Edmundo Paz Soldán nació en Bolivia en 1967. Tiene cuarenta y seis años de edad y casi
veintitrés en el ejercicio literario. Durante sus estudios universitarios en
Buenos Aires empezó su larga trayectoria en las letras. En 1992 apareció su
primera novela, Días de papel, que en 1991 había sido finalista en el concurso
estadounidense en español "Letras de Oro", que le vale el premio boliviano Erich
Guttentag.
Autor de una decena de novelas y cuentos a lo largo de las décadas de los noventa y los dos mil. La literatura de Paz Soldán no es solo estudiada desde
sus temáticas sino desde lo que quiere romper. Pretende quebrar el canon de los
tópicos, de las falsas creencias de un territorio utópico y vacío, pero sobre
todo rompe hasta con lo que el propio lector afirma creer.
La importancia de su producción literaria en la América
Latina de 1990 lo ha ubicado dentro de la agrupación informal McOndo. Ésta
asociación nace a finales de los 80 con Alberto Fuguet, reconocido por ser uno
de los miembros más fuertes y combativos. Lo cierto es que éste autor y los
demás implicados deciden hacer de cada una de sus obras un pastiche y de ésta
forma apelar a lo que se les negaba: reconocimiento en las editoriales
estadounidenses.
Una oportunidad no solamente que serviría en búsqueda de la
internacionalización sino para desterrar la preferencia de los autores
tradicionales y canónicos de los 60, de nuestro tan afianzado Boom
Latinoamericano. Otra de las
razones por las que surge ésta corriente es para negar por completo la
existencia del Realismo Mágico –impregnado en las obras de García Márquez– como único estilo literario.
McOndo tiene una finalidad: borrar el estereotipo del
machete y la barbarie de las letras latinoamericanas. Para las editoriales estadounidenses
éste patrón ya estaba casi enraizado y por ende caía en el prejuicio de amasar
así toda la producción literaria proveniente del sur.
La pregunta a contestar sería, ¿por qué McOndo, si éste es el
nombre de bautizo del pueblo ficticio creado por García Márquez? La respuesta
quizás caiga como balde de agua fría, pero es bastante sencilla. McOndo es lo
que para Carlos Fuentes era la utopía que representaba América para los
españoles.
Entonces, para Fuguet y sus
coidearios, Macondo se convierte en una alegorización paradójica; por un lado
la tierra prometida, en donde lo mítico y la realidad percibida se chocan por
la magia, pero por otro lado es un juego producto de la globalización. América
Latina está invadida por las grandes compañías y la “multiculturalidad” con la
inserción de Estados Unidos en casi todas las decisiones económicas y sociales
de los años 90.
Alexis Candía explica un poco la Latinoamérica vista desde
McOndo […] “Macondo viene a conformarse como el intento de convertir a América
Latina en la tierra prometida, el paraíso perdido con el que, por lo demás, fue
asociado por los primeros conquistadores europeos en los siglos XV y XVI, que
da cabida a los sueños y las utopías.” (Candía, 2006, S/P).
Sin embargo, es una mirada conciliadora, basada en una
creación meramente ficcional, lo que estanca el proceso del recorrido
literario. Las obras al entrar en el modelo garciamarquiano permanecen bajo una
negación de la producción del momento en América Latina pero sobre todo la
reduce en la recepción; irrumpe con la posibilidad de una visión panorámica y
temática.
Fuguet propone una versión diferente del Macondo
comercializado y expandido en el mercado internacional […] “Nuestro McOndo es
tan latinoamericano y mágico (exótico) como el Macondo real (que, a todo esto,
no es real sino virtual). Nuestro país McOndo es más grande, sobre poblado y
lleno de contaminación, con autopistas, metro, tv-cable y barriadas. En McOndo
hay McDonald’s, computadores Mac y condominios, amén de hoteles cinco estrellas
construidos con dinero lavado y mall gigantescos”. (Fuguet, 1996, 12)
Hay crudeza en el enfrentamiento de realidad versus ficción.
Es de ésta manera que la categoría ficcional, la recreación de la realidad que
hace García Márquez solo pasará a la posteridad como un buen intento de utopía,
de tierra que se mueve en un tiempo alterno, con un código moral de Sodoma y
Gomorra pero que al Boom Latinoamericano le viene bien, por ser un territorio
nuevo, alegoría de lo rural.
En palabras de Diana Palaverisch en su libro De Macondo a
McOndo: senderos de la postmodernidad latinoamericana explica el sentido
iconoclasta de Fuguet […] “(…) Fuguet sabe que para lucirse original e
iconoclasta no le conviene corregir esta representación occidental, simplista y
equivocada, de la producción literaria latinoamericana. También sabe que con el
auge del postmodernismo y el neoliberalismo le conviene deconstruir el Macondo
primitivo y en sus ruinas construir McOndo, la versión fuguetina de la aldea
global latinoamericana”. (Palaverisch, 2005, 35)
La visión global del territorio latinoamericano que tiene
Estados Unidos es tan obsoleta como la existencia de Macondo. No se trata
simplemente de aplastar lo que la tradición literaria ha enmarcado como una
representación simbólica válida y estupenda sino de renovar el estado de la
tierra prometida de García Márquez.
Latinoamérica es una porción de América nuevamente
colonizada bajo los procesos de transculturación. Lo que defiende Fuguet no es
precisamente la invasión de lo nuevo, sino del reconocimiento de que América
Latina se ha despojado de cualquier nexo con lo antiguo y se ha apoderado de
una nueva literatura.
El ánimo deconstructivo de McOndo le devuelve un cierto
dejo de reconocimiento extremo de la realidad latinoamericana. El indígena, la
pobreza, las heridas por la transculturación, la voz que se enuncia desde el
migrante, etc. son algunos de los tópicos que se muestran como el avance de la
época moderna a lo que los McOndistas conocen como “la red global”.
Aymará de Llano explica la transfusión de estéticas de la
siguiente manera […] “reúne los dos núcleos, las dos estéticas que intentamos
plasmar: aquélla, la que responde, todavía, a un proyecto de la modernidad y
otra, más actual, que ya expresa la aldea global aunque sigue conteniendo a la
otra. He aquí una cuestión: no pensamos en la sustitución de una lógica por
otra, sino en la convivencia de varias postulaciones nuevas, así como en la
perduración de poéticas anteriores”. (De Llano, 2012, 106)
McOndo nace como una ironía muy seria, una sátira bastante
comprometida. a nivel semántico, el nombre nos suena a un producto más de la
globalización. El hijo grande una gran compañía, la burla al nombre del pueblo
encantado de García Márquez. Pero va más allá de eso.
McOndo es tan trascendente como el Romanticismo. No
solamente por la postura que defiende ni por haber emergido de la particular
anécdota de Alberto Fuguet y la editorial norteamericana, sino porque
coincidencialmente será visto como el nuevo realismo: migraciones, literatura
sobre chicanos, chilenos en Estados Unidos pero sobre todo la constante
negación de valores que estuvieron en la tradición socioeconómica
latinoamericana.
¿Amores imperfectos? ¿Romeo y Julieta?
Para el siguiente trabajo de análisis tomaré el libro de
cuentos de Paz Soldán, Amores Imperfectos, publicado en 1998. Es un texto de
setenta páginas que corresponden a veintitrés cuentos de variada extensión.
Cada una de las voces que lo componen son perseguidos y arrasados por el amor.
El amor, como hilo conductor, carece del empalagamiento
extremo sino que está más bien lleno de rupturas, dolor y hastío. Según la
propuesta de Paz Soldán, el amor es igual odio en cualquiera de sus
dimensiones. Desde el amor matrimonial hasta el amor carnal se perfilan como etéreos, tan fugaces como el platónico.
¿Amores imposibles es McOndista? Pues, que la verdad sea
dicha, dista mucho de pertenecer a la corriente promovida por Fuguet. Una razón
fundamental me lleva a volcar toda la filosofía mcondista como línea discursiva
de la obra de Paz Soldán: se debe al amor.
Aunque éste es un sentimiento universal que puede ser
cuadriculado por las diversas temáticas que retoma McOndo, debo decir que se
aleja completamente de ellas y decide ubicarla dentro de la configuración de
cada uno de sus personajes.
Es decir que el amor más allá de ser un sentimiento será un
modo de vida, de resoluciones y por exagerar un poco, en él se estremecerá el
personaje, en él encontrará su punto de quiebre más que en cualquier otro suceso
de su contexto sociocultural.
Romeo y Julieta: la
no idealización del amor
Es una narración breve. Tanto como la vida de su
protagonista, Gabriel. Es un juego de contraposición ya que si nos dirigimos a
la obra de Shakespeare, es Julieta quien toma la iniciativa de jugar a una
falsa muerte para poder estar con su amado, quien termina suicidándose por
ella. Gabriel lo hace con la plena convicción del amor eterno, con la idea de
que su amada Alejandra también lo hará. Alejandra es un súcubo que quizás no
con sexo atrapa la mente de Gabriel pero sí con la manipulación de su falsa
seguridad. Gabriel se mata por Alejandra y ella corre a hacer su tarea de
literatura.
Edmundo Paz Soldán escribe Romeo y Julieta viendo la
idealización del no amor adolescente. Así lo infiero. Alejandra y Gabriel
representan los nuevos Romero y Julieta que dicen amarse para toda la vida sin
conocer las primeras fiebres de la adolescencia. De los juegos de promesas
eternas entabladas con la necesidad de los afectos, de la misma creencia en que
debemos estar al lado de alguien para sentirnos vivos.
[…] “-Lo haré yo primero- dice ella, acercando el acero
afilado a las venas de su muñeca derecha-. Lo haré porque te amo y por ti soy
capaz de dar todo, hasta mi vida misma. Lo haremos porque no hay, ni habrá,
amor que se compare al nuestro”. (Paz Soldán, 1998, 21)
Los Romeos y Julietas se repiten todos los años, todas las
vidas, todos los días. Se reproducen en serie para creer que le demuestran a la
vida y al tiempo que son un constante resurgir del modelo del amor. Modelo que
jamás se ha abandonado porque la fuerza de ésta hace cometer locuras.
Pero una de las líneas argumentales de esta narración breve
no es precisamente villanizar a la Julieta de Paz Soldán, sino más bien dar un
giro de tuerca a la historia: luego de la llegada de la muerte de uno de los
dos, siempre quedará un mundo amplio para el otro. Alejandra, sabe que el amor
se acabó con la muerte de Gabriel y quizá pisó y pasó por alto la idea del amor
más grande como el de ellos, pero es un personaje práctico, inescrupuloso
frente a la idea del desarraigo sentimental.
Existe un pleno reconocimiento como tópico del postboom del
amor como un sentimiento estacionario. Para el Boom es ludismo, corporalidad,
sexualidad, erotismo, una alta reacción química, algo igual de práctico pero
más poético, no tan descarnado. Lo que el relato del autor chileno representa
es la amargura de la caducidad. No veamos la muerte de Gabriel como una muerte
física, sino que trasladémosla a un segundo nivel semántico: la ruptura. Hay
igual un desangre. Porque el corazón, la sangre y todo lo que represente lo
pasional se tiñe de rojo y late porque duele.
El amor adolescente duele más y deja muchas escaras porque
es un corazón nuevo que se acostumbra a la presencia de un alguien más, que
come y duerme aceptando y tolerando la otredad por amor. En este caso, el
relato es una metáfora de lo que ocurre cuando las promesas de una
perdurabilidad afectiva son demagógicas, alguien debe perder. Así precisamente
son los amores imperfectos.
Son como quebrar las universalizaciones del concepto del
amor. Tradicional y culturalmente se lo ha asociado con un “para siempre”. La
idea de quebrar el concepto con la propuesta de Soldán se mantiene en el juego
cínico de la adolescencia fallida, crédula y, hasta cierto punto, estúpida y
hormonal.
Alejandra representa la contraposición del rol femenino.
¿Por qué la mujer siempre debe tomar el riesgo de morir primero? ¿Por qué
precisamente es ella la que debe morir por amor? Alejandra toma la iniciativa
para engañar y probablemente liberarse de un amor que la estancaba. Como
espectadores de lo que el cine nos vende muchas veces, nos ponemos mucho más
felices cuando nos dicen que terminaron juntos y felices.
Paz Soldán viene al mundo a destruir la idea de las falsas
expectativas. Los Romeo y Julieta de este cuento son una venganza a todas las
falsas ideas de amor vendidas y comercializadas por una literatura que siempre
se ha preocupado por mostrar amores complicados pero victoriosos.
La victoria no solo está en la comunión de pareja sino que
también subyace el desgarro emocional, en el destierro de la vida del otro, en
la ruptura de un corazón. El amor en Paz Soldán no es felicidad ni siquiera hay
una aproximación en un juego analógico, el amor es igual a sufrimiento porque
está implícito en el contrato que se hace a cualquiera que sea el plazo.
Quizás ese sea el rasgo McOndista más profundo: revertir el
amor de la imagen comercial propuesta por el Star System. Las implicaciones
tópicas y típicas de una felicidad de película incluyen la falsa tolerancia, la
fabricada paciencia de la otredad.
Estoy más que segura que el amor en Romeo y Julieta es una
reacción visceral de lo que culturalmente se ha consensuado en los roles
amorosos. La relación vista en este cuento es precisamente una muestra de la
superación. No se lea “superación” con tono light, hablo de una superación del
dolor en todos los niveles. Quizás también es el suicidio de lo sensiblero. Del
no ser parte de algo que tiene un camino fructífero hacia lo cliché, a lo
barato y rosado en exceso.
Edmundo Paz Soldán con este cuento transgrede lo clásico con
el fin de ubicarlo en nuevo contexto, le da una nueva alternativa y no expira
al sentimiento del amor, le da menos escrupulosidad. En ese sentido, no lo
villaniza sino que lo convierte en un antihéroe ya que la literatura clásica ha
consensuado que todo aquel que sobreviva a los obstáculos y sufrimientos antes
de llevarse su recompensa, serán los héroes.
El amor es un antivalor en el cuento porque en él no se
muestra la polaridad de lo bueno y lo malo sino que está el olvido y el paso a
una nueva oportunidad, y, de por medio está los medios que son más que
maquiavélicos.
Alejandra y Gabriel son la propuesta de que la entrega es
una simple fabricación para permanecer y no vivir en soledad. La practicidad
con Alejandra abre su camino a lo nuevo es lo que probablemente la convierta en
insensible, pero es una mirada menos sufrida, menos sangrante porque el dolor
solo existe durante los momentos en que el amor está, ya luego de eso, todo
funciona como excusa para deshacernos de a quien ya no creemos pertenecer.
“[…] -Sí. Ahora me toca –dice ella, incorporándose.
-¿Me…me amas?
-Muchísimo.
Alejandra se da vuelta y se dirige hacia su casa, pensando
en la tarea de literatura que tiene que entregar al día siguiente. Detrás suyo,
incontenible, avanza el charco rojo”. (Paz Soldán, 1998, 23)
Claro que le toca a ella. Alejandra se convierte en una
sacerdotisa en la muerte del amor. En este caso, se da el paso para decir esa
línea tan enfática de que es su turno, dejando toda posibilidad abierta. Quizás
le toca una nueva vida, una nueva oportunidad o simplemente le toca asumir el
rol de mala para deshacerse de algo que le impide ser ella misma. Lamentablemente, el que termina todo es siempre el malo. Edmundo Paz Soldán
coloca a este personaje como el más sensato, el dominante porque es el único
que tiene las agallas para enfrentarse a la realidad.
El nuevo realismo instaurado por McOndo es precisamente un realismo práctico. No se trata de victimizar un rol en la literatura, se trata,
en todo el sentido nietzscheano, de acabar con el débil porque éste siempre se
muestra complaciente. En este cuento es así, Alejandra se arma de valor y tiende una trampa
para evitarse en pareja un dolor indescriptible si el amor llegara a durar para
siempre.
El peor exceso es darse un para siempre. La temporalidad es
lo que inmortaliza el estereotipo, es lo que lo hace un modelo ideal, perfecto.
Lo que se quiere evitar es caer en el hoyo de la levedad absurda del amor, la
banalización estúpida y sin sentido de los sentimientos. Esa putrefacción de
que en nombre de él cualquier sacrificio es justificado. Por eso Gabriel debe
morir. Debe morir la idea irracional del amor. Paz Soldán no hace de este cuento un amor imperfecto. Es, parece, una verdadera muestra del amor real. Una relación que será imperfecta si sigue consumiéndose en una
perfección aparente.
La literatura producida por
Edmundo Paz Soldán quiebra todo el molde las concepciones consensuadas por lo
tradicional. El amor se
desvanece una vez que ha sido exportado como una falsa idea de confort, y lo
que hace Paz Soldán es trasladarlo a un contexto más real, más tangible y más
popular de lo que nosotros hemos imaginado.
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De Llano, Aymará (2012). De Macondo a McOndo. Mar del Plata:
Revista del CELEHIS (Centro de Letras Hispanoamericanas).
Fuguet, Alberto (1996). McOndo (una antología de nueva
literatura hispanoamericana): Presentación del país McOndo. Barcelona:
Editorial Grijalbo-Mondadori.
Candía, Alexis (2006). McOndo y el espejo trizado: la diseminada modernidad latinoamericana. Santiago de Chile:
Pontificia Universidad Católica de Chile.
Palaverisch, Diana (2005). De Macondo a McOndo: Senderos de
la postmodernidad latinoamericana. Barcelona: Plaza y Valdés S.A.
Paz Soldán, Edmundo (1998). Amores Imperfectos. Madrid:
Punto de Lectura.