POR: OLGA AGUILERA V.
Toda literatura es autobiográfica, finalmente.
Todo es poético en cuanto nos confiesa un
destino, en cuanto nos da una vislumbre de él.
(Jorge Luis Borges)
UNO
Walter Isaacson expresó que el siglo XX “ha sido uno de los
siglos más sorprendentes: inspirador, espantoso a veces, fascinante
siempre” (Simail, 1985). En estos últimos cien años del segundo milenio se
manifestaron vastos desarrollos tanto en la tecnología como en las ramas
artísticas –pintura, literatura, música, cine, etc–. Y es precisamente dentro
de este contexto donde surge una de las voces femeninas más importantes de la
literatura en Latinoamérica: Alejandra Pizarnik.
Nacida en Buenos Aires en 1936, Alejandra Pizarnik publicó
sus primeros poemas cuando apenas contaba veinte años. Existen
muchos escritores que publican a temprana edad y que en un futuro se arrepienten
de este acto. Con Alejandra nunca pasó esto, a pesar de que fue una mujer que
se dedicó prontamente a la escritura, ni uno solo de sus poemas fue en vano. Su
trabajo literario –por muy corto que a veces sean sus poemas– está lleno de pulcritud.
Cuando se habla de Pizarnik hay ya una idea establecida en
nuestro imaginario. Una idea que nos lleva a describirla como una voz poética
eterna, gracias a su trabajo literario de alta calidad.
Inmiscuirse en su oficio de escritora nos lleva a hacer un
recorrido por su vida y las razones de su suicidio a tan temprana edad –36
años–. Al igual que para hablar de Sylvia Plath, es imprescindible mencionar su escritura y su vida –describió su suicidio en el poema Filo– al mismo tiempo. La escritora venezolana Ana Nuño cree que la
mezcla de la vida y obra remite a la cuestión del género:
“La melancolía, la soledad y el aislamiento, cuando se ponen de manifiesto en la vida de una mujer, son rasgos que admiten ser interpretados como la prueba de un desequilibrio psíquico de tal naturaleza, que puede conducir a su autora al suicidio o la locura. Si es varón el escritor, en cambio, y su obra o vida o ambas manifiestan parecida contextura —la lista es larga, de Hölderlin y Rimbaud a Kafka y Beckett—, ésta suele recibirse como una confirmación del talante visionario del hacedor.” (Nuño, 2001)
Mucho se ha dicho de los problemas de desorden mental de
Pizarnik y su necesidad de recurrir a tantos medicamentos para mantenerse
estable:
“(…) y ella experimenta el breve y peligroso fenómeno psicodélico de las anfetaminas. También cura el dolor con analgésicos y frecuenta los somníferos para escapar de la vigilia nocturna.” (Nuño, 2001)
Por lo tanto, este trabajo tiene como finalidad de demostrar el
avance del desequilibrio mental de Alejandra Pizarnik a través de su
poesía. Para esto escogí unos cuantos poemas que considero representativos de
algunos de sus libros. Estarán clasificados por etapas de acuerdo al año de
publicación de cada obra.
DOS
I ETAPA – LA TIERRA MÁS AJENA - 1955
Un poema de su primera obra se titula “Yo Soy…”, y está formulado a manera de pregunta y
respuesta. Siete interrogantes –físicas y no tangibles– dirigidas hacia sí misma y que a la vez se responden con cierto pesimismo, y nos generan una idea de
su estado mental: “mi razón? /
copitas de vino agrio” y de su posible afán hacia algo fuera de este mundo: “mis ojos? / ah! trozos de infinito”. El propio título alude
directamente a una descripción sobre alguien, en este caso, conocer quien es la
voz poética.
“En Alejandra las reacciones se generaban sorpresivamente. Ella era obsesiva e inestable. Diría que era circular. Estar exaltada o depresiva era cuestión de segundos.” (Bordelois, 2004)
II ETAPA – UN SIGNO EN TU SOMBRA – 1955
El amor para la voz poética se vuelve inalcanzable:“si tus ojos pudieran venir! / acá si amor acá”. Hay un claro deseo de traer a un “tú” a su lado y asimismo, sabemos que eso no se cumplirá. En el poema “Irme en un barco negro” apreciamos un título muy sugerente que puede representar una metáfora de la muerte. La voz lírica nos coloca en un ambiente algo turbio y se sitúa en lugar semejante al de “la sombra y lo negro” al llamar a la voz amada.
III ETAPA – LA ÚLTIMA INOCENCIA – 1956
La
muerte siempre está presente. La voz poética es un ser sensible que no puede
hallarse en este mundo y la única búsqueda de ese otro espacio que aspira solo
puede darse con la muerte. En su poema
“La última inocencia” habla de “Partir / en cuerpo y alma”. Todo su yo completamente desecho. Se repite
“partir… / he de partir”, marcando el viaje anhelante. Ella sabe que precisa
valentía para alejarse de ese mundo y el último verso puede ser visto como una
sugerencia hacia si misma de inclinarse al suicidio: “Pero arremete,
¡viajera!”
IV ETAPA – LAS AVENTURAS PERDIDAS – 1958
La
confesión de un nuevo estado: la soledad. A través del poema –o especie de haiku– “La carencia”, la voz
poética se manifiesta a sí mismo como alguien extraño que desconoce el mundo en
el que habita, de acuerdo al último y tercer verso: “Pero creo que mi soledad
debería tener alas”. Se plantea que de aquello que sí está consciente es de las
emociones. Su soledad
acarrea nostalgia porque sabe que no tiene “alas”. Esta palabra
representa un anhelo de libertad acentuado en su subconsciente. Por otro lado,
en el poema “Yo soy…” se presenta a las alas como “pétalos podridos”. Lo cual
nos devuelve la idea de muerte.
V ETAPA – OTROS POEMAS – 1959
En “Un
golpe de dados nunca suprimirá el azar”, Stéphane Mallarmé (Cabral, 2008) habla
de la importancia de los espacios en blanco, de cómo todo nos comunica algo en
un poema, desde la disposición de los versos hasta el silencio. Así, Pizarnik
brinda un importante texto lírico sin título en el que el “yo” de la voz
poética se dirige al silencio. Es como
si ya no existieran más palabras y le fuera necesario enmudecerse. Ella se entrega completamente al silencio
dejándose “hacer / beber / decir”, lo que implica pérdida de un sentido de
pertenencia propia, desaparece el yo y se espera el deleite de la muerte.
VI ETAPA – ÁRBOL DE DIANA – 1962
Mediante
el poema de sólo dos versos titulado “37”, la voz poética manifiesta una posible
exploración de su ser. La “zona prohibida” es un lugar que se quiere olvidar,
evitar. El “espejo” es un elemento que le permite relacionarse con su pasado y
con lo que ahora es. La “triste
transparencia” es la nostalgia de
descubrirse.
37
más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia
VII ETAPA – LOS TRABAJOS Y LAS NOCHES – 1965
En el
poema “Silencios” se alude directamente al delirio de la voz. Tiene una
compañera: “la muerte”, deseo esperado. La poeta manifiesta que escucha a la
muerte, nos advierte que se aproxima. Y finaliza diciendo que se escucha a sí
misma, lo que crea un juego paradójico con el título del poema. Y, por supuesto, deja claro que si escucha la muerte y luego solamente se escucha a ella, es
porque se han fusionado. La muerte es silenciosa. Ella escucha los silencios de
su muerte próxima.
VIII ETAPA – EXTRACCIÓN DE LA PIEDRA DE LA LOCURA – 1968
El
poema “Estar” es un apóstrofe. La voz alude a la presencia de otro. Este puede
ser una persona amada que está lejos pero que ya por mucho tiempo estuvo con
ella y que por tanto conoce su hogar.
Habla de la incomprensión y la imposibilidad de comunicación. Finaliza con un paréntesis digresivo en el que ya está segura de su muerte y
tiene la esperanza de volver a ver a esa persona amada antes de que ella se
desvanezca.
IX ETAPA – EL INFIERNO MUSICAL – 1971
“A plena pérdida” es uno de los poemas en prosa de Pizarnik. Se vislumbra un juego “mágico” de la voz consigo misma. Habla de un
poema –el que escribe– del que brota
fantasía. La voz es un canto de “lamentos por la muerte”. Y reconoce que hay un
desequilibrio en sí al cuestionarse: Vida, mi vida, / ¿qué has hecho de
mi vida?
X ETAPA – POEMAS NO RECOGIDOS EN LIBROS – 1962-1972
Finalmente,
en “Texto de sombra” ella determina que quiere vivir con “los aparecidos”. Es
decir, que quiere morir. A lo largo de su poesía deja entrever una alteración
que se hace más grande conforme avanzan los poemas. Su delirio a través de sus
letras le permite revivir un sinnúmero de sentimientos que la aprisionan.
Ese
anhelo de muerte se realiza un fin de semana que sale del hospital psiquiátrico en el que se encontraba internada en 1976, con tan solo 36 años de edad.
TRES
Resulta
inaudito cómo un sinnúmero de poetas optaron por el suicidio. A muchos, como a
Dolores Veintimilla de Galindo, les ha convenido la muerte para hacerse conocer
en el mundo. Y es que el poeta tiene derecho a suicidarse, como Horacio dice en
su “Epístola a los Pisones”:
“Pues si aquesto es así, lícito y justoserá que mueran los Poetas talesporque el que libra al que morir dessealo mismo haze que si le matase.”(Illán, 1997)
Alejandra
Pizarnik ha sido inmortalizada, no sólo dentro de la literatura sino también del teatro. Es así
que el 16 de diciembre del 2011 se llevó a cabo una obra basada en el título
“Extracción de la piedra de la locura”, en la cual la actriz que ejecutó el
papel de Alejandra Pizarnik dijo:
“Interpreto a una mujer anónima que sufre un proceso de crisis y en el que trata de reencontrarse. En el monólogo la piedra de la locura es entendida como un vacío existencial. El personaje conduce al público a un estadio poético, en el que revisa su pasado, su yoes... creando una atmósfera difícil de explicar”.(Perales, 2011)
A pesar
de su muerte, sus libros de poesía continúan siendo unos de los más solicitados
en las librerías. Su figura está vigente y sigue recorriendo nuevos lugares. Su
estado mental se torna célebre por la alta calidad estética de su poesía. Ella no sólo fue una mujer que sabía escribir sino que rompió con los cánones de la escritura para embestir con sutiles
metáforas la pasión ensoñadora que la caracterizó. Su trabajo poético corrobora
su imagen de incomprendida y manifiesta fuertemente su anhelo hacia otro
–no– lugar: la muerte.
BIBLIOGRAFÍA:
Bordelois, I. (2004). Espéculo. Revista de estudios
literarios. Universidad Complutense de Madrid. Obtenido de
http://www.ucm.es/info/especulo/numero28/alepizar.html
Cabral, A. O. (Marzo de 2008). Espacio El Latino. Obtenido
de http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/cabral_eugenia/un_golpe_de_dados.htm
Nuño, A. (1997-2013). Alejandra Pizarnik, Prosa completa, edición a cargo de Ana Becciú, Barcelona, Editorial Lumen, 2001, p. 8. Recuperado el 19 de Febrero de 2013 http://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/pizarnik/biografia.htm
Illán, J. A. (1997). Una traducción inédita del Ars Poética.
Recuperado el 19 de Febrero de 2013, de Centro Virtual Cervantes:
http://cvc.cervantes.es/literatura/criticon/PDF/070/070_119.pdf
Perales, L. (16 de Diciembre de 2011). Las voces de
Pizarnik. El Cultural, pág. 1.
Pizarnik, A. (2011). Poesía Completa. Argentina: Lumen.
Simail. (1985). Numel. Recuperado el 19 de Febrero de 2013,
de http://www.es.mumel.com/post/1866/literatura-latinoamericana-del-siglo-xx