POR: LEIRA ARAUJO.
Violencia y lenguaje
Ivonne Bordelois plantea, en La palabra amenazada, una nueva estructura del pensamiento a
partir del lenguaje, en el cual la palabra como tal goza de independencia y
sobre ella se construyen criterios, conceptos y metáforas para explicar su
funcionamiento. Así como el ser humano genera violencia desde el instante en el
que piensa en este concepto y lo verbaliza, a su vez se violenta a la palabra
con “el prejuicio que la define
exclusivamente como un medio de comunicación” (Bordelois, p. 11) negándole las
infinitas posibilidades ligadas a lo lúdico, a la poesía, a la experimentación
dentro del campo lingüístico. Incluso, en este juego con la palabra se produce
placer, se experimenta goce estético, e Ivonne Bordelois establece un nexo
entre este acto y el erotismo.
“Entre la lengua parlante y la oreja escuchante hay una
relación análoga a la que existe entre el falo y la vulva.” (Bordelois, p.
12) Y esta libido gracias al sistema
simbólico puede trasladarse a las palabras y al sentido que se construye al
anexar unas con otras, al contextualizarlas, al crear; prevaleciendo este
carácter sobre otras particularidades de la palabra. A través de la palabra también se descubre,
no es fortuito por ello que los etimólogos encuentren placer en hallar nexos
entre palabras con sentidos radicalmente opuestos pero que provienen de una
misma raíz, que a través de los años han sido modificadas para el uso y las
necesidades humanas; siendo nosotros en nuestra cotidianidad los principales
agentes de violencia sobre ellas. Mas,
no siempre fue así, utilizado como objeto cualquiera, y destaca a los poetas
como Shakespeare o Marlowe, que se atrevieron a contemplar la belleza y a escuchar las palabras, a
tomarlas como nuevas, a valorar las posibilidades que les brindaban, a
encontrarles el valor fonético, simbólico, literario dentro de su lengua
particular: el inglés.
Poesía y lenguaje
La palabra no puede ser efímera. Keats propuso que todo lo
que es bello de verdad, perdura y dentro de ese sentido, lo ha hecho en
cualquier etapa histórica. Bordelois cita versos de Lorca y de Neruda,
ratificando que en lugares diversos, de autores diferentes, en géneros y
estilos variados y situaciones políticas, la palabra es lo único que perdura
gracias a la poesía. Parafrasea a Alfonso Reyes porque la poesía “es el baile
del habla” (Bordelois, p. 86) exigiéndonos disfrutarla sin necesidad de
intentar comprenderla como queremos capturar el sentido de todo lo que nos
rodea, porque la poesía no es definible.
Se destaca que la poesía retoma la experiencia inerte: las
particularidades de un día que se escapan, los detalles de la vida en sí y que
combinada con silencios produce la verdadera recepción de belleza en un lector.
La poesía no está dirigida al lector, sino al lenguaje; pero se construye
nuevamente gracias a la interacción con un lector. Y aquí, en el carácter
subjetivo de la palabra y su uso, se llega a una conclusión: “Es preciso decir
que el carácter inasible de la poesía es uno de sus poderes, pero también una
de sus mayores debilidades” (Bordelois, p. 89) pues se puede ocultar en ella a
modo de panfleto, descargas políticas, y demás consideraciones ajenas del todo
al sentido poético y al énfasis lírico de un poeta que sólo escribe para
contemplar y crear algo bello e intangible que genere algo en un lector.
Este texto busca la apertura de los lectores ante la palabra
como algo más que parte del lenguaje, de un idioma, de un medio de
comunicación. La palabra debe jugar y debe ser usada en el juego poético, pues
a través de éste la belleza continúa perpetuándose, transmitiendo y generando
emociones, contando lo que no se comunica, lo que se aprehende, lo que se
adhiere a nuestra conciencia como un flujo de realidad no contemplada y eso es
algo universal e ilimitado.
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Bordelois, I. (2003). La palabra amenazada. Libros del
Zorzal, Buenos Aires. (Páginas 11-12, 86-89)