miércoles, febrero 20

Los textos críticos que apoyaron el estudio de los Cantares de la Gesta Medieval




POR: JULIE CAÑARTE.

Los Cantares de Gesta son la expresión de la Edad Media, sin ellos más de la mitad de la historia y el mito que la recorre se habría perdido en la historia. En la carrera de literatura no solo hemos aprendido los más representativo de las distintas épocas estudiadas sino también a reconocerlo. Los Nibelungos quizás solo sería una ficción ante los ojos no entrenados de un lector aficionado, para nosotros es distinto pues sabemos recalcar las características del héroe, de la época, del signo y todo lo que lo rodea pero; todo esto lo podemos ver debido a los textos críticos de apoyo, cada uno de ellos profundiza en un aspecto diferente dentro del mismo Medioevo.

El signo como lo conocíamos parecía tener poca importancia y a la vez escaso significado, cada uno de los Cantares de Gesta nos enseñó como un pequeño signo puede hacer la diferencia entre el significado de todas las acciones que se desarrollan en una historia y los giros que da; el signo es el objeto central de todo.

Jurij Lotman nos habla de los signos, nos dice que los signos son capaces de ayudarnos a identificar culturas: “es posible describir los diversos tipos de cultura como tipos de lenguajes particulares”[1] y más allá de ello nos habla de la significación de estos signos en la cultura, nos muestra su importancia, su necesidad y cómo la existencia de la sociedad depende de ellos, “el modelo medieval del mundo quitaba todo el derecho de existir a enormes niveles de vida y colocaba al hombre, incluso en este sistema, en una situación contradictoria: sus realidades sociales y biológicas no tenían puntos de contacto”[2]. Lotman también hace una referencia a esto por medio del ejemplo del culto a la dama:

El convivir con otra mujer e incluso usar la violencia contra una pueblerina, no degradaban a un caballero que practicaba el culto a la dama.[3]

El hombre deja de existir como figura en la sociedad si no posee un signo que lo caracterice y pertenecer a la sociedad era un mérito más precio que satisfacer sus necesidades biológicas por la poca expectación de vida de la época por lo tanto, su necesidad se vuelve el ser parte de algo, en específico de la sociedad y esto se consigue siendo un rey, un espada o un vasallo. La figura del vasallaje tomará la escena al poner a disposición a las clases más bajas de la época la posibilidad de existir y con ello el estar a salvo, alejados de la guerra y otros peligros a cambio del servicio al amo, situación que podía perdurar por generaciones.

La sociedad medieval era una sociedad con un alto grado de signicidad comenta Lotman, se refiere a los actos que convierten al hombre en justo y la preservación del honor. Para la época el héroe actuaba por el honor o gloria, ser herido en batalla tenía el mismo significado que ser muerto o peor aún puesto que se perdía honor alguno al verse derrotado o minimizado ante el enemigo como se ve en los Nibelungos. La importancia del honor era tal que se permite el homicidio como castigo justificable si devuelve el honor a un espada pero, Lotman no termina ahí pues también habla de la importancia del signo por su función de sustitución, un ejemplo claro sería el hombre por espada donde se representa la parte por el todo y ya no tiene significado la persona sino lo que representa.

Lotman nos demuestra lo que está más allá de la batalla, de la muerte, de la gloria del héroe. Cada signo tiene su propósito y encierra todo lo que el juglar quiere transmitir, Lotman nos enseña a ver más allá de lo que ve el lector novato.

El juglar oculta más cosas en realidad, el signo no basta, el signo está perdido sin la estructura, unos bloques oracionales que parecen estar configurados al azar revelan más del juglar según Erich Auerbach. La estructura paratáctica nos da la sensación de estrechez y rigidez en el espacio vital porque condensa la información en bloques de oraciones autónomas y coordinadas[4]; este lo vemos en el Cantar de Roldán pues Los Nibelungos muestran la subordinación de las oraciones en la separación por guiones del texto.  

En el Cantar de Roldán vemos la misma forma expresiva paratáctica y cerrada, la misma estrechez rígida y la firme estabilidad de todas las cosas. Todo está ya fijado, lo blanco y lo negro, lo bueno y lo malo, y no se necesita ninguna investigación o fundamento nuevos: existen tentaciones, pero no problematismo.

La estrechez despojó a los acontecimientos de su contenido real,  sólo les dejó lo interpretativo, factor importante de la rigidez. Auerbach también nos habla de la repetición del mismo tema con variantes, podría considerarse una fórmula para expandirse sin irse fuera de la estructura paratáctica; los temas se repiten pero el significado nunca es el mismo.

(Cantar de Roldán)
XL
De Carlomagno os quiero oír hablar.
Gastó su tiempo y ya muy viejo está:
Doscientos años pienso que tiene, o mas...

Marsilio hace una descripción de Carlomagno caracterizándolo.

XLI
Dice el pagano: “Gran admiración siento
Por Carlomagno, que está canoso y viejo.
Doscientos años tiene ya, por lo menos...

Marsilio ahora hace una apreciación, sus sentimientos se dejan ver y confiesa su admiración por el rey.

XLII
El moro dice: “¡Yo me admiro y me espanto
De Carlomagno, que está canoso y blanco!
Creo que tiene más de doscientos años...”

Marsilio confiesa ahora otro sentimiento, el temor por el rey que a la vez le causa admiración.
El texto dentro de su rigidez como señala Auerbach se expande permitiéndonos ver el signo estructurado de una manera diferente y adquiriendo un sentido propio.

Los Cantares no acaban ahí, Lotman nos ayudó a ver la importancia del signo dentro de Los Nibelungos, Auerbach nos demostró como el texto crece dentro de su estructura y rigidez en el Cantar de Roldán sin embargo, será Leo Spitzer, Dámaso Alonso, Edmund De Chasca, Colin Smith y Alan Deyermond quienes nos ayudarán a develar lo que queda oculto tras el Mío Cid.

Spitzer[5] en su ensayo básicamente nos ayuda a diferenciar los hechos reales de la historia, tanto como los ficcionales para diferenciar los signos que importan y tener en cuenta que las situaciones ficticias sirven para responder a acciones que debieron suceder según el juglar para compensar las partes. Por ejemplo si el matrimonio ultrajado y roto de las hijas del Cid con los infantes es ficticio, ficticio será también el episodio del león que motiva el odio de los infantes. El león es el agente catalítico que separa las fuerzas del bien y de mal[6]. Además nos demuestra la realidad del Cid como caballero-bandido, está en los escalones más bajos del héroe pero se re-nomina. Alonso[7] nos habla de la estructura del texto del Cid con oraciones sencillas y de escasez de subordinación. De Chasca[8] nos habla de las fórmulas  para la épica para darle un nuevo sentido a las oraciones con el mismo tema o para darle tiempo al juglar de ensartar el elemento narrativo siguiente. Smith[9] nos remite a lo que Auerbach había explicado con anterioridad, la estructura conformada por laisses y brevedad en las oraciones, junto con la unidad que se mantiene en las tres secciones del texto. Finalmente Deyermond[10] nos ofrece una visión sobre el héroe caído, así como el caballero-bandido, podemos apreciar el fin del ciclo épico con textos como Los 7 infantes de Lara donde vemos la venganza como motor de las acciones que hacen que el héroe se disuelva.

Los textos críticos en cierto punto han sido claves, han sido nuestras bases para poder identificar más allá de un simple relato. Cada uno de ellos se encargó de plantear una temática distinta y a la vez necesaria para poder hacer un principio de análisis a la mayoría de los Cantares de Gesta ya que si suficiente reto no era comprender el lenguaje que se usaba hace varios siglos, comprender el valor de las cosas si lo sería; el héroe de hoy es otro, no lucha por el honor y mucho menos conocerá la gloria, es la distancia que tenemos entre el texto y nosotros lo que se ha acortado gracias a los textos críticos, ya que pudimos ver a través de los ojos de todos los críticos lo que nosotros solos no podíamos, vimos lo que las palabras ocultaban siendo esto el signo, la estructura, la forma. Cada texto es necesario y sin ellos la mayoría de los trabajos que debemos presentar estarían solo basados en los aportes de críticos y no de nuestras opiniones que podemos fundamentar en lo que estos textos nos enseñaron a ver.




[1] Jurij Lotman, El problema del signo y del sistema sígnico en la tipología de la cultura anterior al siglo XX.
[2] Jurij Lotman, El problema del signo y del sistema sígnico en la tipología de la cultura anterior al siglo XX.
[3] Jurij Lotman, El problema del signo y del sistema sígnico en la tipología de la cultura anterior al siglo XX.
[4] Erich Auerbach, Lengua y estudios literarios, Mímesis.
[5] Leo Spitzer, Historia y poesía en el Cantar del Cid.
[6] Leo Spitzer, Historia y poesía en el Cantar del Cid.
[7] Dámaso Alonso, Estilo y creación en el poema del Cid.
[8] Edmund De Chasca, Fórmulas, contextos y estructuras épicas.
[9] Colin Smith, Formas y técnicas narrativas en el Cantar del Cid.
[10] Alan Deyermond, El ciclo épico de los Condes de Castilla: motivos y personajes.

Trabajos citados

Alonso, Dámaso. «Estilo y creación en el poema del Cid.»
Auerbach, Erich. «Lengua y estudios literarios, Mímesis.»
Chasca, Edmund De. «Fórmulas, conteztos y estructuras épicas.»
Deyermond, Alan. «El ciclo épico de los Condes de Castilla: motivos y personajes.»
Lotman, Jurij. «El problema del signo y del sistea sígnico en la tipología de la cultura anterior al siglo XX.»
Smith, Colin. «Formas y técnicas narrativas en el Cantar Del Cid.»
Spitez, Leo. «Historia y poesía en el Cantar Del Cid.»