que “asisten” al club de manera regular.
El twitcam presentó la novedad de la presencia no sólo de
quiteños y lojanos, sino también de gente de México, Perú, Venezuela y Estados
Unidos, quienes se informaron de las reuniones a través de las redes
sociales. Esta aceptación a su vez
generó una oportunidad de convocar a un grupo más grande de lectores.
Pensando en esto me he lanzado a la aventura de incentivar a
la lectura a través de una campaña que se llama “Somos lectores. Somos libros”
en la que lectores de cualquier parte del mundo me puedan enviar un video con
la lectura de una página de un texto que los haya tocado, que les haya cambiado
la vida y que quieran compartir con otros posibles lectores. La campaña se inició el martes 5 de febrero y
finalizará el 23 de abril como parte de la celebración de un Día del Libro que
pienso, no pasará inadvertido para este grupo de lectores.
Estos “hombres y mujeres libros” son un homenaje a la novela
de ciencia ficción de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, en donde los bomberos
producen incendios, se queman libros a 451° y se persigue a aquellos que se
interesan por la lectura. El héroe al
final de la novela descubre un lugar en donde gracias a la tradición oral se
conservan obras literarias, históricas y legales como el Walden de Thoreau, la
Carta Magna, el Eclesiastés o los ensayos de Bertrand Russell.
Esta campaña, si bien limitada a gente que tiene acceso a redes
sociales, pretende despertar el gusto por la lectura de ficción en gente que
alguna vez fue lectora y perdió el
interés o el hábito, gente que lee con regularidad como parte de su rutina, y
algún curioso al que no le habían recomendado el libro adecuado y llegó hasta
el blog. La ventaja de la campaña es que
puede medirse gracias a las estadísticas proporcionadas por la página que aloja
el blog y que el envío de videos también es cuantificable.
En cualquiera de los casos, estos tres grupos de personas se
convertirán, en un escenario optimista, en agentes multiplicadores de promoción
lectora gracias a que los enlaces pueden compartirse, “retuitearse” (término ya
admitido por la RAE) y mencionarse. Los
nuevos promotores de lectura que que se captan con esta campaña son encontrados
en laberintos borgianos. Promotores,
porque sostengo que para promover la lectura no se necesita más que tener
pasión por los libros y leer.
Karla Morales leyendo "Y no abras la ventana todavía", de Sonia Manzano
Adelaida Jaramillo leyendo un fragmento de "El museo de la inocencia", de Orhan Pamuk