POR: DANIEL LUCAS.
¿Sabes cómo se llega a Los Peroles? Es una caída de agua en
la sierra de Piura, camino a Ayabaca, en la vecindad de Canchaque. Ramiro y
Miguel, dos colegas con los que enseñaba letras, me convencieron para ir allá
de fin de semana. Un viaje malísimo en bus, a través de matorrales que conducían
a un camino de tierra afirmada. El transporte ascendía y descendía concéntricamente
cerros áridos donde la única vegetación eranceibos polvorientos y bosquecillos
de cactus. Nos detuvimos al lado de un gran roquedal en que se refugiaban dos
casuchas de la intemperie. Nos dijeron que ahí se almorzaba y luego se seguía a
pie a Canchaque. Pedimos comer y nos dieron carne desabrida y arroz mal
graneado. La fama culinaria de la zona, un aliciente para el viaje, desmentida.
A la hora, empezó la caminata. Era una línea recta, imperceptiblemente
ascendente al comienzo, que esta vez nos conducía por prados naturales de
vegetación amarilla y luego por senderos casi imperceptibles donde
encontrábamos huellas de herraduras y otras de caminantes. Entramos a una
población de no más de dos calles como repujada en la ladera de un cerro. Los
campesinos estaban a las puertas de sus casas, abrigados con mantas y bebiendo
aguardiente a discreción en damajuanas, silenciosos. La tarde había enfriado
ciertamente. Nos invitaron a tomar, pero no aceptamos. Teníamos que llegar a
Los Peroles. Aquicito es, nos dijeron. Accedimos luego a la maravilla de un
campo de fútbol entre dos cerros, en perfecto estado de mantenimiento, aunque
en pendiente. Estaba desierto y en medio del silencio de la altura. Saliendo de
él nos cruzamos con un campesino que tiraba de una mula, que confirmóque Los
Peroles quedaba aquicito. Tuvimos que subiry bajar dos cerros y caminar cuatro
horas más.Yo maldecía, traspirado y agotado.Aún había luz cuando llegamos a los
Peroles. Era una escalinata de enormes piedras redondas colocadas por la
erosión en degradé y sobre las que golpeaba un chorro de agua que pasaba de una
a la siguiente. Chorro voluminoso en temporada de lluvias, con seguridad, pero
que ahora era poco menos que una inofensiva ducha. Habíamos llegado en la
estación de sequía y solo quedaban oscuros charcos de agua en el centro de las
superficies alisadas de las rocas. Descubrimos un pequeño prado al que se podía
acceder cruzando al otro lado de Los Peroles por sobre sus relucientes
graderías secas. Resbalé justo cuando estaba en medio de una y me vi azotado
contra el suelo de piedra y enfangando y chapoteando en el agua sucia del
charco. Pero no ocurrió eso. El espejo turbio del charco cedió ante la totalidad de
mi cuerpo revelando un pozo de agua que me absorbió completo. En pocos segundos,
un metro de agua se interponía entre mis manos agitándose y los rostros y los
brazos de mis amigos, borroneados por el fango. Luego aparecían las burbujas de
mi propio aire que ascendían frenéticas. Uno no ve su vida pasando fugaz en ese
instante. Uno solo se contorsiona como una cucaracha para salir de la manera
que sea de ese aprieto, más allá de
cualquier razón. Repentinamente, el agua desplazada por mi hundimiento volvió
desde el fondo, por debajo de mi, y me impulsó hacia arriba, a los brazos extendidos
de mis amigos. Alexis Iparraguirre *
¿Con qué libros habrías enloquecido a Don Quijote en lugar de los de caballería?
Con libros de ciencia ficción. Nadie vuelve en sus cabales luego de leer Duna o Ubik.
¿Qué harías con un Gregorio Samsa en tu familia?
Pedirle disculpas, aunque la verdad es inútil. Latinoamérica produce millones de Gregorios Samsas. Somos una pésima familia.
Si llega a tu casa una musa ¿qué haces?
Me pongo feliz, es obvio. A veces converso con ella en la sala por horas. Otras, le invito a quedarse a comer porque mis padres y yo estamos encantados con que nos visite.
Tu cita favorita:
“He visto cosas que los humanos ni creerían: naves de ataque que se incendian más allá del hombro de Orión. He visto rayos C que centellean en la oscuridad cerca de la Puerta deTannhäuser. Todos esos… momentos se perderán en el tiempo como lágrimas... en la lluvia. Es hora de morir”. Blade Runner, Rutger Hauer.
Si la supervivencia de la literatura dependiera, como en Fahrenheit 451, de memorizar un libro, ¿cuál sería, por qué?
¿A qué escritor resucitarías? ¿Y para qué?
A Borges. Para que se ría de cómo no nos podemos librar de
él.
¿Quién es el autor más sobrevalorado? ¿Y el olvidado
injustamente?
Muchos sobrevalorados. Pero es natural con esto de la
industria editorial que tiene que vender: a los masivos y a los raros. Y no hay
olvido si hay justicia, pienso yo, así que lo discutible no es el olvido, sino
la justicia de la posteridad, que siempre es la de un partido, la de una de las
partes que disputan esos temas.
¿Cómo te gustaría ser leído?
Rápido. Me preocupo cuando un contemporáneo que no es
crítico me tiene que leer como un versículo.
¿Qué título le pondrías a tu autobiografía?
Nunca he pensado en una autobiografía. Salvo para efectos
ceremoniales y de difusión, soy completamente superfluo en relación con lo que
escribo.
¿Qué personaje literario no te gustaría tener como enemigo?
A un tlelaxu. Los geeks me entenderán perfectamente.
¿Cuál ha sido tu peor trabajo?
Escribir libros escolares. Aprendí todo mientras los hacía y
las críticas no me motivaban sino que me indisponían. Es un milagro que hayan
salido bien.
¿Qué perfume le recomendarías a Dulcinea?
Oler a papel impreso es lo mejor, pero de poder hacerlo, no
creo que hubiera servido de nada. Europa
olía espantosamente durante el Siglo de Oro.
¿Qué harías si encontraras el Aleph de Borges?
No se puede hacer nada. A lo más tomarle una foto para
Facebook, que no le haría justicia.
¿Qué tienen en común los escritores y los banqueros?
En mi país, es común que se crean mejores personas que la
mayoría y sus bandos se enfrentan frecuentemente en redes sociales. Pero, sin
duda, los banqueros son más peligrosos porque sus poderes exceden los de la
ficción.
Cuando las mariposas se enamoran, ¿sienten humanos en la
barriga?
No. Si seguimos la lógica de los libros, sienten ovejas
eléctricas.
¿Quién ayuda a Dios cuando madruga?
Borges ¿Aún hay alguien que dude?
¿Con qué personaje literario te gustaría tener un affair?
Affair, ninguno; son temperamentales y sería demencial.
Pero relación adulta, o como quieras llamarla, con Natasha Rostov de Guerra y
paz, Violetta de Diablo Guardián o alguna de las mujeres de Así es como la
pierdes.
Estás a punto de morir, escribe tu último tuit:
(*) Alexis Iparraguirre (Lima, 1974) es narrador y crítico literario. Recibió el Premio Nacional de la Pontificia Universidad Católica del Perú en Narrativa 2004 por su libro de cuentos El Inventario de las Naves, cuyas historias se han incluido en diferenes antologías peruanas e internacionales. Es máster de bellas artes en Escritura Creativa en Español de New York University (NYU), licenciado en Lingüística y Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y candidato a doctor en Literaturas y Lenguas Hispánicas y Lusobrasileñas de The City University of New York (CUNY). Prepara la publicación de su segundo libro de relatos, Punto ciego.