POR: KARINA SÁNCHEZ.
Nota de los editores: Este texto nos fue compartido por Karina Sánchez, una quiteña de 31 años que actualmente cursa una maestría en Estudios del Arte y es propietaria de la librería independiente Tolstói, esto último es el motivo por el cual surge lo que van a leer a continuación. A propósito del reciente día del libro creemos importante compartir esta opinión y ampliar el debate.
Aprovechando la coyuntura por el ‘Día del Libro’, hace unos días tuve que responder a las preguntas de una periodista de un diario, en las que se señalaban varios datos del INEC sobre el tema de la lectura y los libros. Dicho organismo ubica a las principales razones del porqué no se lee en el país: a la falta de tiempo y a la falta de interés; pero estas razones responden a preguntas mal planteadas y que no profundizan en torno a los verdaderos motivos de la falta de lectura en sectores mayoritarios de la población.
En primer lugar, en el país no existen políticas efectivas en torno al libro; no existe, ni ha existido una fuerte inversión en bibliotecas públicas, necesarias para la creación de un hábito lector entre la población.
Por otro lado, el costo de los libros es alto, debido principalmente a los gastos de envío y trámite, súmese a ésto cobros abusivos de IVA por parte de empresas de courier (en mi caso personal, de la empresa DHL), a pesar de que existe una ‘Ley del Libro’ que intenta fomentar y apoyar las actividades relacionadas con el libro, pero que en la práctica no es efectiva. La Cámara del Libro no ha establecido ningún tipo de convenio con las empresas de courier, a diferencia de otros países, tal es el caso de Argentina, que cuenta con convenios para el abaratamiento de costos de transporte, favoreciendo a una distribución a nivel internacional, o en el caso europeo, en donde en varios países el transporte de libros no tiene costo. (Además de que ser miembro de la Cámara del Libro, no me sirvió de nada al plantear mis quejas a DHL, es más, nunca obtuve ninguna respuesta de parte del presidente de la Cámara, por lo que decidí retirarme de dicho organismo.)
Otro factor importante es la escasa profesionalización dentro del campo editorial, y por ende su escasa producción, los pocos esfuerzos que existen son aislados. Viniendo desde el sector estatal, las pocas iniciativas que existen son insuficientes, se publica pero hay falencias en la distribución. E incluso a nivel de universidades se publica muy poco.
Los datos estadísticos del INEC no dicen mucho de lo que sucede en cuanto a la lectura y al libro, y responsabilizan al individuo de su falta de lectura, cuando el asunto de fondo es el poco acceso que se tiene al libro, (a pesar de que ahora la tecnología ha facilitado una mayor difusión de ciertos textos.), los lectores se construyen, -obviamente los centros urbanos más grandes son los que tienen más acceso a libros, educación y tecnología-, y el Estado debería garantizar un acceso cada vez mayor si desea que la lectura sea más difundida.
Y no se trata de defender un bien llamado ‘cultural’, -a pesar de que esta ‘mercancía’ cuente con leyes propias que lo amparan-, no considero que el libro está por sobre otras formas y otros ‘consumos culturales’, que variarán dependiendo de cada pueblo y cada cultura; pero lo que me parece digno de defender es lo que encierra el libro: la literatura, la poesía, la filosofía, el arte; capaces de expandir nuestra visión de lo dado, de desestabilizar la razón imperante sobre las cosas del mundo y construirnos como seres reflexivos.///MATAVILELA