POR: ADELAIDA JARAMILLO.
Por fin he podido romper mi botella de champagne sobre la quilla balanceante de mi primera, y quizás mi última, novela lesbiana.
Eses fatales
Sonia Manzano
Comencé a leer la novela de la guayaquileña Sonia Manzano
con un poco de disgusto, porque el oído no sabe de ortografía y su título Eses
fatales me anticipaba un texto escatológico.
Si hubiese hilado más fino podría decir que se trataba, en efecto, de
una novela de anticipación y que mi lectura del título fue correcta en todo el
sentido de la palabra. A Sonia le gusta
que sus textos generen reacciones y que produzcan una explosión.
Al menos con esta lectora, lo logró.
Sonia llegó a nuestra clase de Teoría Literaria III para
conversar sobre su novela y sobre una extensa vida literaria que inició a
temprana edad con la lectura de los libros de la biblioteca de su familia,
incluidos aquellos que vencieron su curiosidad por estar detrás de la vitrina
cerrada que acogía los “libros prohibidos”.
Ni bien llegó me lancé a preguntarle por la selección del
título y me contestó que hay un desplazamiento justificado de las eses fatales
hacia las heces fecales; las primeras a las que ella identifica son el
suicidio, la soledad, el sadismo, los sinsabores y los sinfinales; mientras que
las segundas son parte de nuestro organismo. Entonces, “las eses fatales son
las heces fecales de la muerte”, dijo para cerrar el tema.
Como anécdota nos contó que su libro fue publicado en una
colección impresa por el M. I. Municipio de Guayaquil, pero que el coordinador,
el escritor quiteño Javier Vásconez, la llamó para pedirle que cambie el título
pues podía resultar grotesco. El libro se imprimió como “Signos fatales”. “Esta
es una de las tres traiciones que le hice a mi literatura”, nos dijo Manzano.
De esta manera tan bien ilustrada, comprendí la importancia
de la explosión que generaba sólo el título inicial, aún cuando con el cambio
no perdió el sentido, no es lo mismo. La
mecha de la bomba que lanzó Manzano no llegó a explotar.
La conversación transcurrió entre preguntas del proceso
creativo de su texto literario, la planificación, el tiempo que le tomó
escribirlo, la construcción de la protagonista Selene, la palidez de los
hombres de la novela. Manzano confesó
haberse encariñado con la voz narrativa a la que le confirió una voz asexuada,
pero con la que algunos lectores coincidimos puede hacernos sentir un frío
masculino. Para sustentar la idea, Sonia
recordó a Marguerite Youcenar quien afirmó que las almas no tienen sexo y que
eso fue lo que quiso hacer con esta voz.
En El novelista ingenuo y el sentimental, Orhan Pamuk
sostiene que “al leer novelas asumimos que son reales, pero en algún rincón de
nuestra mente también sabemos que nuestra asunción es falsa”;1 el escritor
estadounidense Jonathan Franzen dijo que “es importante que el escritor no
abuse del lector. Se debe hacer ficción de la no ficción”2. Teniendo en mente que quienes estudiamos literatura
sabemos que en nuestras manos hay un texto de ficción, y no podemos dudar de
aquello, le pregunté a Sonia qué tanto de realidad había en su texto de
ficción, pues me intrigó que haya elegido describir las relaciones afectivas de
un grupo de lesbianas de Guayaquil como tema principal. Sonia declaró que le trajo enemistades de
gente cercana a ella que se vio retratada en el texto, pero que en realidad lo
que ella trató de representar fue a un grupo de mujeres exitosas y fuertes, y
que lo más cercano a la realidad en su novela es el consejo que recibe la
escritora de parte de un amigo que le pide darle más atención a Selene, su
protagonista, a quien dotó de características de varias personas.
Parafraseando a la autora de Eses fatales, Sonia es poetisa:
escribe poemas brevísimos de efectos lapidarios, algunos de los cuales podrían
ser utilizados, a manera de epígrafes, para abrir cada uno de los capítulos de
esas novelas que se escriben bajo el influjo de observaciones marcadamente
mortuorias.3 Esta novela ciertamente se
escribió bajo ese influjo, pero la autora valiéndose del ensamblaje de planos
entre el pasado y el presente, no nos hace advertir el desenlace.
Admito que yo no lo noté. Como tampoco noté, que Sonia
también se escribe con ese.
_______________________________________
1.PAMUK, Orhan.
(2011). El novelista ingenuo y el sentimental (pp.12). Barcelona, Literatura
Mondadori
2.FIL Guadalajara.
(2012). Apertura del Salón literario. México.
3.MANZANO, Sonia.
(2005). Eses fatales. Guayaquil: Báez editores.