miércoles, julio 24

El humor en Don Quijote de la Mancha

POR: KATHERINE MARTÍNEZ. 

El humor humano en el Quijote

He decidido titular mi teoría del humor sobre Don Quijote de la Mancha el humor humano porque a lo largo de la gran obra de Cervantes se han encerrado situaciones de real comicidad  que se han ido modulando, adquiriendo matices (parodia, humor negro, fisiológico y situaciones) que hacen que la risa fluya de forma natural, sin ningún tipo de fuerza externa que conviertan a las escenas en una real payasada. Quizás si puedo estar hablando de una intencionalidad, que más adelante en las diferentes estaciones humorísticas por las que pasa nuestro ingenioso hidalgo y la gran historia de sus andanzas se irán comprobando.

Además de darle una característica propia a mi ensayo, también he de valerme de la teoría de la risa de Henri Bergson. La risa, ensayo titulado de esta forma tan simple y directa, hace un recorrido sobre lo qué lo cómico engloba en su modus operandi. Yendo desde la situación más básica, ahondar en minucias de los elementos de la historia; hasta poder envolver y tomar de un solo puñado el mundo ficcional y encontrar las pinceladas cómicas, eso hace Bergson y eso mismo haré yo con mi propia teoría.

¿Por qué humor humano?

La risa emerge en el preciso momento de la levedad. Ya los cuerpos dejan de ser rígidos y se prestan a entrar en la suavidad de lo no planificado. Los escenarios móviles pero las situaciones llenas de cierta monotonía es la principal característica de lo que se llama vivir la vida, Bergson, llama a estas dos situaciones tan cotidianas Tensión y elasticidad:

Tensión y elasticidad,  he ahí dos fuerzas complementarias que hacen actuar  la  vida.  ¿Llegan  a  faltarle  en  gran  medida  al  cuerpo?  Entonces  surgen  los accidentes de toda índole, los achaques, la enfermedad. ¿Es el espíritu el que carece de ellas? Entonces sobrevendrán  todos los grados de la pobreza psicológica,  todas las variedades de la locura. ¿Es el carácter el que está falto de ellas? Pues entonces se seguirán las profundas inadaptaciones a la vida social, fuentes de miseria, y a veces ocasiones de actos criminosos.1

La risa es entonces un acto que va contracorriente y lucha contra la represión del diario acontecer, que muchas veces es repetitivamente rígido. Bergson explica que si la tensión es lo cómico, la risa es lo elástico y es el orden social que impide que quienes somos organismos activos de él, caigamos en lo leve de la elasticidad.

En este combate, diría yo, entra nuestro valiente caballero andante. Recordando un poco cómo se nos adentra en el mundo del Quijote podríamos resumirlo en que era un hidalgo de mediana escala dentro de la nobleza, poseedor de una pequeña hacienda, aficionado a la cacería pero que al dedicar sus días de turbio en turbio y sus noches de claro en claro a la lectura de libros de caballería había perdido la razón. Se llega al punto de contar que vendió tres cuartas partes de sus propiedades y los menajes dentro de ella. Ubicando estas características dentro de la rigidez y elasticidad que nos propone Bergson, digamos que todo lo que pertenece al plano del socialmente reconocido,  están todas las actividades a las que se dedicaba el Quijote pre lectura de libros de caballerías. La elasticidad llega con la lectura de éstos y emprendimiento de sus nobles hazañas.

Y es desde la elasticidad donde empezaremos lo cómico: Don Quijote se equipa de  armadura de caballero para poder partir al mundo y enfrentar a los villanos que hacen de su mundo un lugar detestable. Pasando los límites del soñador y del plano de lo real, conformado por quienes lo observan realizar tantos disparates, es ahí donde reposa la comicidad. Visto desde esta óptica, el humor no cae en el simple hecho de querer someter a este personaje a una serie de aventuras que se convertirán en desventuras, sino en como sus propias ansias por verse inmerso en hazañas es lo que le traerá malos resultados.

El Quijote no es simplemente el loco que perdió la razón por culpa de los libros de caballerías, es quien rechazó su tiempo por parecerle detestable para poder vivir dentro del que la justicia y la honestidad eran la carta de presentación. Vivir lo propio.

Supongamos, para poner un ejemplo concreto, que un individuo sea dado a la lectura de novelas de amor o de caballería y que atraído y fascinado por sus héroes, venga lentamente, de día en día, concentrando en ellos su pensamiento y su voluntad. Vedle cómo acaba por circular entre nosotros como  un sonámbulo. Sus acciones  son distracciones,  sólo que estas distracciones son imputables a una causa conocida y real. No son ya pura y simplemente ausencias,  sino  que  se  explican  por  la  presencia  del  individuo  en  un  ambiente perfectamente definido, aunque imaginario.2

Como es obvio, este personaje conocido con nuestro valeroso Don Quijote debe valerse de este mundo exterior para poder justificar su existencia dentro de él. Ausencia de razón, quizás, sin embargo, presencia al habitar un terreno árido y hacer móviles sus escenarios. Recordemos que el Quijote se mueve en dos planos de la vida: la tensión y la elasticidad. La tensión no simplemente es lo inamovible, estático, sino también sucesos de gran relevancia. A lo largo de su recorrido se tropieza con momentos en el que ya no es un caballero andante sino un hombre de ricos razonamientos. Estas situaciones sirven para poder matizar la sinrazón con la posesión de ese lado apolíneo de nuestro héroe.

Por el momento todavía es hora de seguir ubicando la comicidad dentro de la macro ficción las manifestaciones de humor. El Quijote es un personaje cómico por una razón: su estado deviene del plano de su realidad dentro de la ficción y el delirio del caballero andante. Una de las características más notorias de esta afirmación cae en preguntarse qué es lo que ve Don Quijote. Junto a Sancho parte desde Puerto Lápice en busca de aventuras que honren a su amada Dulcinea del Toboso. Podríamos decir que la pérdida de “seso” del héroe viene con una serie de alteraciones en la visión. Con esto me refiero a que, mientras nosotros nos ubicamos en el plano de la ficción verdadera con la descripción que nos hace el narrador, el Quijote nos hace ver con sus ojos lo que percibe de su entorno:

¬Quisiera hallarme en términos, fermosa y alta señora, de poder pagar tamaña merced como la que con la vista de vuestra gran fermosura me habedes fecho; pero ha querido la fortuna, que no se cansa de perseguir a los buenos, ponerme en este lecho, donde yago tan molido y quebrantado, que, aunque de mi voluntad quisiera satisfacer a la vuestra, fuera imposible.

Utilicé este pasaje de Maritornes en la cama del Quijote porque es uno de los instantes en que el plano del delirio de este personaje se fortalece y no hay una línea de reconocimiento de la realidad circundante puesto que los siguientes sucesos seguirán abonando a la risa. Sin embargo, la escena sola del caballero manifestando su pena a la hermosa dama que lo ha visitado no sería un efecto cómico sin la ayuda del narrador. Los planos simultáneos narrados con eso tono tan real y negro son los que nos hacen caer en que la locura del Quijote no solo lo convierte en un soñador constante sino que sus distracciones del mundo real son las que aportan a que su estado sea risible, no por la poca seriedad que implica ser un caballero sino porque está tan dentro de él, de su papel, que coloca en la superficie su estado ideal de hidalgo, si viera lo que realmente ocurre no habría caballería ni habría qué defender:

Esta maravillosa quietud, y los pensamiento que siempre nuestro caballero traía de los sucesos que a cada paso se cuentan en los libros autores de su desgracia, le trujo la imaginación una de las más estrañas locuras que buenamente imaginarse pueden; y fue él que se imaginó haber llegado a un hermoso castillo (que, como se ha dicho, castillos eran a su parecer todas las ventas donde alojaba), y que la hija del ventero lo era del señor del castillo, la cual, vencida de su gentileza se había enamorado dél y prometido que aquella noche, a furto de sus padres, vendría a yacer con él una buena pieza; y teniendo toda esta quimera (que él se había fabricado) por firme y valedera, se comenzó a acuitar y a pensar en el peligroso trance en que su honestidad se había de ver, y propuso en su corazón de no cometer alevosía a su señora Dulcinea del Toboso, aunque la mesma reina Ginebra con su dama Quintañona se le pusiesen adelante. 4
(…) Pero apenas llegó a la puerta, cuando don Quijote la sintió, y, sentándose en la cama, a pesar de sus bizmas y con dolor de sus costillas, tendió los brazos para recibir a su fermosa doncella.

Las asturiana, que, toda recogida y callando, iba con las manos delante buscando a su querido, topó con los brazos de don Quijote, el cual la asió fuertemente de una muñeca, y tirándole hacia sí, sin que ella osase hablar palabra, la hizo sentar sobre la cama. tentóle luego la camisa, y aunque ella era de harpillera, a él le pareció ser de finísimo y delgado cendal. Traía en las muñecas unas cuentas de vidro; pero a él le dieron vislumbres de preciosas perlas orientales. Los cabellos, que en alguna manera tiraban a crines, él los marcó por hebras, de lucidísimo oro de Arabia, cuyo resplandor al del mesmo sol oscurecía. Y el aliento, que, sin duda alguna, olía a ensalada de fiambre y trasnochada, a él le pareció que arrojaba de su boca un olor suave y aromático (…)6

Aunque ya es de conocimiento general que el Quijote vive en su plano de ensoñación todo lo que duran sus tres salidas, este estado es lo que hará que sus distracciones se conviertan en su sello, en su característica. No nos reímos de su locura, es más participamos de ella por más que sepamos la verdad. No funcionamos como anagnórisis de la locura, avanzamos con él porque tan dentro estamos de su historia como del papel que desempeña. Las motivaciones del hidalgo son la búsqueda de la justicia para que sea recompensado en el plano amoroso. Es por eso que más que testigos (lectores) asumimos el rol de cómplices: necesitamos que el héroe se enfrente a lo que él dice enfrentarse. Cuando lo hace, naturalmente también estamos frente a su derrota.

Don Quijote es un personaje de acciones intensas. No nos reímos frente al resultado de su derrota sino al proceso volitivo que se desenvuelve antes de aventurarse. En este caso, el humor es propiciado porque conocemos de la locura. Por ende, la locura del caballero nada bueno le va a traer. No es que viva de desdén en desdén, solo que factores externos a su contexto social y cultural son los que operan en su contra y buscarán la forma de traerlos a la realidad. A manera de ejemplo, tenemos la aventura de los molinos de viento, el Quijote dice ver gigantes mientras que Sancho es quien le dice constantemente que no, que son molinos de viento y que se está arriesgando a que salga maltratado. Sin embargo, es el Quijote que valerosamente asume su rol de caballero y decide enfrentarse a los molinos. Obviamente, el resultado fue haber terminado elevado y molido a palos, pero ahí se ve que la convicción y la voluntad operan como el factor cómico: sin lanza, sin proferir palabras de honor, no hay caballero, no hay derrota.

Este personaje no solamente vive en sus distracciones sino que para su entorno él es una distracción. Rompe con el orden social y también él se encarga de romper su estado. Decide vivir lo que lee en sus libros de caballería y no simplemente ser un lector más. Pero, profundizando más en la distracción, lo que hace el Quijote es que ya teniendo la motivación de sus lecturas, escarba en lo que ya ha expirado y le da vida a su entorno. Otro ejemplo a analizar se da en el capítulo II desarrollándose hasta el III cuando el Quijote decide salir de su casa para iniciar su recorrido pero no tiene quien lo arme de caballero y va a una venta para comer un poco, ahí el ventero se ofrece por conocer algo de libros de caballería. Sin embargo se inicia un ritual de burla porque jamás algo tan extraño ha pisado tal terreno: un hombre en armadura, con lanza y caballo diciéndose llamar Don Quijote. Bergson maneja un concepto de la vestimenta como objeto de risa. El cuerpo pasa a ser no simplemente materia sino que es portador de un algo que lo anima:

De que el cuerpo vivo tomaba la rigidez de una máquina. Nos imaginábamos al cuerpo vivo como la flexibilidad perfecta, como la actividad siempre despierta de un principio en constante elaboración. Pero esta actividad debía de ser más propia al alma que al cuerpo. Debía de ser la llama misma de la vida, encendida en nosotros por un principio superior y vislumbrado a través del cuerpo por un efecto de transparencia.  Cuando no vemos en el cuerpo vivo más que gracia y flexibilidad, es que olvidamos cuanto hay en él de pesado, de resistente, de material; en suma, prescindimos de su materialidad para pensar tan sólo en su vitalidad, que atribuye nuestra imaginación al principio mismo de la vida intelectual y moral.7

Es decir que el Quijote funciona a través de la pesada armadura, lo que no solo lo hace ver chistoso sino vivo por la torpeza de los movimientos y el sonar constante del metal. Aparte del extraño efecto de encontrarnos con alguien vestido así cuando solamente eso ya representaría hojalata conmemorativa de las viejas guerras.

Me gustaría trabajar en el humor corporal. Aunque son pocos los episodios en donde se hace referencia al cuerpo, a las necesidades que aparecen fortuitamente, considero que es un punto válido.

En determinados episodios durante el desarrollo de la novela, se presentarán situaciones en que el cuerpo se desbordará. Quedará expuesto y eso producirá risas. El cuerpo pasa de ser un mecanismo individual a manifestarse abiertamente a servicio de la rapidez de su funcionamiento. Por un lado, está el humor fisiológico que, considero, es el más fuerte de todas las exposiciones corporales puesto que no se ve ningún recato al momento que ocurre y finalmente como el cuerpo es utilizado con el fin de ser ridiculizado.

El cuerpo también tiene distracciones, y como tal serán inoportunas. En el caso del humor corporal, las necesidades aparecen debido a la situación. Son inconscientes y simplemente el cuerpo actúa porque es la única forma en que se puede revelar. Por decirlo de otra forma, las necesidades corporales aparecerán como una manifestación al carecer de gesticulación. El cuerpo será quien se encargue de reanimar una situación de tensión: entonces será, para esta alma, lo que el traje era hace un instante para el cuerpo mismo, una materia inerte colocada sobre una energía viva. Y en cuanto tengamos un claro sentido  de esta superposición  no tardará en producirse la  impresión  de lo  cómico. Ocurrirá así en cuanto el alma se nos muestre perseguida por las necesidades del cuerpo; a un lado, la personalidad moral con su inteligente variedad de energías; a otro, el cuerpo  con  su  monotonía  estúpida,  interrumpiéndolo  todo  a  cada  paso  con  una terquedad de máquina.8

El caso del bálsamo de Fierabrás es el más conocido porque tanto El Quijote como Sancho se desaguan por entreambas canales. Sin embargo, las miserias del cuerpo también se verán expuestas cuando Sancho muere de miedo cuando su amo decide enfrentarse al peligro a la entrada de Sierra Morena. Sancho defeca:
 
En esto parece ser, o que el frío de la mañana, que ya venía, o que Sancho hubiere cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural (que es lo más se debe creer), a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo. Pues pensar de no hacer lo que tenía gana, tampoco era posible; y así, lo que hizo, por bien de paz, fue soltar la mano derecha, que tenía asida al arzón trasero, con la cual, bonitamente y sin rumor alguno, se soltó la lazada corrediza con que los calzones se sostenían, sin ayuda de otra alguna y, en quitándosela, dieron luego abajo, y se le quedaron como grillos. Tras esto, alzó la camisa lo mejor que pudo, y echó al aire entreambas posaderas, que no eran muy pequeñas. Hecho esto (que él pensó que lo más que tenía que hacer para salir de aquel terrible aprieto y angustia), le sobrevino otra mayor, que fue que le pareció que no podía mudarse sin hacer estrépito y ruido, y comenzó a apretar los dientes y a encoger los hombros, recogiendo en sí el aliento todo cuando podía; pero, con todas las diligencias, fue tan desdichado, que al cabo al cabo, vino a hacer un poco de ruido, bien diferente de aquel que a él le ponía tanto miedo. Oyólo don Quijote, y dijo:
-¿Qué rumor es ese, Sancho?
-No sé, señor –respondió él-. Alguna cosa nueva debe ser; que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco
(…)
-Páreceme, Sancho, que tienes mucho miedo.
-Sí, tengo –respondió Sancho-; mas ¿en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca?
-En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar –respondió don Quijote.9

Como podemos ver, el mecanismo corporal ridiculiza pero también funciona como una situación natural. Es decir que, gracias a lo impertinente del funcionamiento biológico, el personaje se debe encerrar en una serie de sucesos incómodos. Va desde el poder arreglárselas para no ser descubierto hasta que lo es. Entonces el cambio de estado y la forma de narración abonan a que no sola la situación sea chistosa sino las gesticulaciones y disparates a las que se ve sometido el personaje por resolver el predicamento.

Por otro lado, el suceso del manteo de Sancho se convierte en un ícono de risa. Más que nada porque se ve como resultado lo insultante que fue para este personaje haber sido puesto en ridículo. El cuerpo en este caso empieza a abandonar su estado rígido y torpe para ser, de cierta forma, devuelto a la vida. Lo mecánico sobre lo vivo, sobre la energía que no solamente un cuerpo invierte sino otros que operan para que así sea, es esencia de la comicidad. Quizás, esto no sea producto de la naturaleza, sino de una estrategia, pero que es válida puesto que se está sometiendo a una distracción al cuerpo, al transformarlo en una cosa:

El ser vivo de que se trata es un ser humano, una persona. En cambio el aparato  mecánico  es  una  cosa.  Lo  que  movía,  pues,  la  risa  era  la  transformación momentánea de una persona en una cosa. Pasemos de la idea precisa de máquina a aquella otra más confusa de cosa en general, y tendremos una nueva serie de imágenes ridículas, que se obtendrán esfumando los contornos de las primeras y que nos llevarán a formular esta nueva ley: «Nos reímos siempre que una persona nos da la impresión de una cosa.»10

Por la parte del humor corporal, no solo es el cuerpo y sus miserias el que funcionan como actos cómicos sino su cosificación. Fácilmente nos da risa ver un cuerpo inerte siendo manipulado por otros. El lenguaje corporal no es mero artificio, el cuerpo es parte del personaje no simplemente su dimensión psicológica. Las situaciones que se desembocan utilizando al cuerpo como un pretexto iluminan la clara idea de que las torpezas no son parte de la inconciencia, sino de actos reflejos.

La forma de expresarse es parte de la inconciencia. Para poder referirme a este punto, tomaré como eje principal a Sancho Panza. El escudero del Quijote es un gran dinámico de la lengua, ya conocemos desde los primeros capítulos como el fiel Sancho cambia los nombres de los personajes, a manera de ejemplo está el cambio semántico de homicidios a omecillos. En la segunda parte del libro, Sancho tendrá una participación mucho más activa y mucho más cómica. Empezando por la cadena de refranes que va hilando en cada una de sus conversaciones, pero considero mucho más memorable es el episodio en que durante una plática del Capítulo XII al inicio de él. El Quijote y Sancho aclaraban que el teatro es solo una metaforización de la vida real y el sabio escudero responde de manera inteligentemente reflexiva:

-Brava comparación- dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio, y en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, es como dar con la vida en la sepultura.11

Este es el inicio de lo que más adelante se verá en la estocada final por parte de la reflexión del escudero. Podría decir que este es el típico juego de tratar de ser. Con esto me refiero a que Sancho puede tener una idea bastante ordenada, justo en este pasaje suena discreto y el Quijote lo felicita por su forma tan elegante de hacer comparaciones y llegar a un argumento completamente válido a través de un fino comentario, solo que Sancho jamás puede dejar de ser el Sancho de la primera parte, a pesar de su quijotización y mantenerse en esa línea de la prudencia, debe decir algún disparate producto de ese momento dionisiaco, de lanzar las palabras que elegantemente él dice pronunciar solo que tal ocurrencia es risible:

-Cada día, Sancho- dijo Don Quijote-, te vas haciendo menos simple y más discreto.
-Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced- respondió Sancho-; que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas vienen a dar buenos frutos; quiero decir que la conversación de vuestra merced ha sido el estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caído; la cultivación, el tiempo que ha que le sirvo y comunico; y con esto espero de dar frutos de mí que sean de bendición, tales, que no desdigan ni deslicen de los senderos de la buena crianza que vuesa merced ha hecho en el agostado entendimiento mio.12

Bergson explica que lo cómico de las frases es la proyección del personaje mismo solo que en las palabras. Sancho es la elasticidad del Quijote, por decirlo de alguna manera; mientras el ingenioso hidalgo profiere discursos de riquísimos contenidos, su escudero cae en la simplicidad. Simplicidad que no redunda en lo grotesco, en lo rústico e inclusive en el humor fácil. En el pasaje anterior ambos razonamientos de Sancho son producto de un acto deductivo, la representación de su campo de la experiencia tanto como el Quijote como el propio. Sancho ha llegado a la conclusión que la igualdad traspasará todo título nobiliario porque al fin al cabo todos vamos a la sepultura sin alguno, pero también ha asociado la esterilidad de un campo estéril (el poco conocimiento) con el abono (la riqueza del entendimiento del Quijote) que sería prácticamente una herencia o productor de un hombre nuevo. Simplemente éste último hace que Sancho se proyecte como es él: suelto de palabras:

Deslizándose por un efecto de rigidez o velocidad adquirida, se llega a decir lo que no se quería decir, o se llega a hacer lo que no se quería hacer: he ahí, como ya sabemos, una de las grandes fuentes de lo cómico. Esta es la causa de que la distracción sea esencialmente risible. Y es, además, la causa de que nos haga reír todo cuanto pueda haber rígido y de mecánico en el gesto, en las actitudes y aun en los rasgos de la fisonomía. 13

Regreso a lo mismo: Quijote es la rigidez del lenguaje, Sancho es la elasticidad. Lo es porque él es la esencia de lo cómico, no por su apariencia sino porque es una némesis del Quijote. Ambos tienen inteligencias distintas, ambos tienen campos de experiencias que van degradándose y también van en crecimiento. Por el lado de las inteligencias divergentes, es que el Quijote es poseso por el caballero, habla porque ve a través de sus ojos, mientras que Sancho es mucho más suelto porque es más real, y al ser así le toca asumir su papel.

Sancho Panza es su lenguaje. Reconocemos fácilmente que es él cuando estamos delante de un cambio de palabras y el Quijote vive corrigiendo o cuando estamos frente a la hilera de refranes que incluye en cada momento que habla. La carta de presentación de Sancho es su forma de hablar, de expresarse y sobre todo, de ser. Bergson explica que el lenguaje puede ser fabricado y un personaje puede caer en la levedad de las frases estereotipadas. Claramente este personaje nos va a resultar mucho más cómico de lo que imaginábamos porque dentro de su campo de acción solo existe un catálogo de diálogos. De ahí no se va a mover, va a permanecer. Sin embargo, Panza, no. Sancho crece a medida que su experiencia va tomando forma; pasa de ser simple a ser más sabio pero no por eso deja de ser Sancho. Las intervenciones humorísticas de Sancho se van dando como pinceladas y son de fácil reconocimiento. Cabe citar un pasaje posterior del mismo capítulo XII en que Sancho habla de las principales características de su señora Dulcinea del Toboso:

-No, por cierto- dijo Sancho, que allí junto estaba-, porque es mi señora como una borrega mansa: es más blanda que una manteca.14

Bergson trabaja el aspecto moral y físico de las palabras, yo lo aplicaré a este pasaje. Lo que se nos trata decir es que mucho más cómico es el efecto que se trata de afectar al sentido propio cuando se emplea el figurado. Sancho ha hecho en los dos pasajes, sin embargo, este que he citado tiene mucha más fuerza porque las comparaciones no solamente tienen que ver con el campo de acción del lenguaje del escudero sino que trata de suavizar aspectos tan nobles como los de su señora a características físicas de un objeto y patrones de conducta de un animal. Sancho se adueña de sus modos, pero jamás cae en la levedad dela grosería o simpleza. Es un acto espontáneo:

“Nos reímos siempre que nuestra atención se desvía hacía lo físico de una persona, cuando debiera concentrarse en su aspecto moral”. He ahí una ley que formulamos en la primera parte de este estudio. Apliquémosla al lenguaje. Podría decirse que la mayor parte de las palabras tienen un sentido físico y otro moral, según que se las tome en su acepción propia o en la figurada. Toda palabra se aplicó en un principio a designar un objeto concreto o un acto material; pero en su sentido fue espiritualizándose con el tiempo hasta convertirse en una relación abstracta o en una idea pura. Así, pues, para que nuestra ley sea aplicable a este caso, será preciso darle la siguiente forma: “Se obtiene un efecto cómico siempre que se afecta entender una expresión en su sentido propio, cuando se la emplea en el figurado”. O esta otra: “En cuanto nuestra atención se concentra sobre la materialidad de una metáfora, la idea expresada resultará cómica”.15
 
¿Entonces esta idea de la simpleza de Sancho en todas sus dimensiones queda negada? Por supuesto que sí, Sancho es uno de los personajes más complejos y con una pincelada humorística muy fina para la “simpleza” que dice el Quijote que tiene. En el pasaje del coloquio de Sancho Panza, en el que emprende un largo monólogo para poder maquinar cómo llevar a su amo al castillo –nunca encontrado– de Dulcinea del Toboso, hasta que encuentra a las pastoras y lleva a Don Quijote a donde ellas están. Ahí con mucha argucia le cuenta que está encantada, pero solo ante los ojos del Quijote porque Sancho la podía ver tan bella como decía verla:

–Reina y princesa y duquesa de la hermosura, vuestra altivez y grandeza sea servida de recibir en su gracia y buen talante al cautivo caballero vuestro, que allí está hecho piedra mármol, todo turbado y sin pulsos de verse ante vuestra magnífica presencia. Yo soy Sancho Panza su escudero, y él es el asenderado caballero Don Quijote de la Mancha, llamado por otro nombre el Caballero de la Triste Figura.16

–¡Oh princesa y señora universal del Toboso! ¿Cómo vuestro magnánimo corazón no se enternece viendo arrodillado ante vuestra sublimada presencia a la coluna y sustento de la andante caballería?17

Bergson se vale de dos conceptos que no tienen nada que ver con este pasaje pero que, causan otro efecto bastante aplicable a esta situación. La inversión e interferencia son dos caminos del humor que consisten en invertir el orden de los sentidos de frases que pertenecen al nuevo campo de experiencia del personaje con sonidos relativamente parecido al de la idea fundamental. Ahí está la operación de cambiar homicidios por omecillos. La transposición es una regla que deviene de la inversión y consiste en repetir situaciones pero con personajes distintos a la original. En este caso, Sancho adquiere el lenguaje elevado del Quijote para poder hacerle creer todo lo que había maquinado:

Imaginemos un artificio que la transporte a un nuevo ambiente, pero conservando la relación que guardan entre sí, o en otros términos, si las obligamos a expresarse en otro estilo o a transportarse a un tono totalmente distinto, será el lenguaje lo que engrandará la comedia, el lenguaje será lo cómico.18  

A pesar de ser un pasaje doloroso para el Quijote, la intervención de Sancho no solo nos deja navegar en la idea de ser un excelente imitador y que todo el tiempo con el Quijote ha aprendido más de lo que nos imaginamos, sino que también fácilmente puede tener chispazos de soluciones para salvar su pellejo, en la que nosotros como lectores somos partícipes y fieles amantes de su humor.

A lo largo de la segunda parte habrá pequeños episodios humorísticos, a manera de ejemplo cuando el Quijote se cae por culpa de Sancho ante los duques al principio de su larga estadía junto a ellos. Dentro de la fase de mi teoría, el punto máximo del humor es precisamente el tiempo en que Quijote veranea en la casa de placer de los nobles.

Acercarnos a esta forma del sentido del humor es en parte tratar con los caracteres de los personajes, su contexto y la finalidad de todo lo planeado para jugar con el Quijote. Las estrategias de los duques no son solo producto del ingenio sino de una motivación mucho más profunda: el haber sido lectores de la primera parte de las aventuras del ingenioso hidalgo, no desaprovecharán la oportunidad de volverlo más loco, o, quizás desbaratar el poco ánimo. El caballero empezará a adolecer del alma.

La humanidad del humor ya no se trata de lo espontáneo, de lo elástico. Es más, tampoco es romper la rigidez y dejarlo fluir como un acto que quiebra con la cotidianidad; son estrategias para matar el ocio. El Quijote es objeto de diversión y nos empieza a conmover. Algo tan humano como la conmoción es el resultado de un humor tan maquinado como este.

Los duques al tener al Quijote como invitado deciden jugar una serie de bromas bastante bien fabricadas. La forma de obtener la risa, a lo largo de estos largos episodios, funciona como un espejo: nosotros somos espectadores de cómo disfrutan los duques de las burlas al Quijote. La distracción del caballero será casi nula. La pena al ver encantada a su señora lo dejará en un estado diluido.

En el caso de estos capítulos y su desarrollo, el sentido del humor se pasa al lado de la crueldad. El Quijote con las ocurrencias producto de su extrema locura a lo largo de la primera parte eran justificadas dentro del humor humano porque eran realizadas en un estado de distracción. La alienación lo llevaba a perjudicarse a él mismo, aparte de que el humor que contiene la violencia física tendrá un efecto más risible porque se mueve en dos afluentes: la conciencia y la inconciencia, por supuesto, pasando por un proceso volitivo. Victimizar al caballero, resultará risible pero con ciertos recelos, ahora la humanidad está en el lector.

No nos hacemos cómplices porque nos condolemos con la víctima. Bergson los llama a estos los estados del alma. El del alma del Quijote se debate entre su amor por la justicia y la pena de ver a Dulcinea. Teatralmente, las acciones propiciadas de los duques corresponden al patrón de conducta de los “pilluelos”: inocentemente fingen un apego emocional hacia su víctima pero lo que realmente buscan es estropearlo:

(…)La perspectiva al menos de una humillación que no por ser levísima deja de ser temida. Tal debe ser la misión de la risa. La risa, algo humillante siempre para quien motiva, es verdaderamente una especie de broma social pesada. De ahí el carácter ambiguo de lo cómico, que no pertenece por entero ni al arte ni a la vida. por un lado, los personajes de la vida real no nos harían reír nunca si no fuésemos capaces de asistir a sus actos como un espectáculo visto desde lo alto del palco, es decir, que solo nos parecen cómicos porque representan una comedia. Pero por otro lado, en el teatro mismo, el placer de la risa no es un placer puro, un placer exclusivamente estético, absolutamente desinteresado, sino que le acompaña siempre una segunda intención que, cuando no la tenemos nosotros mismos, la tiene la sociedad para con nosotros.19  

Es decir que, ¿las bromas de los duques son actos completamente teatrales? Considero que sí. No solo por los recursos escenográficos, sino por la coordinación y esas intervenciones de todos en la casa real. Si nos ponemos a verlo desde el punto de vista del teatro, hay un guion, una continuidad en el objetivo principal de los duques. Es más, podría tomarme el atrevimiento de decir que, los duques hiperbolizan y tratan de representar su propia historia de la primera parte. Algunas de las aventuras son casi parecidas, como el caso de la dueña Dolorida o condesa Trifaldi. Similar a la princesa Micomicona. También Clavileño que es un poco ajustable a los molinos de viento; entre otras. La más fuerte de todas es hacer a Sancho gobernador de su ínsula.

El deseo por jugar con las ansias y sueños en cada broma es el punto de giro de la macrobroma: el desencantamiento de Dulcinea. Los juegos se componen de la siguiente manera: el ánimo de luchar contra cualquier obstáculo para hacer justicia (Clavileño y la condesa Trifaldi); el desencantamiento de la amada (Merlín y el desfile de la Dulcinea terrorífica), el idilio amoroso: luchar por amor y verse tentado por Altisidora; la soledad del caballero (Sancho gobernador). Todos se enlazan para poder darle al caballero las aventuras siempre deseadas. Con la misma intensidad, el problema es que él ya no reacciona. Le duele el alma.

Así mismo ocurre cuando llega a la casa de Antonio Moreno en Barcelona. El Quijote ya no está para ser víctima de burlas, algo le duele. El humor se vuelve artificial, grotesco y hasta cierto punto, muy medieval. Hay una intencionalidad glotona, hiperbolizada de la risa. La risa es una reacción de bocas inmensamente abiertas y ya no de la distracción. No es un fluir natural, con una duración.

El humor de Don Quijote de la Mancha es humano porque la risa es la que quiebra cualquier acto determinado a suceder. No nace con el fin del estruendo, es una risa prudente. Con momentos inteligentemente propuestos y con la intencionalidad de quebrar toda la solemnidad a la que se ven sometidos ambos personajes en sus roles de caballero y escudero. Las ocurrencias son propias de cada patrón de conducta y situación en las que se ven envueltas las acciones. Hay un orden lógico, y en eso también se basa un poco esta “invectiva al género de caballería” que bien Cervantes denomina en el prólogo de su primera parte.

Don Quijote de la Mancha y todo lo que le ocurre es producto de un sueño que desea materializarse. Por ende, el dolor de la realización de éste es lo que devendrá en un humor natural, propio de la alienación del loco caballero.

Lo he catalogado de humano porque es un acto inconsciente del ser humano reír ante una situación que distorsiona el orden natural y la rigidez del acontecer diario. Pero más que nada, reaccionamos a la risa cuando estos sucesos no caen en lo predecible. Actualmente, el humor se basa en colocar episodios repetitivos y en reciclar tópicos. Sin embargo, cada episodio encontrado tiene una intencionalidad y no es más que abonar a la naturaleza del texto de Cervantes: ser una parodia de los libros de caballerías.

El héroe en este caso somete a sus seguidores, detractores y personajes que va introduciendo en su mundo, a que lo observen siendo algo que ya ha expirado hace más de dos siglos. Trata de ubicar una realidad lejana y desean que otros la vivan junto a él. El humor se alimenta de lo fortuito, de las motivaciones y de la locura del personaje. No es su destino ser caballero, es su plan. Como plan deberá asumir las consecuencias de poder enfrentarse a los nuevos tiempos, donde los hidalgos caballeros no tienen más cabida.

Cervantes nos enfrenta a la humanidad con su humor. No hay estereotipos que hacen que ríamos, no hay patrones de conductas. No hay absolutamente nada fabricado. Es la experiencia de la locura vista y narrada desde las consecuencias que ocasiona ir alienado por la vida. Sería completamente ilógico que nos sometamos a un mundo rígido, completamente serio si es precisamente su personaje principal la mentira y parodia más grande. Sería descontextualizar y tener una historia dispareja, predecible en donde la realidad sea una forma más de atarnos a un relato que jamás se resquebraja por lo ilógico: Igual que esta espuma, nace la risa. Acusa en lo externo de la vida social las resoluciones superficiales. Dibuja por un momento la movilidad de estas sacudidas. Ella es también una espuma a base de sal. Chispea como la espuma del licor. Es alegría. Pero el filósofo que la recoge para saborearla encontrará algunas veces, por una exigua cantidad de materia, una cierta dosis de armargura.20
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1, 7, 8, 10, 13, 15, 18, 19, 20.-BERGSON, Henri. La risa (1899):
http://ciie-r10.wikispaces.com/file/view/2.+Bergson_La+risa.pdf.

2, 3, 4, 5, 6, 9, 11, 12, 14, 16, 17.- CERVANTES De, Miguel. Don Quijote de la Mancha: I parte y II parte, Cátedra: Letras Hispánicas, 2008. Edición de John Jay Allen. Madrid, España.