Queda claro, ante todo, que cuando algo adquiere una denominación es porque tiene características propias que lo hacen diferente a todo aquello que ya existe. Entonces, al acuñar el adjetivo “borgiano”, el cuento deja de lado la tradición que cargaba hasta entonces e integra las características que este autor le confiere. Si bien el cuento seguirá teniendo sus tres actos (planteamiento, desarrollo y desenlace) y existirá un conflicto que mueva la historia, el estilo y contenidos diferirán de lo que se acostumbraba a encontrar en un cuento: el relato llegará más allá de sí mismo para mostrar ideas sobre la existencia que, aunque pueden haber sido tocadas antes en la literatura, nunca se las había planteado en tal perfecta armonía con un relato ni a tal profundidad. Encontraremos que adentrarse en un cuento borgiano es equivalente a una lección de filosofía que debido a la gran maestría de este autor puede ser considerada una obra de arte altamente entretenida. A continuación, se presentan todos los aspectos que le atribuyen la calificación de “borgiano” a un cuento:
Estilo borgiano
El estilo de Borges es conciso, pues fue un fiel creyente de la economía de la palabra. Por ejemplo, al describir a la Lujanera en El hombre de la esquina rosada, no usa infinidad de adjetivos ni se molesta en decirnos el color de su piel, su manera de caminar o el brillo de sus ojos, sino que con cuatro palabras dice mucho más de lo que párrafos de descripción podrían haber logrado: “Verla, no daba sueño”.1 Dentro de este mismo cuento, se dice de Francisco real que “Los mozos de la Villa le copiábamos hasta el modo de escupir”,2 dejando claro la admiración y respeto que se le tenía a este hombre sin necesidad de dar paso a una interminable sucesión de palabras que lo hagan evidente. Al igual que estas poderosas frases, está el ejemplo de El Sur, donde la frase “La soledad era perfecta y tal vez hostil, y Dahlmann pudo sospechar que viajaba al pasado y no sólo al Sur”3 nos deja entrever exactamente cómo es el Sur: un lugar solitario, peligroso y atrasado en cuanto a la tecnología del Norte, un lugar donde habita el hombre criollo y el pasado está presente en todas sus expresiones, sobre todo aquella que deja de lado la racionalidad y alza armas bajo cualquier pretexto.
Debido a este laconismo, el uso de adjetivos en Borges es esencial para su estilo. Sobre todo se da el uso de sustantivos y adjetivos que parecen contradecirse y que no suelen ser puestos el uno al lado del otro. En verdad es esta combinación lo que permite que la construcción de personajes de Borges sea tan ágil, pues a través de las aparentes contradicciones logra gestar personajes muy humanos. Veamos la descripción de Beatriz en El Aleph: “Beatriz era alta, frágil, muy ligeramente inclinada; había en su andar (si el oxímoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis…”,4 dándole así a Beatriz esa dualidad humana; o tal vez sea más notorio la importancia de los adjetivos al decir en Las ruinas circulares que “El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural”,5 dando paso a lo fantástico dentro del cuento, pues a diferencia que en el terreno fantástico, en la lógica del mundo lo sobrenatural es imposible. Los adjetivos también pueden dar a conocer lo que sucederá en el futuro del relato, como lo hacen en El jardín de los senderos que se bifurcan: “Así procedí yo, mientras mis ojos de hombre ya muerto registraban la fluencia de aquel día que era tal vez el último, y la difusión de la noche”,6 sellando así el inevitable destino de Yu Tsun. Todo esto, junto a “el farol sinvergüenza” y “la muerte romántica” dan cuenta de una adjetivación que define el estilo de Borges.
Los paratextos
Dejando de lado sus palabras y frases, y antes de pasar al contenido de sus cuentos, creo prudente detenerme en aquello que no es considerado el texto en sí, pero que lo acompaña. Existe, dentro del relato borgiano, un uso particular de los paratextos. En Borges, dejar de lado el epígrafe o saltarse la nota al pie de página (falsa, cabe recalcar) puede ser un error que podría traer como inevitable consecuencia no entender el cuento, o por lo menos perderse gran parte de él. Presentaré a continuación el caso particular de dos cuentos, El Aleph y El inmortal.
El Aleph
Este cuento tiene dos epígrafes que esclarecen gran parte de su contenido, pues leyéndolos es posible tener más clara la idea de un Aleph y lo que puede hacer. El primero pertenece a la obra Hamlet (II,2) de William Shakespeare: “O God, I could be bounded in a nutshell and count myself a King of infinite space”,7 e indica dentro de este cuento la tesis de que todo un mundo puede estar contenido en un espacio diminuto: el Aleph es un punto casi imperceptible ―al menos de que estés acostado en el piso y resulte que mires exactamente donde debes mirar― donde todos los puntos del mundo convergen. Es, en definitiva, un mundo entero metido en una cáscara de nuez.
El segundo epígrafe pertenece al libro Leviatan (IV, 46) del filósofo Thomas Hobbes:
But they will teach us that Eternity is the Standing still of the Present Time, a Nunc-stans (as the Schools call it); which neither they, nor any else understand, no more than they would a Hic-stans for an Infinite greatness of Place.8
El nunc-stans o “estar en el presente” y el hic-stans o “estar aquí” son dos concepciones filosóficas relacionadas con la idea de que la Eternidad es el estar quieto en el presente. Una concepción que si bien es imposible dentro de una realidad humana, es posible dentro del Aleph, pues si todo está pasando al mismo tiempo, si el Aleph es un punto donde todos los puntos convergen, entonces es un punto que se queda quieto, que está paralizado en un tiempo presente infinito y en un “aquí” inamovible. Quedarse sin moverse dentro del Aleph es, una vez más, como quedarse dentro de la cáscara de nuez.
Luego, tenemos las notas al pie de página, las cuales son creadas por Borges de acuerdo con la ficción que cuenta. A veces sirven para acentuar o dar más verosimilitud a la motivación realista con la que comienza la historia; otras, son aportaciones que se deciden dejar fuera del texto, pero que forman parte de la narración, como es el caso de este cuento.
Cuando Carlos Argentino Daneri le está recitando a Borges sus poemas por primera vez, este no emite opinión alguna, sin embargo la nota al pie nos refiere lo siguiente:
Recuerdo, sin embargo, estas líneas de una sátira en que fustigó con rigor a los malos poetas.
Aqueste da al poema belicosa armadura
De erudición; estotro le da pompas y galas
Ambos baten en vano las ridículas alas...
¡Olvidaron cuitados el factor HERMOSURA!
Sólo el temor de crearse un ejército de enemigos implacables y poderosos lo disuadió (me dijo) de publicar sin miedo el poema
El pie deja claro aquello que el texto en sí sólo insinúa: Borges considera a Daneri un poeta pobre al adjuntarlo a ese grupo de “malos poetas” que se han olvidado que las palabras pomposas y elevadas no hacen que un poema tenga, necesariamente, hermosura. Veremos que esta es la postura que Borges asume como su poética en el poema Arte poética: “Cuentan que Ulises, harto de prodigios/ lloró de amor al divisar su Ítaca/ verde y humilde. El arte es esa Ítaca/ de verde eternidad, no de prodigios”.
Sin embargo, en la historia, el poeta Daneri obtiene mayor reconocimiento y fama que Borges, y al ganar el Segundo Premio Nacional de Literatura le escribe una carta que no aparece en el texto, sino a pie de página, en la que se evidencia, de una vez por todas, la competencia que estos dos poetas vienen desplegando desde el inicio de su relación:
"Recibí tu apenada congratulación", me escribió. "Bufas, mi lamentable amigo, de envidia, pero confesarás... ―¡aunque te ahogue!― que esta vez pude coronar mi bonete con la más roja de las plumas; mi turbante, con el más califa de los rubíes.
El inmortal
El epígrafe que da paso al cuento pertenece a la obra Essays (LVIII) del filósofo inglés Francis Bacon y es clave para entender un particular comportamiento de estos seres llamados los Inmortales:
Solom saith: There is no new thing upong the earth. So that as Plato had an imagination, that all knowledge was but remembrance; so Solomon given his sentence, that all novelty is but oblivation.9
Si la novedad no es más que el olvido, entonces la reacción de los trogloditas frente a la lluvia es comprensible, pues esta les causa gran admiración y éxtasis debido a que no la han visto ni sentido en muchos años. La lluvia sirve como detonante, es una novedad que los lleva a recordar y, por ende, a conocer: luego de este evento Argos adquiere la facultad de hablar y se presenta como Homero.
Es este mismo olvido o desconocimiento el que permite que Homero y Cartaphilus/Flaminio Rufo se confundan en un solo personaje. Recién un año después Cartaphilus/Falminio Rufo se dará cuenta de las incongruencias que hay en su relato y concluirá que “Yo he sido Homero; en breve, seré Nadie, como Ulises; en breve, seré todos: estaré muerto”.10 Este conocimiento se hace claro luego de recordar lo que ha escrito, de revisarlo y darse cuenta que se ha olvidado de algo que ya había presentado con anterioridad en su relato: “Nadie es alguien, un solo hombre inmortal es todos los hombres”.
En el uso de las notas al pie de página, tenemos que éstas están en el texto con el único propósito de darle mayor verosimilitud a la motivación realista que le da paso a este relato, según la cual la historia que se cuenta está relatada en un manuscritoque la princesa de Lucinge encontró en el último tomo de la Iliada que Cartaphilus le regaló. Al decir que “Hay una tachadura en el manuscrito: quizá el nombre del puerto ha sido borrado”,11 se le está dando autenticidad a este manuscrito al otorgarle corporeidad. En la siguiente cita, en cambio, se reafirma la motivación realista al atribuirle a un ensayista y novelista argentino, real y contemporáneo, una explicación acerca de uno de los personajes que aparecen en el relato:
Ernesto Sábato sugiere que el « Geambattista » que discutió la formación de la Ilíada con el anticuario Cartaphilus es Geambattista Vico; ese italiano defendía que Homero es un personaje simbólico, a la manera de Plutón o de Aquiles.
Los referentes
Como mencionamos en el apartado anterior, Borges creaba motivaciones realistas para dar inicio a algunos de sus cuentos con el propósito de justificar ante el lector la existencia de las historias contadas. En el caso de El jardín de los senderos que se bifurcan, el relato es la “declaración , dictada, releída y firmada por el doctor Yu Tsun”12 que se encuentra en la página 242 de la Historia de la Guerra Europea; en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius se nos presenta este mundo a través de un tomo de la Anglo-American Cyclopedia , referida por Bioy Casares: tanto la enciclopedia como Casares, existen en la realidad; el carácter de chisme de La intrusa y por último, el manuscrito del inmortal es encontrado dentro del último tomo de la Ilíada de Pope. La mayoría de estas motivaciones traen datos de la realidad: batallas, enciclopedias, lugares, etc.
Sin embargo, la motivación realista no es el único momento en el que Borges nos da datos de la cultura. Sus cuentos están llenos de referentes culturales e intertextualidades, tanto de Argentina como de Europa o el lejano Oriente, aunque es evidente que hay más de los últimos que del primero. Así, leer Borges es tener en nuestras manos un fragmento de la humanidad.
Por ejemplo, El hombre de la esquina rosada y La intrusa están llenos de datos propios de la cultura criolla de Argentina: la milonga, el dialecto, los pseudónimos, el placero, la caña, las peleas de cuchillo, el chisme, los oralidad orillera, el compadraje, entre otros. En cambio, en El inmortal se puede encontrar referencias al lejano Oriente, como Bulaq, Samarcanda y Bombay, o a Europa, como la batalla del puente de Stamford en Inglaterra, o la ciudad de Leipzig en Alemania. Existen referencias a libros e enciclopedias, se nombra innumerables veces a las Mil y una noches, se dan datos culturales judíos (como la referencia al Golem en el poema del mismo nombre), sin mencionar los tantos artefactos que se nombran en la postdata de El Aleph, la intertextualidad con la mitología griega en La casa de Asterión, u Homero apareciendo como uno de los Inmortales. Todos estos datos hacen que sea muchas veces necesario leer a Borges con Enciclopedia (o en el caso particular de las nuevas generaciones, Wikipedia) a mano.
Los temas y símbolos recurrentes
En sus cuentos, se dan temas recurrentes que suelen estar acompañados de sus respectivos símbolos. Si Medardo Ángel Silva dice en una caricatura de 1918 de la revista Patria que para hacer un poema Modernista bastaba incluir una sonata de Chopin, un cisne, una princesa y la luna; entonces para hacer un cuento borgiano solo es necesario hablar sobre el tiempo o la memoria, tener en el cuento un espejo, un laberinto o un juego de ajedrez, y arrancar con un escrito encontrado en algún libro.
Los temas en Borges son de corte filosófico: el tiempo y la eternidad, la memoria y la creación atraviesan sus textos. La concepción borgiana del tiempo encuentra su exposición más clara en El jardín de los senderos que se bifurcan. El tiempo que se representa dentro del jardín o en la novela de Ts’ui Pen, es de carácter no lineal, pues cada decisión que tomamos bifurca el tiempo, haciendo de este un entretejido en el que puntos se pueden cruzar, convirtiéndose en un tiempo-espacio simultáneo y por ende, eterno.
La simultaneidad se simboliza en el laberinto y los espejos. El laberinto es ininteligible para el ser humano que no está acostumbrado a lo simultáneo. Podemos ver que nadie comprendía la novela de Ts’ui Pen, que era “un laberinto de símbolos (…) Un invisible laberinto de tiempo”;13 o que, según Cartaphilus “un laberinto es una casa labrada para confundir a los hombres; su arquitectura, prodiga en simetrías, está subordinada a ese fin”,14 como lo está la casa de Asterión.
El espejo, por otro lado, refleja al ser humano y lo multiplica: el espejo es lo uno y lo otro, es, según el poema Arte poética, el que “nos revela nuestra propia cara”. Al mismo tiempo, al contraponerse con otro espejo, crea un infinito laberinto de reflejos: mostrando la eternidad. El río será otro símbolo del tiempo y esta eternidad: “Mirar el río hecho de tiempo y agua/ y recordar que el tiempo es otro río”. Un río capaz de darle la eternidad a quien beba de él.
El Aleph es la cristalización de la eternidad y la simultaneidad, es poder ver todos los espejos al mismo tiempo, situándose en un “aquí” inamovible: por eso el Aleph es destruido cuando derrumban la casa. Sin embargo, lo importante aquí es dejar claro que si bien el Aleph es capaz de mostrarle todo al humano. El humano no es capaz de absorberlo, y menos aún transmitirlo, pues su forma de pensar y el lenguaje no lo permiten. Debido a que no podemos almacenar toda la información, tenemos una memoria, y por ende tenemos el olvido, que siempre nos conquista: hemos olvidado el terrible Nombre, volvemos a perdernos en el mismo laberinto, volvemos a aprender y nos volvemos a sorprender.
Otro tema recurrente es la creación. En Las ruinas circulares, el mago “quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad”, quería crearlo. El acto de la creación se da a través del sueño y de la palabra en Borges, ya sea escrita o pronunciada. En el caso de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, tenemos un mundo que existe porque hay una evidencia escrita de esto: sin ese tomo particular de la Anglo-American Cyclopedia, Uqbar no estarían en discusión dentro del mundo real. Por otro lado, el poema El Golem, muestra a una criatura que es creada gracias a la pronunciación de “el Nombre que es Clave”. El Golem es creado por un rabino, y el rabino es creado por Dios, al igual que el mago sueña y crea al nuevo mago, sólo para darse cuenta que él también es una creación imperfecta: “En la hora de angustia y de luz vaga,/ en su Golem los ojos detenía./¿Quién nos dirá las cosas que sentía/ Dios, al mirar a su rabino de Praga?”.
Este ha sido un breve vistazo a algunos de elementos que caracterizan los cuentos de Borges. Son, en definitiva, los que trazaron la división entre un cuento tradicional y un cuento borgiano, y en parte, los que hacen que este autor sea uno de los más estudiados a nivel mundial. Borges es de aquellos autores que nos mantendrá ocupados durante mucho tiempo más.
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1 Borges, Jorge Luis. Ficcionario, una antología de sus textos. México: Fondo de Cultura Económica, 2003. Pág.:70
2 Ibid. Pág.: 69
3 Borges, Jorge Luis (1944). Ficciones. Madrid: Alianza Editorial, 2008. Pág.: 211
4 Borges, Jorge Luis (1949). El Aleph. Madrid: Alianza Editorial, 2008. Pág.: 177
5 Borges, Jorge Luis (1944). Ficciones. Madrid: Alianza Editorial, 2008. Pág.: 57
6 ibid. Pág.: 105
7 Oh Dios, podría estar apresado en una cáscara de nuez y creerme rey del espacio infinito.
8 Nos enseñaran, sin embargo, que la Eternidad es la paralización del Tiempo Presente, el Nunc-Stans (como las Escuelas lo llaman); al cual ni ellas, ni nadie comprende, no más de lo que comprenderían el Hic- Stans, referido a una infinita grandeza del espacio.
9 No hay nada nuevo sobre la tierra, dijo Salomón. Así como Platón imaginaba que todo conocimiento no es más que remembranza, así Salomón expresó su sentencia de que toda novedad no es más que olvido.
10 Borges, Jorge Luis (1949). El Aleph. Madrid: Alianza Editorial, 2008. Pág.: 30
11 Ibid. Pág.:27
12 Borges, Jorge Luis (1944). Ficciones. Madrid: Alianza Editorial, 2008. Pág.: 100
13 Borges, Jorge Luis (1944). Ficciones. Madrid: Alianza Editorial, 2008. Pág.: 110
14 Borges, Jorge Luis (1949). El Aleph. Madrid: Alianza Editorial, 2008. Pág.: 17