miércoles, junio 19

Blanco nocturno, la confusión

POR: KATHERINE MARTÍNEZ.

Empezando por lo más básico, Blanco Nocturno es una novela (o hibridación de géneros, para ser más precisos) policiaca que cuenta la historia de como un pueblo se sacude al ver llegar a un mulato puertorriqueño llamado Tony Durán. Al descansar de la conmoción del mulato en Argentina, los ánimos telúricos volverán al encontrarlo muerto con una puñalada en el pecho en su cuarto del Hotel Plaza. El crimen no solo mantendrá despiertas las expectativas de todo un pueblo y sistema judicial, sino que desempolvará una oxidada historia familiar: la de los Belladona. A lo largo del libro, ya con el misterio del asesinato revelado, la única pregunta que nos sobra es: ¿Por qué Tony Durán llegó al pueblo? De esta forma se abre ante nosotros, quizás uno de los argumentos más típicos de la novela policial, con personajes de mediana y alta profundidad, pero en lo personal, una ficción concebida en la confusión estructural.

¿A qué me refiero con confusión estructural? Para definirlo empezaré tratando los puntos de vista del narrador. Al principio de la novela nos vemos introducidos en la ficción gracias a un narrador omnisciente. Éste con gran astucia se presenta como un observador llegando al punto de escudriñar. Resumiendo un poco sus características, es la voz del investigador, solo que prefiere asumir un rol bastante híbrido: omnisciencia hasta ir bajando los datos proporcionados a nivel de ser testigo. Hasta el final desconocemos quién nos narra la historia.

Gracias a la variedad de los puntos de vista es que considero que el lector común podría creer que se encuentra ante una historia inconsistente. Sin embargo, de qué estaríamos hablando si se supone que es la ficción la que debe funcionar como el rastreo constante de una investigación. Eso también deviene en la metaforización de la estructura, lo cual trataré más adelante. La inconsistencia correrá el engorroso desafío de contar la historia de Tony Durán en Argentina, su pasado y su conexión con los Belladona (que sigue siendo una molestia para el lector no desenredar esta ligazón casi "culebronesca"). Todo esto abarca los diez primeros capítulos. El décimo es precisamente en donde se halla a Tony muerto y empieza el movimiento de las investigaciones. Entonces, de esta forma podemos asegurar que la novela se mueve en dos afluentes: lo difuso de las preguntas y la seguridad de las evidencias.

El narrador de los primeros diez capítulos es omnisciente porque debe justificar el dialogismo de las versiones y chismes que en este desarrollo se irán dando. Es como si este narrador se moviera entre el que dirán y las evidencias que van fluyendo a cuentagotas. Y el narrador desde el capítulo once hasta el veinte debe mostrarse lejano con el fin de perfilarse como un investigador. Quizás asumiendo la voz del ya misántropo Renzi, el periodista. ¿Crónica o novela? Otra vez, las propias voces nos hacen reparar en cuál sería la naturaleza específica de esta ficción.

A poco conocimiento profundo de la estructura de la crónica, el único comentario que haré al respecto es que Blanco Nocturno se funde y nutre con algunas características de la crónica a partir del capítulo veinte en donde ya la recolección de datos es lo más importante, la narración se vuelve más espesa y más lejana al lector. Lo que en un principio no se beneficiaba de la descripción y solo de la sugerencia, ahora es mucho más minucioso. Ya el narrador no pretende ahondar en la mente de los personajes sino que prefiere separarse y estar atento a sus acciones. No le importa lo que piensan. En esa minuciosidad es que radica el hecho de que ya la lectura se comience a hacer más interesante y hay un desarrollo de la segunda historia: los Belladona. 

Dentro de la estructura, el propio Piglia tiene su teoría del cuento (que en realidad no considero que sea muy lejana a aplicar en su novela) en donde nos habla de la segunda historia, el secreto, el enigma. Para ser sincera, dentro de lo que es la estructura de la novela policiaca el enigma siempre debe tejerse en razón del crimen, secuestro o el suceso que haya puesto en tensión la normalidad de los personajes. En este caso, la historia secreta, que sería la de la familia Belladona, no se sabe si está directamente relacionada al asesinato de Tony Durán. Esta segunda historia permanece siempre en la superficie, tanto así que podría haber cierto desorden en la escala de importancia. Pero es un juego más. El personaje principal pasa a ser un mero pretexto para que la segunda historia sea la gran dueña de la ficción. Ya se trata de preguntar ¿por qué Tony Durán llegó al pueblo?

La historia secreta es el mayor atractivo de la novela: la familia Belladona es como la familia Buendía de García Márquez. Llenos de mitos, de verdades que parecen mitos y sobre todo de mentiras. Las generaciones actuales descienden de un hombre misterioso, un patriarca inescrupuloso, y así los hilos moverán a esta leyenda de apellido Belladona. El tratamiento del enigma, como anteriormente dije, raya en el culebrón, sin embargo es un recurso válido porque dentro de esta difícil estructura de esconder y revelar, algo debe darle tensión a un relato que se mueve en la línea de lo cotidiano. 

Algo había mencionado sobre la metaforización de la estructura, respecto a este punto, debo aclarar que Blanco Nocturno nos sabe a todo. Puede ser el retrato de la impunidad, final que en ninguna novela policiaca puede ocurrir: todo está encadenado para que el culpable recibe su dosis de justicia. Podría retratar un pueblo cualquiera latinoamericano donde lo fortuito es el pan de cada día; o simplemente ser la novela que no se halla en su carácter policial y por eso rompe con su molde y se niega. En todo caso, la estructura es el principal valor de esta novela: no se pierde la historia de Tony Durán, más bien se diluye entre la duda para dar paso a esclarecer hechos de mayor importancia para el pueblo; el juego de narradores, que tiene una intencionalidad magnífica de ser él quien maneje el tiempo, dosifique hechos y juegue con nuestras expectativas; y finalmente que es precisamente el manejo de esta estructura lo que hace que divaguemos para encontrarle una razón de ser. 

Blanco Nocturno es una apología a la hibridación y negación de un género puro. En este caso, la novela policiaca está de fondo y como mero pretexto. Es una crónica de los hechos sucedidos en un pueblo argentino desde la llegada de Tony Durán, un mulato puertorriqueño, hasta el día de su muerte y con toda una investigación a cuestas. Es la recolección de la escena de un crimen que como siempre queda impune, tan parecida a nuestro plano real.