miércoles, junio 19

La novela antes de Cervantes



POR: JULIE CAÑARTE.

La novela es una obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte y cuyo fin es causar placer estético a los lectores. Con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, así como de caracteres, pasiones y costumbres. El  Diccionario de la lengua española de la RAE la define de manera más general como una " obra literaria narrativa de cierta extensión" y como un "género literario narrativo que, con precedente en la Antigüedad grecolatina, se desarrolla a partir de la Edad Moderna". 

La novela se distingue por su carácter abierto y su capacidad para contener elementos diversos en un relato complejo. Este carácter abierto ofrece al autor una gran libertad para integrar personajes, introducir historias cruzadas o subordinadas unas a otras, presentar hechos en un orden distinto a aquel en el que se produjeron o incluir en el relato textos de distinta naturaleza: cartas, documentos administrativos, leyendas, poemas, etc. 
Las bases de una novela son las siguientes: una narrativa extensa: las novelas tienen, generalmente, entre 60,000 y 200,000 palabras, o de 300 a 1.300 páginas o más.

Aquí radica la diferencia con el cuento. Existe una zona difusa entre cuento y novela que no es posible separar en forma tajante. A veces se utiliza el término nouvelle o novela corta para designar los textos que parecen demasiado cortos para ser novela y demasiado largos para ser cuento; pero esto no significa que haya un tercer género.

Hay otras diferencias entre novela y cuento: la novela aparece como una trama más complicada o intensa, con mayor número de personajes que además están más sólidamente trazados, ambientes descritos pormenorizadamente, etcétera.

Es de ficción, lo que la hace diferente de otros géneros en prosa como la historia o el ensayo. En prosa, lo que la separa de los relatos ficticios extensos en forma rimada. No obstante, Eugenio Oneguin, de Aleksandr Pushkin, se considera una novela, aunque está en verso.

Existe toda una tradición de largos relatos narrativos en verso, propios de tradiciones orales, como la sumeria (Epopeya de Gilgamesh) y la hindú (Ramayana y Mahábharata). La concepción de novela como la conocemos hoy en día, está muy lejana de sus primeras apariciones inclusive como palabra. La novela o sus inicios se datan de Grecia con obras Ciropedia de Jenofone así como Dafnis y Cloe de Longo sin embargo, por su contenido quizás las asociaríamos más al género teatral o al cuento. 

En el mundo romano tenemos a Satiricón de Petronio y El asno de oro de Apuleyo, ambas también en el formato de pequeñas narraciones independientes. Comprendemos entonces que para la época las novelas se trataban dentro de un marco de historias independientes, mas pronto llegaría a una concepción más clara con la llegada de Las mil y una noches, el formato en que se escribió de una historia que parte de otra, era mucho más apegado a nuestra concepción de novela actual ya que se formaba dentro de un marco distinto, las historias no difieren sino que son interdependientes sin embargo, no sería hasta la Edad Media que veríamos a la novela como lo que es hoy.

La Novela de Genji (Genji Monogatari) es una obra clásica de la literatura japonesa y está considerada como una de las novelas más antiguas de la historia. En Occidente, en los siglos XI y XII, surgieron los romances, que eran largas narraciones de ficción en verso, que se llamaron así por estar escritos en lengua romance. Se dedicaron especialmente a temas histórico-legendarios, en torno a personajes como el Cid o el ciclo artúrico.

Para la Edad Media aparecen las famosas novelas de caballería, el problema con conferirles el nombre de primeras novelas se debe a que muchas de estas historias eran a representación de una voz de victoria, de un mensaje de alerta de quienes eran “los buenos o los malos”, a la vez incluían muy pocos agentes ficcionales era más un hecho de hipérboles en las batallas que de trama o sucesos.

A la par salen obras como El libro del buen amor, La celestina y El conde Lucanor, obras que destacan y se postulan cada una como la primera novela ya dentro de un contexto mejor formado, la problemática surge a partir de que El libro del buen amor está escrito en verso y son narraciones de diversas fuentes; La celestina es considerada por algunos teatro leído y por otros novela dialogada lo cual la postularía más a ser la primera novela ya hablando específicamente en el contexto español; finalmente El conde Lucanor tiene un formato más parecido al de las mil y una noches, son pequeñas historias que se unen bajo un marco secundario que las vehiculiza. Ninguna de estas obras se acerca al término novela que significa “nuevo”, al igual que en el resto de idiomas. Por ejemplo, en francés existe el término nouvelle y en italiano se dice novelle. Esta terminología no es fortuita, sino que se utilizó para denominar un nuevo género que empezó a surgir en la Edad Media y que tuvo su máximo apogeo desde finales del Barroco y durante el Realismo y el Naturalismo.

En italiano, la palabra novella significaba un relato más breve que el romanzo (en francés roman, equivalente al actual novela en castellano). En español empezó a utilizarse la palabra en el sentido italiano; así la emplea, por ejemplo, Miguel de Cervantes en sus "Novelas ejemplares"; para una narración más extensa se empleaba el término libro. Con el tiempo, sin embargo, la palabra novela pasó a designar todos los relatos de extensión superior al cuento, por lo cual se hizo necesario distinguir entre novela y novela corta.

Ya a finales de la Edad Media e inicios del Renacentismo nacen las primeras novelas bizantinas (Alonso Núñez de Reinoso con su Historia de los amores de Clareo y Florisea, y los trabajos de la sin ventura Isea (1552)), pastoriles (La Galatea (1585) de Miguel de Cervantes), sentimentales (Cárcel de amor (1492) de Diego de San Pedro), moriscas (Nicasio Álvarez Cienfuegos con La Zoraida) y picarescas (Lazarillo de Tormes). 

La novela bizantina, o libros de aventuras peregrinas, es uno de los principales tipos de prosa narrativa escritos durante el siglo XII, la moderna novela de aventuras. Según la RAE, es un género novelesco, de aventuras, que se desarrolló en España principalmente en los siglos XVI y XVII, a imitación de autores helenísticos.

La novela pastoril es un subgénero narrativo épico que se configuró históricamente en el Renacimiento a partir de la aparición de la Arcadia del italiano Jacopo Sannazaro. La novela pastoril refleja la visión idealista y poco realista del Renacimiento, su espíritu estilizado y su platonismo. La temática es siempre amorosa, ofrece una visión estática de la naturaleza y una visión de paz. La narración es morosa y lenta y la acción, que es sin embargo embrollada, se desenvuelve con premiosidad ya que lo que importa fundamentalmente es el análisis de los sentimientos y pasiones de los personajes y la descripción del paisaje natural.

La novela sentimental es un subgénero literario histórico que se desarrolla entre el Prerrenacimiento del siglo XV y el Renacimiento de la primera mitad del siglo XVI. Se incluye dentro del género épico o narrativo y se compone en prosa con versos intercalados, a veces en forma epistolar; posee temática amorosa, frecuentemente dentro de las leyes del llamado amor cortés.

La novela morisca es un género literario de la prosa narrativa de carácter idealista, dentro de la prosa de ficción del siglo XVI. Se caracteriza por presentar protagonistas musulmanes, idealizando las relaciones entre moros y cristianos, ofreciendo ejemplos de convivencia y generosidad entre ellos. 

Novela picaresca es un género literario en prosa, muy característico de la literatura española, si bien trascendió a la europea en general. Surgió en los años de transición entre el Renacimiento y el Barroco, durante el llamado Siglo de Oro de las letras españolas. La novela picaresca nació como parodia de las narraciones idealizadoras del Renacimiento, las epopeyas, los libros de caballerías, la novela sentimental o la novela pastoril.

Ya para el siglo XVIII aparece la novela moderna, como técnica y género literario en la lengua española, siendo su mejor ejemplo Don Quijote de la Mancha (1605) de Miguel de Cervantes. Se considera como la primera novela moderna del mundo, ya que innova respecto a los modelos clásicos de la literatura greco-romana como lo eran la epopeya o la crónica. Se construye dentro de una estructura episódica dentro de una unidad.

Se inició como una sátira del Amadis, que había hecho que Don Quijote perdiera la cabeza. Los defensores del Amadís criticaron la sátira porque apenas podía enseñar algo: Don Quijote ni ofrecía un héroe al que emular ni satisfacía con bellos diálogos; todo lo que podía ofrecer es hacer burla de los ideales nobles. Don Quijote fue la primera obra auténticamente anti-romance de este periodo; gracias a su forma que desmitifica la tradición caballeresca y cortes, representa la primera obra literaria que se puede clasificar como novela.

Pero no es solo eso, con el Quijote Cervantes plantea personajes dentro de un marco realista y que provienen de una crisis entre el idealismo y el realismo, es decir esa transición de Edad Media a Renacimiento, la crisis ideológica del personaje. Además la obra se convierte en una ventana a  los diversos escenarios, niveles sociales, tipos de personas, modos de hablar, formas de pensar, etc. de la España de su tiempo.

La importancia de la novela reside en que aportó la fórmula del realismo, tal como había sido ensayada y perfeccionada en la literatura castellana desde la Edad Media. Caracterizada por la parodia y burla de lo fantástico, la crítica social, la insistencia en los valores psicológicos y el materialismo descriptivo. También creó la novela polifónica, esto es, la novela que interpreta la realidad, no según un solo punto de vista, sino desde varios puntos de vista superpuestos al mismo tiempo. Torna la realidad en algo sumamente complejo, pues no sólo intenta reproducirla, sino que en su ambición pretende incluso sustituirla. La novela moderna, según la concibe el Quijote, es una mezcla de todo. 

La voraz novela moderna que representa el Quijote intenta sustituir la realidad, incluso, físicamente: alarga más de lo acostumbrado la narración y transforma, de esa manera, la obra en un cosmos. Las técnicas narrativas que ensaya Cervantes en esta novela son varias por ejemplo: la recapitulación o resumen periódico cada cierto tiempo de los acontecimientos, a fin de que el lector no se pierda en una narración tan larga. El contraste entre lo idealizado y lo real, que se da a todos los niveles. Por ejemplo, en el estilo, que a veces aparece pertrechado con todos los elementos de la retórica y otras veces aparece rigurosamente ceñido a la imitación del lenguaje popular.

También está el contraste entre los personajes, a los que Cervantes gusta de colocar en parejas, a fin de que cada uno le ayude a construir otro diferente mediante el diálogo. Un diálogo en el que los personajes se escuchan y se comprenden, ayudándoles a cambiar su personalidad y perspectiva: don Quijote se sanchifica y Sancho se quijotiza. Si el señor se obsesiona con ser caballero andante, Sancho se obsesiona con ser gobernador de una ínsula. Tan desengañados llegan a estar el uno como el otro. A la inversa, don Quijote va siendo cada vez más consciente de lo teatral y fingido de su actitud. El humor es constante en la obra. Es un humor muy especial: respetuoso con la dignidad humana de los personajes. 

La parodia lingüística y literaria de géneros, lenguajes y roles sociales como fórmula para mezclar los puntos de vista hasta ofrecer la misma visión confusa que suministra la interpretación de lo real. La oralidad del lenguaje cervantino, huella de la profunda obsesión teatral de Cervantes, y cuya viveza aproxima extraordinariamente al lector a los personajes y al realismo facilitando su identificación y complicidad con los mismos.

El perspectivismo, que ya se ha señalado, hace que cada hecho sea descrito por cada personaje en función de una cosmovisión distinta, y con arreglo a ello la realidad se torna súbitamente compleja y rica en sugestiones. Simula imprecisiones en los nombres de los personajes y en los detalles poco importantes, a fin de que el lector pueda crearse su propia imagen en algunos aspectos de la obra y sentirse a sus anchas en la misma, suspendiendo su sentido crítico.

Cervantes utiliza juegos metaficcionales a fin de difuminar y hacer desaparecer la figura del autor del texto por medio de continuos intermediarios narrativos (Cide Hamete Benengeli), que hacen así, menos literaria y más realista la obra despojándola de su carácter perfecto y acabado. Solo para evidenciar que Cervantes tenía conocimiento de lo que había logrado expongo que más tarde publicaría sus Novelas ejemplares, de las cuales en el prólogo se jactaba de haber sido el primero en escribir, en castellano, novelas originales al estilo italiano:

“A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la imprenta”.

A partir de entonces, la novela ha evolucionado al punto que desarrolló diferentes perspectivas y clasificaciones como por ejemplo:

Por el tono que mantiene la obra, se habla de: novela satírica, novela humorística, novela didáctica. Por la forma: autobiográfica, epistolar, dialogada, ligera. Según el público al que llegue o el modo de distribución, se habla de: novela trivial, Superventas o best seller, Novela por entregas o novela folletinesca.

Atendiendo a su contenido, las novelas pueden ser: De aventuras, Bizantina, Caballeresca, Libros de caballerías, de ciencia ficción, Cortesana, Costumbrista o de costumbre, de espías y thrillers, Fantástica, Ficción criminal, Gótica, Histórica, Morisca, Negra, Pastoril., Picaresca, Policial, Romántica, Sentimental,  Social, de terror y Westerns.

Hay que añadir a esta lista otras tipologías que toman como criterio el estilo de la obra y entonces se habla de: Realista, Existencial; si se consideran sus argumentos, puede hablarse de Psicológica, Novela de tesis. Es la que da más importancia a las intenciones del autor, generalmente ideológicas, que a la narración. Muy cultivada en el siglo XIX, especialmente por Fernán Caballero y el Padre Coloma; y Novela testimonio.
Desde finales del periodo victoriano hasta la actualidad, algunas de estas variedades se han convertido en auténticos subgéneros (ciencia ficción, novela rosa) muy populares, aunque a menudo ignorados por los críticos y los académicos; en tiempos recientes, las mejores novelas de ciertos subgéneros han empezado a ser reconocidas como literatura seria.