POR: MILICA PANDŽIĆ
Josip Broz (“Tito”), dictador socialista de Yugoslavia, fue
una de las pocas personas en desafiar a Stalin y vivir para contarlo. Con su
negativa a respaldar los planes del dictador soviético, logró que su nación
pudiera seguir un socialismo diferente y propio. En el ámbito artístico, la
ruptura Tito-Stalin en el año 1948 significó para Yugoslavia el rechazo a la
doctrina del realismo socialista.1
De esa forma, así como el realismo socialista trataba de
demostrarle al mundo que el verdadero progreso (en general, y específicamente
cultural) se encontraba en el socialismo, la República Federativa Socialista de
Yugoslavia (RFSY) utilizó el arte como instrumento para demostrar que su
socialismo era el verdadero camino hacia la modernidad, sentando pesadas líneas
de distinción con su contraparte soviética.
Yugoslavia, 1969: Tito junto a Sophia Loren y sus respectivos cónyuges Jovanka Broz y Carlo Ponti (ambos en la parte de atrás) |
Gracias a la ruptura con la Unión Soviética y a la relativa
libertad artística que existía en Yugoslavia, el país se encaminó hacia una
especie de limbo entre los arquetipos artísticos de Occidente y Oriente,
capitalismo y socialismo. Así, los artistas yugoslavos, contando con una fuerte
influencia del Avant-Garde ruso y la experiencia Bauhaus alemana, llevaron sus
creaciones hacía límites no explorados, materializando la simbiosis entre el
modernismo, la abstracción, el simbolismo y el futurismo.
El arte en la Yugoslavia que surgió al cierre de la Segunda
Guerra buscaba conmemorar el recuerdo de sus héroes y víctimas, las batallas
que dieron victoria a la guerrilla liderada por Tito - los Partisanos
Yugoslavos - y el nacimiento de la nueva República, además de promover un
mensaje antifascista.
Spomenik se traduce como monumento, pero para Occidente éste
término se refiere a los monumentos yugoslavos conmemorativos de la Segunda
Guerra2 que el gobierno de Tito encomendó
a los artistas balcánicos. Miles de comisiones artísticas fueron ejecutadas entre
los años 1946 y 1985 a lo largo de la RFSY.
Los más sobresalientes de este grupo son monumentos
abstractos imponentes, construidos entre las décadas de los sesenta y setenta,
los cuales tenían que atravesar todo un proceso de aprobación política ya que
detrás de los spomeniks existían mensajes deliberados y su abstracta estructura
debía estar correctamente configurada para ser exitosa en la función social y
política que iba a llevar a cabo.
Este spomenik es una obra del escultor serbio Miodrag
Živković. Se encuentra en Tjentište, Bosnia Herzegovina, fue construido en 1971
y conmemora la Batalla de Sutjeska, que fue una de las batallas más importantes
y sangrientas en la Segunda Guerra para los yugoslavos, en la cual, las
Potencias del Eje atacaron con el principal objetivo de destruir totalmente a
los Partisanos, sin lograr su cometido.
Años 70: Spomenik conmemorativo a la Batalla de Sutjeska |
La escultura transmite la fuerza, coraje y valor de
partisanos. En el centro tenemos al conflicto pero una vez que levantamos la
mirada, encontramos victoria, paz y liberación.
Estas fotografías nos dan una idea de cuál era el contexto
que rodeaba a los spomeniks en los tiempos del socialismo. A lo largo de la
existencia de la RFSY, los spomeniks fueron símbolos de la República y
destacados lugares de interés turístico, por lo que eran visitados por millones
de personas cada año, a pesar de que estos monumentos, al conmemorar los sitios
donde batallas se habían librado, se encontraban lejos de las ciudades, en
lugares poco habitados.
La ubicación es una de las razones de su actual abandono,
pero no la más influyente. En las dos últimas décadas, estas figuras han estado
inmersas en una problemática profunda, derivada del uso que el poder le dio al
arte, no sólo con la intención de inmortalizar el pasado, sino de buscar una
identidad nacional en la pluralidad, encaminando a seis naciones distintas
hacia un mismo objetivo: el socialismo.
2007: Spomenik en Tjentište |
La función social de los spomeniks era construir una memoria
nacional. Debido a las complicadas relaciones entre los estados federados de
Yugoslavia, donde cada uno había sido víctima y victimario del otro a largo de
la guerra, y dadas las diversas y dolorosas narrativas que se derivaban de
aquel conflicto, era importante cohesionar el recuerdo de los yugoslavos en una
sola dirección y en una misma perspectiva, evitando cualquier intención de
venganza o separatismo entre los miembros de las distintas naciones.
Esta función social se encarna vivamente en una anécdota
relacionada a la aprobación política de los spomeniks. Con respecto al
monumento a las víctimas del terror fascista en Sanski Most, el serbio Bogdan
Bogdanović propuso construir una Torre de Babel, lo que fue considerado
inaceptable por el comité político a cargo. Por su lado, el escultor croata
Vanja Radauš propuso la idea de erigir un monumento en forma de huesos humanos,
pero esta propuesta fue rechazada bajo el argumento de que los visitantes
recordarían constantemente la crueldad que se vivió en ese lugar, inspirando el
odio y la venganza, lo que no era un efecto deseado para el gobierno.
Finalmente, la propuesta aprobada sería la del escultor bosnio Petar Krstić,
que representa el legado antifascista inmortalizado en una llama de acero que
nunca se apagará.
2007: Spomenik en Sanski Most |
El camino que entrecruza este spomenik se construyó con
tablas de piedra que contienen los nombres de aquellos que murieron. Pero en
1992, se realizaron muchas alteraciones al complejo memorial. Una enorme cruz
de hormigón fue erigida. Las placas con los nombres de las víctimas partisanas
fueron retiradas, dejando sólo los nombres de los serbios y los judíos que
habían sido ahí asesinados y actualmente, la estructura metálica no sólo está
abandonada, sino banalizada con grafiti.
2007: Spomenik en Podgarić |
Uno de los spomeniks más impresionantes es el monumento a la
Revolución del pueblo de Moslavina situado en Podgarić, Croacia que fue
construido en 1967 por el escultor croata con origen macedonio Dušan Džamonja.
El spomenik simboliza al pueblo de Moslavina, el cual acogió a uno de los más
grandes movimientos de la resistencia antifascista.
Un águila de concreto y aluminio, que toma fuerzas de la
tierra para emprender vuelo. Sus alas abiertas representan libertad, fuerza y
resistencia. El círculo interior está destinado a conmemorar el triunfo de la
vida sobre la muerte, triunfo que se refleja históricamente en la victoria de
los partisanos sobre el fascismo. Sin embargo, fácilmente podría tomarse como
un símbolo de unión ya que todos sus elementos apuntan a un mismo objetivo, y
su diseño de panal de abejas refuerza la idea de colectivismo.
Con estos ejemplos es fácil entender que estos monumentos no
sólo conmemoraban eventos o comunidades específicas. A través de los spomeniks se estaba hablando
de socialismo.
La función política de los spomeniks era hacer de propaganda
implícita, generando aceptación y sumisión al sistema político vigente en ese
entonces, despertando la admiración y el orgullo por la modernidad y el
progreso que habría de derivar del socialismo yugoslavo.
Años 70: Spomenik conmemorando la Batalla del Neretva |
Este spomenik encuentra en Makljen, Bosnia Herzegovina,
diseñado por el escultor bosnio Boško Kućanski y construido en el año 1978 para
conmemorar la Batalla del Neretva.3 El monumento fue considerado por muchos una
antorcha de victoria o el puño de Tito. Sin embargo, Kućanski explicó que se
había inspirado en una flor que desplegando sus pétalos no solo honraba a los
caídos sino que marcaba el nacimiento de algo nuevo y admirable.
Este spomenik fue destruido en el año 2000 por ser
considerado "un símbolo del régimen comunista" y en la actualidad,
sus restos son considerados por algunos como un mero "esqueleto de
izquierda".
2007: Spomenik en Makljen |
Y es que el abandono y la negligencia de los spomeniks no
fue la única consecuencia, y por largo tampoco fue la más grave. Miles de
spomeniks fueron premeditadamente destruidos. Desde y especialmente durante las
Guerras de Independencia de los estados que conformaban la RFSY en la década de
los noventa, estos monumentos fueron objeto de una furia ciega y desentendida
de cualquier criterio de conservación artística o histórica. Esto se deriva de
que los spomeniks nunca fueron esculturas de arte puro y que la historia que
representaban era un discurso vacío, tuerto e impuesto para muchos.
Años 70: Spomenik a la Revolución del pueblo de Eslavonia |
Construido en 1968 y establecido en Kamenska, Croacia, este
monumento de acero inoxidable que alcanzaba los 30 metros de altura buscaba
honrar a la comunidad de Eslavonia y su resistencia contra el fascismo.
Representa dos alas resistentes a todo tipo de vientos, alas
que llegarían a un destino deseado. El creador utilizó acero inoxidable en todo
el monumento como símbolo de la vida, y la forma y los destellos que se
reflejan en su estructura despliegan vivacidad y fuerza.
Este monumento fue deliberadamente destruido en 1992 por el
ejército croata. Con su destrucción, se perdió lo que en su momento era la
escultura abstracta más grande del mundo. Y a pesar de que el monumento alababa
a la comunidad croata de Eslavonia, cuando estallaron las Guerras de
Independencia, la nación croata empezó a rechazar su significado. De mayor o
menor manera, el rechazo fue la misma respuesta de otros grupos étnicos o
nacionales que conformaban la RFSY y que sentían que su voluntad no había sido
respetada ni su parte de la historia escuchada.
Los mensajes configurados en los spomeniks fueron entregados
con éxito. Lo que nunca se pensó fue que algún día estos mensajes serían
rechazados y con ello, su materialización sería igualmente repudiada. Este
rechazo es clave para entender la situación actual de los spomeniks: destruidos
y olvidados en países como Croacia y Bosnia Herzegovina,4 son conservados de
una mejor manera en Serbia, país donde la narrativa partisana se ha podido
incorporar fácilmente a su discurso nacional.
Durante el socialismo, los spomeniks representaban
simultáneamente tres planos en el tiempo: el pasado con la victoria partisana,
el presente con una identidad nacional y un socialismo naciente, y el futuro
prometido. Ya para la década de los noventa, los tres planos mostraban
realidades distintas. El pasado no era del todo victorioso, siendo los
partisanos parte de los victimarios. El socialismo presente era un modelo
rechazado, la identidad colectiva agonizaba y los yugoslavos estaban cansados
de las promesas rotas.
La abstracción cumplió su función de modernidad pero también
de universalidad, utilizando un lenguaje abstracto para construir una
conciencia política, cohesionando a todos los habitantes a vivir una sola
perspectiva sobre episodios tan oscuros como el conflicto étnico, la guerra y
el genocidio, lo que no hacía justicia a un número considerable de yugoslavos.
En general, los spomeniks trataron de borrar las fronteras que algún día
volverían a manifestarse, una vez (re)abierta la Caja de Pandora en las Guerras
de Independencia de los años noventa.
El debate artístico, social y político sobre estos
monumentos sigue abierto. Mientras tanto, los spomeniks que siguen en pie son
puntos que unen una república que ahora solo existe en la memoria.
2007: Spomenik en Kamenska |
***
1.- Durante los primeros años de Yugoslavia, el realismo socialista sí ejerció una importante influencia artística, pero no en su forma soviética más pura. Esta corriente se encontró continuamente inmersa en un exhaustivo debate por dudas sobre su eficacia como medio para expresar una cultura yugoslava auténtica. Eventualmente, fue rechazada tanto por el Estado como por los artistas.
2.- El uso específico de la palabra Spomenik se debe, en parte, al trabajo del fotógrafo belga Jan Kempenaers y su libro “Spomenik” (2010) que (re)despertó el interés del mundo occidental por estos monumentos yugoslavos conmemorativos de la Segunda Guerra. Varias de sus fotografías han sido utilizadas en este artículo.
3.- Esta batalla sonará familiar a conocedores del cine. La Batalla del río Neretva (1969) fue una popular película yugoslava, basada en la batalla del mismo nombre y en la cual actúan Franco Nero y Orson Welles, fue nominada al Oscar para mejor película extranjera en 1970.
4.- Aunque también es cierto que en la última década se han venido dando esfuerzos para la conservación de los spomeniks en estos países.
Bergfors, S. (2012). Spomeniks: Symbolism gone for good?
Baltic Worlds, 40-42.
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Memorials: Between Memorial Genre, Revolutionary Aesthetics and Ideological
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http://www.manifestajournal.org/issues/regret-and-other-back-pages/yugoslavian-partisan-memorials-between-memorial-genre
Kulić, V. (2009). ‘East? West? Or Both?’ Foreign perceptions
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Lupiga. (2012, April 25). Nekada važna remekdjela, simboli
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Pandžić, M. (2013). Spomeniks. París.