miércoles, mayo 22

Los que se van: El cholo del cuerito e venao

POR: KATHERINE MARTÍNEZ.

Para iniciar este análisis citaré a María del Carmen Fernández en un ensayo bajo el título: Los que se van, cuentos del cholo y el montubio. Lo considero necesario porque en él nos ofrece el contexto histórico en dónde nace esta gran corriente dominante llamada realismo social, que se extiende hasta casi los años 50 en el Ecuador: “Los que se van no nació desvinculado de los procesos políticos y culturales que habían marcado al Ecuador en los últimos años. Las  constantes luchas en el seno del liberalismo, triunfador en la Revolución de 1895, aunque incapaz de llevar a cabo las reformas económicas prometidas y de crear una industria nacional; la temprana alianza del gobierno con los terratenientes y la creación de una fuerte oligarquía bancaria, guardiana de los intereses extranjeros en el país; su incapacidad para redimir a las clases populares, que habían combatido en sus filas, y para ofrecer un lugar a las capas medias, cuya educación había favorecido, en una sociedad aún rígidamente estratificada, no tardaron en provocar un clima de acusado malestar social, tanto en la región serrana como en la costeña.” Esta referencia histórica me lleva a tomar, nuevamente, en consideración lo que opina Fernández sobre cuál es el verdadero motivo por el cual se concibe esta obra literaria: “Los que se van es, así, producto de una inquietud y de una necesidad que se habían ido fraguando en el Ecuador de los años 20. En los relatos de Gallegos Lara y de Gil Gilbert asistimos al desenvolvimiento de la vida del montubio, habitante de las orillas de los grandes ríos litorales, por cuyas venas corre sangre india, negra y, en menor medida, blanca.”

Con la última cita termino lo que para mí es importante como preámbulo al estudio general de Los que se van. Ahora me encargaré de su estructura como tal: está compuesto por 24 relatos breves, en cada uno se narra la vida cotidiana, historias de amor, rivalidades, desilusiones e inclusive delitos cometidos por los cholos, montubios y negros. Todos estos grupos sociales considerados en la época como la minoría. Actualmente no es una postura que ha presentado cambios favorables, sin embargo tanto como Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta narran y recogen con astucia la idiosincrasia de estos grupos sociales. El cuento me tocó analizar corresponde a uno de los ocho escritos por Demetrio Aguilera Malta, El cholo del cuerito e venao.

Este relato nos cuenta la historia de amor de Nemesio Melgar o Chachito y Nerea. Nemesio era un pescador y dentro de su lancha poseyó a Nerea, mujer descrita como: la chola- la negra dura y vibrante como una canoa de pechiche, y él, un hombre de inestabilidad amorosa: No le gustaba la casa, la comida, ni la mujer de todos los días. Quería cambiar. Cambiar siempre. En resumidas cuentas, un mujeriego empedernido que no quiere seriedad solamente disfrutar de las mujeres sexualmente. Situación contraria a las expectativas de Nerea, ella se había enamorado y antes de que él se vaya, mejor dicho que huya de su lado para llenar sus expectativas de hombre de aventuras, lo sentencia diciéndole que él será como su cuerito de venado: Yo siempre te esperaré. Yo siempre te seré fier como er cuerito e venao… como er cuerito e venao que te espera bajo er tordo pa que tú lo cubras… pa que tú lo calientes. Luego de encontrar haber estado con varias mujeres, se da cuenta de que él no quiere a nadie, sólo a Nerea, su “cuerito e venao”.

El espacio donde se desenvuelve el relato es uno solo y es la balandra del cholo Nemesio Melgar. Lo que más se destaca en este cuento es el marco natural y como estos van en función de la consumación, y después de esta, del amor de Nemesio y Nerea: La canoa tuvo agitación de correntada. Los vestidos saltaron, tal que lisas cabezonas. El mar parecía ayudarles. Daba vaivén de hamaca a las canoas. Temblaba con un temblor polícromo de olas. // Los cuerpos florecieron. Arriba el sol, como una raya de oro, clavó sus dientes rubios en las carnes brincadoras. Esa intercalación continua de escenas hace que todo el cuento se presente como una imagen mental porque por un lado se nos describe la naturaleza como testigo y luego vamos a la pareja de amantes en pleno acto. En la primera cita, se censura los instantes previos a la actividad sexual, mientras que en la segunda cita podemos imaginar lo que realmente está pasando entre los dos.

Considero que debo develar quién es o cómo es el narrador. Éste es un narrador omnisciente porque conoce de los personajes: su personalidad y hasta sabe lo que ocurrirá y lo que ocurre con ellos durante el relato. Me aventuraría a decir que parece un amigo cercano de Nemesio porque nos hace la auditoría de todas las  mujeres con quienes ha estado, de quien se enamora y también de la perspectiva que tiene este hombre sobre el amor. No tanto de Nerea: sabe que está enamorada de Nemesio; es decir  que toma al pie de la letra el juramento de amor eterno de Nerea hacia Nemesio, sin embargo no nos conduce a las perspectivas que tiene ella sobre el amor ni mucho menos a lo que sucedió con ella mientras Nemesio no estaba cerca. Para el narrador de esta historia el punto central es Nemesio. Lo que hace que esta historia tenga una parcialidad hacia la postura masculina. A su vez, la voz del narrador es participe del lenguaje vernáculo de los personajes principales. Lo maneja llena de arcaísmos lo que me hace suponer que este es cercano a este grupo social; y también se percibe esa familiaridad y carácter confesional en la narración: La primera vez fue en el mar. Claro. Como ér era pescador. La bía sartao. De canoa a canoa. Rápido la bía apretao contra su cuerpo, la bía besao. Por más que ella protestara. Esta descripción ayuda a develar otra característica: también es un narrador testigo y hace de este relato una anécdota sobre el nacimiento de un amor.

Y es ahí donde hallo otro rasgo del realismo. En corrientes como el romanticismo el amor era un concepto bastante distante, volátil e idealizado. Tanto así que la figura femenina estaba rodeada por el halo de la pureza, virginidad e intocabilidad. En el modernismo esa imagen femenina no progresa y todos quienes cantan al amor siguen manteniendo esa distancia; sólo se ve una ruptura en María Jesús de Medardo Ángel Silva con la introducción al amor erótico y la apreciación de los atributos femeninos como punto culminante del amor ferviente; en la vanguardia, para ser más precisa en Débora de Pablo Palacio todo el molde conseguido en el romanticismo no es ni siquiera bien visto y es hasta objeto de burla. En este relato, las reglas del amor puro se van al piso y todo pasa a la consumación de él. E inclusive, es el amor que se vive entre la minoría y como ellos lo viven. Otra vez, se repite lo de las pequeñas realidades: los cholos son parte de esta minoría y a través del realismo vemos su modus vivendi y como a ellos les impacta el concepto del amor. El conflicto del cuento es esa indecisión de Nerea en entregarse a Nemesio y su después disposición a hacerlo. Finalmente, ella le dice: ¿Sabés vos? Me habís fregao. Pues bien: o contigo o con nadie. Este diálogo confirma que en esta historia no se necesita de un discurso cargado de amor puro e inmortal sino que lo esencial y prueba de que hay química es el acercamiento  corporal. Es decir, el hombre se enamora de algo real, corpóreo no de algo ideal o imaginado. No sé si sea una aseveración apresurada, pero se juega con los dos componentes del amor total: cuerpo y alma. Esto se traduce en la atracción física y el juramento de fidelidad e incondicional entrega.

En el caso de este relato: Nemesio no se enamora aun de Nerea, sin embargo en ella, luego, verá la estabilidad y el amor eterno, pero después de haberla poseído sexualmente. Situación del amor revertida en comparación a las corrientes precedentes. El papel de la mujer también se cambia y avanza: tiene un rol más activo pero dependiente. La parte femenina no es vista ni mucho menos tratada como esencia de la relación sino como un complemento que satisface al hombre, en pocas palabras solo tiene una misión: complacer al hombre sexualmente. No es enamorada, no es cortejada y ni tampoco participa de los planes a posteriori de Nemesio, sino más bien  es desechable y es por eso que se le pretende buscar reemplazo inmediatamente. Aunque no me voy a estancar y hacer hincapié en la poca sensibilidad del papel masculino es necesario mencionarlo porque dependiendo de él es que se manejarán las reacciones de la contraparte femenina. A pesar de que la mujer es vista como lo anteriormente mencionado es más activa porque es ella quien toma la iniciativa al decirle que se quede a su lado y que aunque él niegue y se vaya, ella lo esperará. Considero que se vive una postura dependiente al decir “como el cuerito e venao” porque con este símil se trata de responder al rechazo y lo aliviana: ya no lo ve como humillación sino que le da el tratamiento de la espera sin condición. Aunque la referencia más obvia es la de que esta pareja está hecha el uno para el otro y que Nemesio siempre encontrará la entrega de Nerea como compañera de por vida.

En cuanto al lenguaje, aunque lo traté para el narrador, en los personajes el lenguaje vernáculo es permanente: está lleno de arcaísmos como: “er” en vez de “el”; “e” en vez de “de”, “bía” en vez de había. Recogiendo el habla autóctona del cholo del litoral: esa unión y omisión de silabas lo que hace que su lenguaje sea fluido. El autor une todas estas características para que nos envolvamos y vivamos los personajes, por ende trasladarnos a su mundo.

Para finalizar, considero que El cholo del cuerito e venao nos lleva a explorar en el mundo del cholo pescador y pícaro. Este que va en busca de mujeres y no se conforma con lo que tiene a su disposición. Y no sólo eso, sino que el paisaje de las costas nos trasladan a la vida y actividades de este cholo que desafía constantemente a la vida y que se quiere comer al mundo. Además nos muestra que estos grupos son parte importante de la estructura social y, en este caso, la forma en que se rescata esa identidad es a través de la literatura.