miércoles, diciembre 12

Naún Briones: el símbolo de la revolución latente

POR: GUILLERMO MORÁN.

Sin saber casi nada en relación a Polvo y Ceniza (1979), novela de Eliecer Cárdenas, la tomé para realizar un viaje al norte de Perú por motivos laborales. El recorrido lo hice desde Guayaquil, así que tuve la oportunidad de cruzar la frontera a través de la autopista. En la madrugada, mientras las luces de la carretera me jalaban hacia el sur, reflexionaba acerca de lo que me enteré leyendo las primeras páginas de la novela mencionada: que la zona geográfica por la que estaba transitando era la misma que, hace casi un siglo, fue escenario de las hazañas de Naún Briones, protagonista de la historia. Se dio entonces la superposición espacial de tres existencias que comparten apenas una nacionalidad, la ecuatoriana.

El primero en existir cronológicamente, el bandolero Briones, fue convertido en mito inicialmente por los relatos populares y después ¿elevado? a personaje de la novelística ecuatoriana. Su leyenda se puede resumir de esta manera: Naún, muchacho pobre hijo de arriero, fue testigo de la infame muerte de su adeudado padre; su familia apenas pudo pagar el funeral, todo debido a un sistema de explotación que convertía a los empleados de los terratenientes en casi esclavos. Tras presenciar esta realidad injusta y compararla con la de sus amos, llena de caprichos y comodidades, decide hacerse bandolero, pues es la única forma que considera viable para ganarse la libertad que anhela y vengarse de quienes fueron sus opresores. El autor de la novela le hace decir a su personaje: “Y no quería ser honrado, porque los pobres, que siempre son honrados, respetuosos de lo ajeno, nunca tienen nada, todo lo deben y mueren, al fin, maldiciéndose por haber nacido…” . Briones cumple su sueño de ser bandolero y es concebido por los adinerados y el clero como un criminal, mientras que el pueblo lo consagra como héroe, sobre todo al adquirir la fama de que sus crímenes no eran para enriquecerse a sí mismo sino para dar a los pobres.

El segundo ecuatoriano de los tres que nos encontramos en un punto imaginario es el autor que rescata esta historia, Eliecer Cárdenas, y lo hace con una convicción profunda: siente que debe contar el otro lado de la historia, esa que se funda en los mitos y los coros populares. Como el mismo Cárdenas lo dijo alguna vez, con su trabajo literario busca "rescatar nuestros personajes escamoteados por la historia y literatura oficial".

El tercer ecuatoriano soy yo, lector de la interpretación novelística del mito de Briones. Este mini-ensayo tiene como fin dar cuenta qué aspecto de Polvo y Ceniza me llegó en especial durante ese viaje. Como es común en una lectura literaria, ésta afecta de cierta manera según nuestra propia condición subjetiva. Definitivamente el aspecto que destaco de mi experiencia es cómo la violencia es el mecanismo potencialmente fundador de un nuevo orden social y cómo la figura de Naún Briones sobrevive justamente como anhelo de cambio y de que este afán se lleve a cabo. Además, es importante entender cómo hiló Cárdenas a esta figura histórica  para hacerla vehículo de su propia concepción del mundo.

El poder e influencia que tiene un bandolero siempre ha calado hondo en el imaginario popular. El estudio de Patricia Varas  hace un análisis profundo de este tema, haciendo énfasis en el bandolero social, que es en una frase el que roba a los ricos para dar a los pobres. Cuando Naún pretende brindar justicia por su cuenta no hace otra cosa que tomar, a la fuerza, lo que cree que le pertenece, y a la vez, dar un bien a gente que de otra forma no podría conseguirlo. La novela indaga las múltiples aristas de este hecho que es el que lo vuelve leyenda;  a través de muchas voces nos muestra al héroe, incluso a través de sus detractores. Tenemos como ejemplo el testimonio del mismo artífice de su muerte, el mayor Deifilio: “Mucha gente dice que fue un buen hombre, lo describen como un héroe, lo pintan como un macho inolvidable. Para mí, fue solo un asesino, un salteador de caminos al que más le hubiera valido no nacer jamás”.  El mismo mayor se encarga de volverlo leyenda al querer negar la importancia de su vida, pero sabiendo que no puede contener las voces que lo exaltan.

Es un héroe para las clases populares porque evidencia que el sistema opresivo en el que viven no es perenne y puede ser atacado, es un “macho inolvidable” porque a través de la fuerza y la violencia ejerce el poder de cambiar la situación social de quienes protege. Pero es un asesino, un salteador de caminos, para aquellos que se amparan en la ley para mantener el orden que les permiten seguir dominando sobre las clases oprimidas, como también para aquellos que sobreviven haciendo que esta ley se cumpla a la fuerza.

Briones se convierte pronto en símbolo para un sector social que imagina un cambio. Este aspecto es notado por Víctor Pardo, personaje de la novela de Cárdenas, poeta con conciencia social que quiere encaminar la rebeldía de Naún Briones hacia un cambio radical, una revolución. Esto le dice Pardo a Briones en una ocasión en que la que el bandolero acude a él para pedirle consejo:

Sé que los protege [a los pobres] de los verdaderos bandidos que son los ricos. Pero, pensé, eso no basta, no cambia nada. Si me permite, le contaré algo: hace unos años, no muchos, en un lugar que está lejísimos de aquí, la gente pobre ya no quiso ser maltratada y decidió que todos podían ser iguales y se rebelaron, tumbaron al gobierno, dejaron de creer en su rey porque ese rey nunca había creído que ellos eran igual  a él, y pusieron en su lugar un gobierno de pobres…

Es imposible no hacer una comparación con la novela Los de abajo de Mariano Azuela y ver en Pardo a Luis Cervantes, quien presencia inicialmente, con una gran fe, el proceso de la Revolución Mexicana. Pardo quiere esta revolución, y su herramienta es Briones, quien posee el liderazgo y la energía capaz de provocar un mundo que tendría unas nuevas reglas donde “gobiernen los pobres” y “todos sean iguales”. Pardo seguramente se erigiría como el líder intelectual de esta revolución, pero fue frustrada desde sus inicios, según la perspectiva de Cárdenas, por la incredulidad de Briones, quien simplemente responde, entre otras cosas, que “si alguna vez, los pobres tuvieran un gobierno, sería peor que el de los ricos, querrían enriquecimientos, revanchas, acabarían matándose entre ellos por una casa elegante, por unas joyas o un puñado de dinero sucio” . De esta manera, el personaje se anticipa a lo que Cervantes vería concretado en la realidad, el desencanto de la revolución.

Esta mirada pesimista se acentúa cuando Briones asalta a su anterior patrón, don Julio Eguiguren, y tienen una charla acerca del poder y de porqué los pobres no serían capaces de gobernar: “Nada sirve cuando no se ha nacido para administrar, acrecentar, conservar, infundir respeto con lo que se posee. […]  Se nace para disponer o mandar o ser dispuesto y servir. Y ustedes nacieron para obedecer, para vivir por la voluntad de otros” . Llega un punto en el que Eguiguren llega a preguntarle  “¿Quieres ser igual a mí?” y Naún responde que “no quiero ser como él, pues no serviría, no habría cambiado nada, ni las caras largas de la gente que no tiene y debe, ni esa rabia que acongoja de los que nada pueden hacer por voluntad propia”. De esa manera, Briones también da cuenta de que es necesaria una revolución, una transformación en el orden de las cosas para que haya un cambio profundo que finalmente no llega a materializarse.

La leyenda de Briones ha sobrevivido de manera paralela a la novela de Cárdenas, y el espíritu popular de sus hazañas no se ha perdido y circula en algunas páginas web –con colocar su nombre en el Google se puede hacer el experimento acerca de los discursos que actualmente giran alrededor de este personaje-. El símbolo de lo que representa, un bandido que usa su fuerza para alterar un orden social impuesto lo mantiene vivo en algunos sectores del austro ecuatoriano, aunque también vive el rechazo hacia la figura, que lo considera como un simple bandido que hizo daño, demostrando que esta división de criterios no ha variado.

Cárdenas supo ver el dilema que presenta la figura del bandido y detalla claramente cómo las personas pueden referirse al mismo ente de maneras tan diferentes. A través de una compleja confección del mito y héroe Naún Briones a través de múltiples voces, el autor de la novela cuenta una historia que evidencia rasgos históricos que se escapan a la historia oficial, pero también dicen mucho de la perspectiva asumida por el novelista, que nos tienta, válidamente o no, a pensar  el mundo como dos bandos que luchan y se encuentran en un conflicto sin solución mientras no sea posible una revolución que altere este orden.

Esta es precisamente la lectura subjetiva que realice al leer la novela, concebir el capitalismo desde esa esencia que lo mantiene vivo, la necesidad de esta desigualdad social, de una clase oprimida y otra opresora; y también la necesidad de un Naún Briones que desestabilice las leyes que permiten esta desigualdad. Pienso que éste es un gran mérito de Cárdenas, verter su pensamiento en una narración y hacerlo vívido. Yo consideraría a esta obra como un descendiente del realismo social más que de la vanguardia ecuatoriana, aunque se aluda varias veces a Pablo Palacio como homenaje y se realicen ciertos artificios formales no resultan sustanciales, como lo es el compromiso de la novela con su ideología. Cárdenas logra esto con una naturalidad que, yo pienso, fue aspiracional en la época del auge del realismo social en Ecuador.


Cárdenas Eliécer, Polvo y Ceniza, Editorial El Conejo, Quito, 1986
Calderón Chico, Carlos. Literatura, autores y algo más... Guayaquil: Editorial Grava.
Polvo y ceniza, historia y mito del bandido Naún Briones, Patricia Varas, Willamette University. www.thefreelibrary.com