martes, febrero 10

Guía básica de libros prohibidos

Santo Domingo y los albigenses, Pedro Berruguete

El arte se ha tenido que enfrentar muchísimas veces con el gobierno y con su censura. Términos como “obsceno” o “inmoral” son ampliamente subjetivos y sufren de una vaguedad que hace muy difícil determinar con rigor qué puede considerarse –o no– como tal. Sin embargo, esto no fue obstáculo para que, a través del tiempo, el poder estatal censurara distintas obras de arte, muchas que en nuestro tiempo se consideran clásicos indispensables.

La literatura nos hace libres, apasionadamente libres. Por eso, en honor a los autores que decidieron desafiar no solo a gobernantes y a sus leyes injustas, sino al –muchas veces hipócrita– conservadurismo de sus respectivas épocas, aquí va un listado de las obras que estuvieron adelantadas a su tiempo (y sufrieron las consecuencias por ello):

El Decamerón (1351 – 1353), de Giovanni Boccacio. Un libro de cien relatos contados por un grupo de siete mujeres y tres hombres que se refugian en una villa aislada en las afueras de Florencia para escapar de la Peste Negra. Se considera una obra maestra de la prosa italiana clásica en sus inicios y ha tenido un impacto incalculable en el mundo de la literatura. Fue agregado al Index librorum prohibitorum, el listado de libros prohibidos de la Iglesia Católica, quemado en Italia en 1497 y 1553 e incautado por la fuerza policial estadounidense en 1934. Luego de varios procesos judiciales, el libro puede circular libremente por Estados Unidos desde 1954.

Memorias de una mujer de placer o Fanny Hill (1748), de John Cleland. Cuenta la historia de una adolescente de 15 años que llega a Londres y abraza la prostitución como profesión. Esta novela es considerada la primera prosa pornográfica inglesa y la primera pornografía que usa la forma de novela –además de ser uno de los libros más perseguidos en la historia. Un año después de su publicación, Cleland y sus editores fueron arrestados bajo el cargo de “corromper a los súbditos del rey”. Durante el juicio, John Cleland tuvo que abjurar su propia creación y pasarían 221 años hasta que fuera considerado legal leerlo en Inglaterra. A principios de 1800, el libro llegó a Estados Unidos y fue objeto del primer juicio por obscenidad en dicho país. Recién desde el año 1966 puede ser publicado sin mayor problema en Norteamérica.

Cándido o el optimismo (1759), de Voltaire. Una sátira que cuenta todos los infortunios de Cándido, el protagonista principal, quién a pesar de todo lo que sucede en su vida, trata de mantener su optimismo en alto. Con esta obra, Voltaire trata de refutar –y ridiculizar, si se quiere– el principio de optimismo del filósofo Gottfried Leibniz: “vivimos en el mejor de los mundos posibles”. Esta novela, que retrata muy crudamente el mundo del siglo XVIII, fue ampliamente prohibido en Europa por contener blasfemia religiosa, sedición política y hostilidad intelectual. En Estados Unidos, intentos de censura sobre este libro perduraron hasta el siglo XX, siendo el último perpetrado por la aduana estadounidense, evitando que los libros llegasen a su destino final: una clase de francés en la Universidad de Harvard.

Confesiones (1782), de Jean-Jacques Rousseau. Una de las primeras grandes autobiografías de la historia. El libro comienza con la reconocida frase: “Emprendo una obra de la que no hay ejemplo y que no tendrá imitadoras. Quiero mostrar a mis semejantes un hombre en toda la verdad de la Naturaleza y ese hombre seré yo. No soy como ninguno de cuantos he visto, y me atrevo a decir que no soy como ninguno de cuantos existen”. Cuenta los detalles más íntimos y vergonzosos de la vida del autor –aunque muchos resultaron ser falsos. No obstante de haber sido publicada 4 años después de la muerte de Rousseau, éste había leído varios de sus manuscritos públicamente, lo que le ganó rechazo social, varias amenazas del gobierno y persecución policial.

Justine (1791) y Juliette (1797), de Donatien Alphonse François de Sade, mejor conocido como el Marqués de Sade. Justine fue escrita en dos semanas, mientras el Marqués se encontraba preso en la Bastilla. Esta novela se basa en la historia de una mujer, Justine, quien en su búsqueda de la virtud, lo único que encuentra son incitaciones al vicio e infortunios. Juliette es la hermana de Justine, quien a diferencia de ésta última, es una ninfómana asesina y vive una vida de éxitos y felicidad. Napoleón Bonaparte ordenó la detención del autor de Justine y Juliette, y como resultado, el Marqués de Sade fue encarcelado durante los últimos 13 años de su vida. Napoleón llamó a Justine “el libro más abominable engendrada por la imaginación más depravada” y se ordenó su destrucción en 1815. Con ambos libros, el Marqués de Sade satiriza la crueldad de la Francia del siglo XVIII.

Hojas de hierba (1855), de Walt Whitman. Un libro de poemas que reflejan la filosofía de vida del autor. Whitman fue despedido de su trabajo en el Departamento del Interior después que el Secretario del Interior, James Harlan, lo leyera y lo considerara ofensivo. El libro fue prohibido en Boston, Massachussets por su contenido sexual explícito y se solicitó la supresión de varias partes; algo que Whitman rechazó, encontrando editores que publicaron las siguientes ediciones de su libro de forma íntegra.
Ilustración de Ephraim Rubenstein
La sonata a Kreutzer (1889), de Leo Tolstói. Una novela que explora el ideal de la abstinencia sexual y la experiencia de los celos. Prohibida en Rusia inmediatamente luego de su publicación –aunque circuló amplia y clandestinamente en ese país. En 1891, el Servicio Postal de Estados Unidos prohibió los envíos de la novela o de fragmentos de la misma. Theodore Roosevelt, presidente de los Estados Unidos diría de Tolstói: “es un pervertido sexual y un desvirtuador de la moral.”

La metamorfosis (1915), de Franz Kafka. Novela que cuenta la historia de Gregorio Samsa, un joven que se despierta una mañana convertido en un bicho gigante. El libro fue prohibido tanto durante el Régimen Nazi como en la Unión Soviética por ser considerado “decadente”. En Praga, ciudad natal del autor, la prohibición del libro –y de toda la obra de Kafka– se levantó completa y definitivamente en 1989.

Ulises (1918-1922), de James Joyce. Considerada una de las mejores novelas inglesas de la historia, relata el paso por Dublín de Leopold Bloom y Stephen Dedalus, haciendo varios y brillantes paralelismos con La Odisea de Homero. En 1920, ejemplares de la revista donde se publicaban fragmentos de esta novela fueron incautados y quemados por la Oficina Postal de Estados Unidos por su contenido “impuro y lujurioso”. Fue publicado completo por primera vez en París en 1922 y se prohibió su entrada a los Estados Unidos el mismo año. Objeto de uno de los juicios más relevantes sobre libertad de expresión en la historia: EE.UU. vs. Un libro llamado Ulises. En este proceso de 1933, el Juez John M. Woolsey determinó que novela era “trascendente”, y que “convertía la suciedad en arte”, levantando su prohibición y censura.

El amante de Lady Chatterley (1922), de D.H. Lawrence. Novela que describe la relación amorosa de una mujer casada de clase alta con un hombre de clase trabajadora. Escandaloso por sus descripciones explícitas sexuales y por exponer el tabú de “relaciones entre distintas clases sociales”, lo que era considerado “corrupción de los valores públicos”. El libro fue objeto de distintos procesos judiciales en Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, India, entre otros países. En Reino Unido, la versión completa no se pudo publicar legalmente sino hasta 1960.

Trópico de Cáncer (1934), de Henry Miller. Una novela que relata, entre realidad y ficción, la vida del artista en París. Publicada en esa misma ciudad, con cubiertas que dictaban “Prohibida la importación a Estados Unidos y el Reino Unido”. El libro permaneció prohibido en Estados Unidos por 27 años. Fue declarado no obsceno por una corte estadounidense en 1961; corte que además sentó el precedente de que “ningún libro puede ser prohibido a menos que sea completamente irrelevante para la sociedad”.

La llama de la literatura es difícil de apagar. Es por eso que a pesar de todos los esfuerzos de las autoridades públicas por convertirse en policía de la moral, la gran mayoría de las veces el ingenio literario ha salido vencedor; y aunque la lucha contra la censura haya sido –y siga siendo– ardua, hoy en día tenemos todas estas obras al alcance de nuestras manos. ¿Añadirías algún otro libro a esta lista?

Primera edición de Hojas de hierba, de Walt Whitman